Un año después de que el poderoso ciclón Nargis azotó el Delta del Irrawaddy, en Birmania, matando a decenas de miles de personas, la naturaleza le sigue jugando una cruel trampa a los sobrevivientes.
Todavía hay miles de aldeanos sin acceso a agua limpia, una situación rara en desastres naturales de similar magnitud. En la septentrional provincia de Aceh, arrasada por el tsunami de 2004, el agua potable para los sobrevivientes fue restituida en menos de un año.
El problema en Birmania se debe a la dificultad para limpiar las grandes lagunas que sirven como fuente principal de agua para las aldeas a lo largo de los casi 18.500 kilómetros cuadrados de tierra afectada por el ciclón en las primeras horas del 3 de mayo de 2008.
De las 4.540 lagunas que fueron dañadas, casi 1.000 todavía están por ser rehabilitadas, según agencias de ayuda, que luchan contra las fuerzas de la naturaleza. El agua salada invade las lagunas que ya habían sido limpiadas.
"Esta es una situación inusual", dijo a IPS el jefe de operaciones en Birmania de la agencia Save the Children, Andrew Kirkwood. "En estas áreas, las lagunas para beber y los pozos han sido contaminados por agua salada, y los arroyos y ríos son demasiado salados para beber en esta época del año".
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En consecuencia, unas 240.000 personas en el sudoeste del delta "no tienen acceso a agua limpia en sus comunidades", reveló. "Estamos distribuyendo tres litros de agua por día para cada persona. Esto es el mínimo absoluto".
Es una situación "no sostenible", añadió, debido a la presión sobre las 10 plantas de tratamiento de agua que Save the Children estableció en partes remotas del delta para eliminar la sal de las lagunas. "La operación de las máquinas cuesta mucho. Los barcos para distribuir el agua son caros. Y las maquinas eventualmente se romperán".
Agencias de ayuda esperan que la llegada de las lluvias monzónicas este mes ayuden. "Esperamos que el problema se alivie durante la temporada de lluvias", señaló el jefe de la oficina birmana de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC, por sus siglas en inglés), Bernd Schell. "Toma tiempo para rehabilitar este tipo particular de fuente de agua".
Los esfuerzos para limpiar las lagunas no se limitan a hacer salir el agua con alta salinidad. "Había muchos cadáveres dentro. Había muchos animales muertos", dijo Schell a IPS.
El suministro inicial de la IFRC a las víctimas poco después del ciclón fue de unos 800.000 litros diarios.
El ciclón Nargis, que mató a casi 140.000 personas y obligó el desplazamiento de 2,4 millones, creó un gran desafío humanitario para el gobierno militar de Birmania. Restaurar el suministro de agua potable es parte de él.
Un informe de un grupo de evaluación conformado por el gobierno birmano y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reveló que 63 por ciento de los sobrevivientes admitieron que su "actual acceso al agua limpia es inadecuado".
"Aproximadamente 1,8 millones de personas severamente afectadas necesitan un suministro mejorado de agua", añadió el trabajo, divulgado dos meses después del desastre.
La reputación de la junta birmana como opresiva y corrupta no contribuyó en los esfuerzos para atraer asistencia. Los muy necesitados fondos extranjeros para los rescates inmediatos y para los programas de rehabilitación a largo plazo quedaron muy cortos.
Un pedido de la ONU lanzado inmediatamente después del desastre para recolectar 477 millones de dólares sólo obtuvo 66 por ciento de esos fondos, según informó el propio foro mundial.
A comienzos de este mes, la ONU hizo otro llamado, por 691 millones de dólares, destinados financiar el Plan de Recuperación y Preparación Post-Nagris, que se extendería hasta 2011. Pero sólo se recolectaron 100 millones de dólares.
Esta escasez de recursos se refleja en la precariedad de los programas de agua y saneamiento para los sobrevivientes.
El dinero recibido ayudó a garantizar que 150.000 niños y niñas en 800 escuelas tuvieran acceso a agua y saneamiento, además de construir unos 2.000 pozos, según un reporte de la ONU.
Ahora el trabajo, además de la limpieza de unas 3.500 lagunas, también se enfoca en frenar enfermedades, que muchos temieron se propagarían después del ciclón.
"Creemos que las intervenciones han ayudado a impedir grandes brotes de enfermedades", dijo Waldemar Pickardt, jefe de Agua y Saneamiento Ambiental del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). "No ha habido ningún caso reportado de mortalidad relacionado con la escasez de agua o consumo de agua inseguro".
Para que esto se mantenga, agencias acordaron incrementar el monto de agua suministrada a las víctimas. "El límite mínimo inicial había sido fijado en tres litros por persona diarios. En marzo de 2009, esto aumentó a un mínimo de cinco litros por persona al día", indicó Pickardt en una entrevista vía correo electrónico desde Rangún.