Los partidos rivales en Palestina —Hamás y Fatah—, la Liga Árabe, la Unión Europea y el nuevo gobierno de Estados Unidos parecen haber encontrado elementos en común para oponerse a la ocupación israelí.
Israel declaró el estado de alerta en la semana de Pascua (Pésaj), una de las principales festividades del calendario judío.
Cisjordania estará cerrada durante toda la semana pascual, desde este jueves. A los palestinos, por lo tanto, se les prohibirá ingresar en territorio israelí.
En las últimas semanas se registraron varios ataques contra colonos judíos y objetivos militares en los territorios árabes ocupados, en los que murieron dos policías israelíes y un colono adolescente.
La policía abortó un atentado con coche-bomba en un centro comercial de la septentrional ciudad israelí de Haifa. La agencia de inteligencia Shin Bet recibió alertas específicos de ataques desde Cisjordania.
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Palestinos de ambos lados del cisma político advirtieron sobre represalias por el ataque de tres semanas contra Gaza en que murieron 1.400 palestinos, la mayoría civiles, en diciembre y enero.
Fuentes palestinas anónimas en Gaza informaron a la prensa israelí que organizaciones de la resistencia planificaban atentados.
La frustración y resentimiento de los palestinos por el bloqueo del proceso de negociaciones trascienden Gaza, controlado por Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica), y Cisjordania, gobernado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) a la que domina el secular partido Fatah y que tiene un acuerdo de paz firmado con Israel.
La ira de los palestinos contra la ocupación se enciende aun más por las acciones del nuevo gobierno de extrema derecha del primer ministro Benjamín Netanyahu, quien se opone a un acuerdo de paz que implique la creación de un estado palestino, como propone la comunidad internacional.
Netanyahu también ha apoyado la continuada expropiación de recursos acuíferos palestinos y de tierras para la construcción de nuevos asentamientos judíos ilegales y carreteras.
Cisjordania, si bien no tan dañada como la de Gaza, sufre las consecuencias de los 600 puestos de control militares de Israel. El Banco Mundial advirtió el año pasado que esas restricciones al tránsito de personas y mercaderías causarían el colapso de la economía local.
Pero Netanyahu sólo habló en general de fortalecer la economía palestina. Su propuesta de "paz económica" tiene el propósito de eludir cualquier concesión real en pro del proceso de paz, dijo a IPS el portavoz de Fatah Fahmi Za'arir.
"Fatah y el pueblo palestino no aceptarán coexistir con la ocupación. Lucharemos hasta lograr la libertad y el reconocimiento de nuestros derechos legítimos", dijo.
Mientras la popularidad del presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, continúa cayendo, dirigentes de su partido Fatah supuestamente están decididos a tomar las armas contra Israel.
La prensa israelí informó que el Shin Bet había arrestado en las últimas semanas a varios miembros de Fatah y de su brazo armado y radicalizado, la Brigada de Mártires de Al Aqsa.
Varios de esos combatientes fueron liberados a cambio de que se comprometieran a abandonar sus actividades armadas.
El creciente apoyo regional e internacional parece haber fortalecido la determinación de Abbas de ser menos complaciente hacia Israel.
Alentado por el apoyo que recibió de la reciente cumbre de la Liga Árabe en la cumbre celebrada el mes pasado en Doha, Abbas advirtió que el proceso de paz se quebraría a menos que Israel respetara los acuerdos que ya firmó con la ANP.
El nuevo gobierno israelí "debería aceptar la creación de un estado palestino, detener las construcciones en Cisjordania y remover los bloqueos de carreteras" si desea "reanudar el diálogo y alcanzar una solución política", dijo el presidente de la ANP.
La Liga Árabe ofreció en su cumbre de 2002 a Israel, a instancias de Arabia Saudita, el pleno reconocimiento diplomático por parte de todos sus miembros a cambio de la retirada total de todos los territorios árabes ocupados y la creación de un estado palestino.
Y recientemente advirtió que esa oferta no sería mantenida por tiempo indefinido.
Egipto es considerado un aliado de Israel en el proceso de paz, pero el canciller Ahmed Aboul Gheit advirtió que le resultaría difícil trabajar con su nuevo par, Avigdor Lieberman, un extremista que ha defendido medidas de limpieza étnica en perjuicio de los palestinos. Gheit indicó que ni siquiera estrechará su mano cuando se reúnan.
A comienzos de este año, Lieberman dijo que el presidente egipcio Hosni Mubarak "puede irse al infierno" por no visitar Israel cuando altos funcionarios israelíes visitan El Cairo regularmente.
La Unión Europea advirtió a Israel que si el proceso de paz descarta la creación de un estado palestino los vínculos se tornarán "muy difíciles".
El presidente estadounidense Barack Obama ya expresó su apoyo a esa solución, reforzado por la visita de la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton a Abbas en Ramalah.
De todos modos, el portavoz de Hamas, Fawzi Barhoum, consideró que no hay diferencias reales entre los gobiernos israelíes anteriores.
"Pero el de Netanyahu refleja una composición racista, con una agenda claramente extremista que niega nuestros legítimos derechos", dijo.
Por lo tanto, a menos que Israel decida cambiar radicalmente su curso político, deberá luchar en varios frentes diplomáticos simultáneos.
Pero Netanyahu podría sorprender a todos. Algunas de las concesiones más fuertes de Israel fueron realizadas por gobiernos de derecha y línea dura.
Menajem Beguin, quien integró antes de la independencia la organización terrorista Irgun, fue quien firmó como primer ministro en 1979 el acuerdo de paz con Egipto. Ariel Sharon, otro extremista, fue quien organizó el desalojo de Gaza de los colonos judíos a quienes siempre había apoyado.