ISRAEL-PALESTINA: Hamás gana legitimidad internacional

Delegaciones de las facciones rivales palestinas Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) y Al Fatah, del presidente Mahmoud Abbas, fracasaron otra vez en El Cairo al intentar reducir sus diferencias para crear un gobierno de unidad.

Pero esto no arruinó los avances del movimiento islámico en ganar legitimidad internacional, a pesar de la preocupación de Israel.

Desde que terminó la ofensiva militar israelí de 22 días en enero, coincidiendo con la asunción de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, la antes aislada diplomáticamente Gaza, controlada por Hamás, ha recibido muchas visitas internacionales.

Fuentes cercanas a los líderes del movimiento confirmaron que representantes de varios gobiernos europeos han llegado a Gaza, además del de Noruega, país que siempre estuvo en contra del boicot diplomático contra ese territorio palestino.

Hasta hace poco, la mayor parte de la comunidad internacional apoyó la postura de Israel de que Hamás es un grupo terrorista, y por tanto se negó a negociar directamente con el movimiento. Esto implicó un gran cerco a Gaza cuando Hamás ganó las elecciones en enero de 2006 y cuando expulsó por la fuerza a Fatah al año siguiente.
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La esperanza entonces era marginar a Hamás y fortalecer a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que controla Cisjordania bajo la administración moderada de Abbas.

El nuevo primer ministro israelí Benjamín Netanyahu esperaba que la comunidad internacional continuaría así hasta que Hamás se comprometiera a abandonar las armas, reconociera al Estado judío y aceptara los previos acuerdos sobre el conflicto. Pero la nueva dirección de los acontecimientos deja a Israel en una cada vez más compleja encrucijada diplomática.

Hay una creciente percepción internacional, sobre todo después de la guerra, de que el viejo enfoque de "aislar a Hamás" no funciona. Esto despertó la preocupación en Israel de que las sanciones al movimiento islámico podrían estar por llegar a su fin.

Las señales son inequívocas. Legisladores de Gran Bretaña y de la Unión Europea (UE) realizaron visitas separadas al recientemente reelecto líder de Hamás en el exilio, Khaled Meshal, en Damasco. La semana pasada, Meshal dio un discurso por teleconferencia con una sesión parlamentaria en Londres, socavando así el boicot.

Expresando una "extrema decepción", el presidente de la Knesset (parlamento) israelí, Reuven Rivlin, envió una nota de protesta a su par de la Cámara de los Comues, Michael Martin. "La democracia y el terrorismo no pueden vivir juntos. Una democracia que se permite ser aprovechada por el terrorismo afronta grandes consecuencias. Le pido que no provea una plataforma que pueda fomentar su causa", escribió Rivlin.

Fuentes de Hamás en Gaza creen que la ola de contactos ocurre gracias al aval tácito de Estados Unidos. "Están mostrando mucho más coraje que durante el gobierno de George W. Bush (2001-2009)", dijeron.

Mientras, el enviado a Medio Oriente de la comunidad internacional, el ex primer ministro británico Tony Blair (1997-2007), ha insistentemente alertado sobre el peligro de "dejar afuera a Gaza" de cualquier iniciativa de paz. "Creo que es importante hallar una forma para incluir a Hamás en este proceso", dijo recientemente al periódico London Times.

Por su parte, Martin Indyk, ex embajador ante Israel y cercano a la administración de Obama, dijo rotundamente en su último libro que "un proceso de paz que excluya a Hamás está destinado al fracaso".

Más recientemente, como parte de su proyecto de ley de gasto por 83,4 millones de dólares para financiar las guerras en Afganistán e Iraq, el gobierno de Obama comenzó a explorar vías para cambiar la ley estadounidense con el fin de asistir financieramente a un eventual gobierno palestino de unidad que incluya a Hamás. Esa asistencia sería por 840 millones de dólares para que la ANP pueda reconstruir Gaza.

La negativa de Hamás a hacer cualquier compromiso relacionado con el reconocimiento de Israel o la aceptación de anteriores acuerdos es todavía el gran obstáculo para un gobierno palestino de unidad. Expertos en Medio Oriente sostienen, sin embargo, que Hamás de hecho es estimulado a no moverse de sus posturas radicales con la erosión del boicot diplomático.

Si bien Hamás sigue haciendo duras declaraciones, como la del viernes pasado en una mezquita de Gaza por uno de sus altos líderes, Mahmoud Al Zahar, quien prometió "nunca jamás" reconocer a Israel, también hay señales de pragmatismo.

Ha habido un cese casi total en los disparos de cohetes desde Gaza a aldeas israelíes en las últimas semanas. Hamás, que nunca asumió la responsabilidad por ninguno de los ataques previos a la última ofensiva israelí, ahora parece estar ejerciendo presión a todos los grupos militantes marginales a que dejen de realizar los disparos.

Ismail Al-Ashkar, de Hamás, dijo a periodistas: "Los disparos de cohetes van en contra de los intereses palestinos".

Este pragmatismo tiene el objetivo de reducir las represalias israelíes y ganar más credibilidad internacional.

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