El fiscal general del ejército de Israel terminó en forma sumaria la investigación interna por denuncias de abusos contra civiles palestinos en la guerra contra Hamás en Gaza, hechas por los propios soldados.
Los investigadores militares demoraron la mitad del tiempo que duró el ataque de 22 días contra Gaza en destruir la versión de los soldados denunciantes y desechar las graves denuncias de los propios protagonistas.
El fiscal general del ejército, general de brigada Avihai Mendelblit, señaló en un comunicado divulgado el lunes que la investigación de la policía militar concluyó que las declaraciones "se basaron en testimonios escuchados y no en experiencias de primera mano".
Los relatos de lo ocurrido durante la Operación Plomo Fundido, del 27 de diciembre al 19 de enero, fueron compilados por un equipo de investigación del instituto militar Isaac Rabin y crearon gran conmoción tras su publicación en la portada del diario israelí Haaretz hace dos semanas.
La investigación del ejército concluyó que la versión de los soldados fue "exagerada ex profeso". Fue una situación "desafortunada" que los soldados no tuvieran cuidado en ser precisos. "Es difícil evaluar el daño causado a la imagen y a la ética de nuestras fuerzas armadas, dentro y fuera de Israel".
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Varias organizaciones de derechos humanos denunciaron el "rápido cierre de la investigación" porque "hace pensar de inmediato en que fue un intento del ejército de lavarse las manos de toda responsabilidad por las actividades ilegales ocurridas durante la operación".
Médicos por los Derechos humanos, la Asociación de Derechos Civiles de Israel, BTselem y Yesh Din sostienen que "el fin de la investigación refuerza la necesidad de que un órgano independiente, no partidario, analice la actuación del ejército de Israel durante la operación".
Entre las descripciones de los soldados estaba el relato del jefe de una brigada de infantería de la orden de un comandante de abrir fuego contra una anciana palestina. La mataron a unos 100 metros de la casa donde estaba apostada la compañía, señaló.
Los investigadores del ejército alegaron que el oficial no presenció lo ocurrido y que "sólo repetía un rumor que había escuchado". Pero sí reconocieron que efectivos israelíes dispararon a una mujer que se les acercaba para detenerla porque creyeron que era una atacante suicida.
Otro comandante de la misma brigada relató otro incidente en que un francotirador asesinó a una madre con sus dos hijos, a quien los propios soldados habían liberado de una casa que habían tomado. Según el soldado, la familia no entendió las órdenes y caminó hacia el lado contrario que se le había indicado.
La conclusión del informe del ejército sostiene que: "durante el incidente, una fuerza abrió fuego en otra dirección donde había dos hombres sospechosos, sin relación alguna con los civiles en cuestión".
Especialistas militares de Israel señalaron que la investigación del ejército se basó sólo en sus propias versiones de los hechos.
Associated Press divulgó el 26 de marzo entrevistas a palestinos sobre los incidentes relatados y subrayó que, en cierto punto, sus historias corroboraban las de los soldados israelíes. Sin embargo, el comunicado del ejército no las menciona para nada.
Los analistas militares también sostienen que dadas las protestas internacionales y los reclamos de procesar a los comandantes del ejército por crímenes de guerra, los soldados quizá trataran de cubrirse y de distanciarse de lo ocurrido.
El corresponsal militar de Haaretz que destapó el asunto, Amos Harel, arremetió contra el repentino cierre de la investigación.
"El ejército aparece puro e inocente. Pero el mensaje es desconcertante. Un grupo de combatientes y oficiales de las mejores unidades resultaron no ser más que un montón de mentirosos y exagerados cuentistas", sostuvo.
Harel también criticó el informe por "invertir un enorme esfuerzo en ocultar otra serie de acusaciones de conductas inapropiadas, desde escupir sobre fotografías de familias palestinas hasta destruir huertos".
Además de los dos incidentes con muertos mencionados, las denuncias incluyen la innecesaria destrucción de propiedad privada. "Tirábamos todo por la ventana para ordenar y hacer espacio. Todo: refrigeradores, vajilla, muebles. Ordenar era tirar todo lo que había en el interior" de la vivienda, relató un soldado.
La investigación del ejército ignora muchas denuncias sobre la permisividad respecto del código de conducta militar durante el ataque contra Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) en Gaza y lo que los soldados señalaron como el modo de pensar preponderante entre los efectivos.
Un comandante de escuadrón había relatado que "el clima general, por lo que pude ver en la mayoría de mis hombres no sabría cómo describirlo. Podría decirse que la vida de los palestinos es mucho, mucho menos importante que la de nuestros soldados. En lo que a ellos respecta, así lo justifican".
Tras escuchar las declaraciones, el director del instituto militar Isaac Rabin, Danny Zamir, señaló que "expresan una atmósfera en la que uno se siente con derecho a hacer un uso ilimitado de la fuerza contra los palestinos".
La conclusión de la investigación coincide con el inicio del gobierno derechista del primer ministro Benjamín Netanyahu, que no esconde su intención de "erradicar a Hamás", por lo que es improbable que haya más investigaciones al respecto.
El resultado de la investigación transmite otro mensaje perturbador para la sociedad israelí: que la palabra de los soldados ya no tiene valor para los comandantes ni para los altos mandos del ejército.
Eso se suma a otra preocupación derivada del caso del cabo israelí Gilad Shalit, secuestrado por Hamás en junio de 2006: que el ejército y el gobierno no cumplen con una de sus obligaciones fundamentales, a saber, nunca abandonar a un soldado en el campo de batalla.
Negar las conductas inapropiadas durante la guerra sólo avivará la polémica respecto de la legitimidad de la operación en su conjunto: la cantidad de civiles y combatientes palestinos muertos y si fue desproporcionado, o no, el uso de la fuerza ejercida por Israel para impedir el lanzamiento de cohetes desde Gaza contra centros poblados del sur del país.
Según el primer recuento oficial de víctimas palestinas divulgado el 26 de marzo por el ejército israelí, hubo 1.166 muertos, entre ellos "295 no combatientes". Pero el Centro Palestino de Derechos Humanos, de Gaza, señaló que murieron 1.417 personas, entre ellas 926 civiles.