La participación de soldados de Estados Unidos en el último embate de las fuerzas iraquíes contra milicias sunitas en el centro de Bagdad fue un adelanto del tipo de combate que posiblemente se vea en los próximos tres años.
El arresto de un importante líder del movimiento sunita Consejos del Despertar (también llamado Hijos de Iraq) y de siete de sus subordinados lo que desató los enfrentamientos— fue planificado en conjunto por el primer ministro Nouri al Maliki y el comando estadounidense como una medida antiterrorista y no como represión sectaria.
Sin embargo, se trató de un episodio más en la larga lucha por el poder entre el gobierno iraquí, dominado por la rama chiita del Islam, y las organizaciones del tronco sunita, que demandan más representación.
La batalla del domingo en la central zona bagdadí de Fadhil fue una nueva señal de que el comando de Estados Unidos se ha permitido participar de la campaña de Al Maliki para sacar del camino a los jefes de los grupos sunitas integrados por ex insurgentes.
La detención del popular comandante sunita Adel al Mashadani desencadenó un proceso que llevó a gran parte de los Consejos del Despertar —hasta ahora aliados del gobierno iraquí y de las fuerzas estadounidenses para garantizar la seguridad en Bagdad— a volver a la resistencia clandestina.
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El levantamiento en Fadhil significó la primera vez que unidades de los Consejos del Despertar responden por la fuerza a una campaña de represión gubernamental contra específicos líderes milicianos sunitas, iniciada en la primavera boreal de 2008.
A pesar de los publicitados esfuerzos de Estados Unidos para asegurarle a los Consejos del Despertar que no han sido dejados a merced de la represión gubernamental chiita, la colaboración de las fuerzas de ocupación en la operación de Fadhil desató una ola de amenazas por parte de comandantes de los movimientos sunitas en otros barrios bagdadíes de retornar a la resistencia armada.
Dada la actual definición de Estados Unidos de su misión en Iraq, sus fuerzas probablemente estarán directamente involucradas en más operaciones de este tipo en el futuro, dijeron analistas.
Los Consejos del Despertar (o Al Sahwa, en árabe) fueron creados en 2007 gracias a un acuerdo entre las fuerzas de ocupación, jefes tribales y algunos comandantes de la resistencia, bajo el cual los entonces insurgentes se convirtieron en fuerzas de seguridad locales pagas en barrios de Bagdad, así como en las vecinas provincias de Diyala y Anbar.
Pero Al Maliki nunca ocultó su hostilidad con este acuerdo. "Estas personas (los sunitas) son como un cáncer, y tenemos que expulsarlas", afirmó un general iraquí, citado por Shawn Brimley y Colin Kahl, del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense.
Las unidades del ejército iraquí y las fuerzas de operaciones especiales, controladas directamente por Al Maliki, comenzaron el año pasado a detener a líderes de las milicias sunitas en Diyala y Bagdad.
A pesar de la evidencia de que el primer ministro intentaba destruirlos, Estados Unidos acordó en octubre pasado ceder el control de los alrededor de 90.000 miembros de los Consejos del Despertar a las autoridades iraquíes. El gobierno aceptó seguir pagándoles 300 dólares al mes.
Sin embargo, suspendió los pagos hace más de un mes, medida que las autoridades estadounidenses explicaron como consecuencia de un fallo burocrático más que una política deliberada.
John McCreary, analista retirado de inteligencia militar en Medio Oriente, dijo en una entrevista que el enfrentamiento en Fadhil fue "sólo la primera ronda" de una nueva fase en la campaña de Al Maliki para eliminar a los Consejos del Despertar, a los que considera una potencial amenaza a su régimen, antes de que Estados Unidos complete el repliegue de sus tropas en 2011.
"Tiene que neutralizar a sus enemigos mientras todavía cuenta con los estadounidenses aquí para ayudarlo a seguir en el poder", dijo McCreary.
Al Maliki explotó inteligentemente la asociación entre las fuerzas de ocupación y el ejército iraquí para hacer participar a Estados Unidos en su campaña contra los sunitas. Una de las características de esa relación es que los militares estadounidenses son renuentes a actuar política y operativamente en forma separada a sus pares iraquíes.
A pesar de no estar satisfecho con la política de Al Maliki con los Consejos del Despertar, el comando estadounidense en Iraq no se opuso al arresto de Al Mashadani, en especial ante la insistencia del gobierno de que no era parte de una campaña antisunita sino una detención individual de un hombre que había cometido delitos.
Así, el comando estadounidense y el gobierno de Al Maliki repitieron la táctica empleada entre 2007 y 2008 contra los comandantes del insurgente Ejército Mahdi, liderado por el clérigo chiita Muqtada al-Sadr.
El portavoz militar estadounidense Bill Buckner justificó la detención de Al Mashadani citando una orden de arresto emitida en diciembre de 2008 contra ese líder acusado de siete delitos, incluyendo extorsión, atentados con bomba contra las fuerzas iraquíes y vínculos con la red radical islámica Al Qaeda.
Pero la verdadera razón para la detención de Al Mashadani al parecer es que éste abrazó públicamente la ideología del panárabe Partido Baaz, del derrocado presidente Saddam Hussein (1979-2003).
Un portavoz de Al Maliki acusó al líder de los Consejos del Despertar en Fadhil de formar una célula secreta para apoyar al Partido Baaz. Esto no es ilegal según la actual ley iraquí, pero de acuerdo con el periódico en árabe Al Zaman, el gobernante Partido Dawa procura la proscripción de la ideología baazista.
Dejando en claro la naturaleza sectaria de la represión contra los comandantes sunitas, las fuerzas iraquíes detuvieron el 24 de marzo a Raad Alí, comandante sunita en la occidental área bagdadí de Gazaliyah, informaron el lunes Ned Parker y Qasar Ahmed, del periódico estadounidense Los Angeles Times.
A diferencia de Al Mashadani, Alí nunca expresó lealtad al Partido Baaz y ha subrayado su renuncia a la insurgencia.
McCreary dijo que no hay evidencias para afirmar que Estados Unidos "apoya una purga" de sunitas, pero añadió que sí "se siente obligado a trabajar con el hombre que ayudó a colocar en el poder". La disposición a respaldar a Al Maliki, aun si sus políticas son equivocadas, va en función del deseo de "dejar un gobierno lo más estable posible" antes del repliegue, sostuvo.
El analista dijo que la necesidad de apoyar al gobierno chiita en la última fase de la presencia militar en Iraq demuestra que la neutralidad de Estados Unidos en la guerra sectaria ya no es posible. "Ya no estamos en posición de tener un pie en cada campo. No podemos apoyar a sunitas y chiitas", afirmó.
Esto incidirá en el tipo de combates en los que participarán las fuerzas estadounidenses a partir de ahora, según McCreary. "Estarán involucradas en ayudar a planear y respaldar operaciones que podrían ser desagradables. Así es como funciona", añadió.
Stephen Negus, corresponsal en Iraq del periódico británico Financial Times hasta 2004 y ahora miembro del Centro Woodrow Wilson en Washington, dijo que las fuerzas estadounidenses tendrán que apoyar a sus pares iraquíes en cualquier batalla, sin importar cómo comenzó. "Si tienes un aliado que recibe disparos, debes responder", indicó.
A menos que el gobierno de Barack Obama adopte una explícita política de mantenerse fuera de la guerra sectaria, las tropas estadounidenses tendrán que participar de más combates contra sunitas.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.