El gobierno de Egipto lanzó una intensa campaña mediática contra el movimiento chiita libanés Hezbolá (Partido de Dios), al que acusa de planear acciones violentas en su territorio.
Las autoridades egipcias anunciaron a comienzos de este mes el descubrimiento de una "célula" de Hezbolá que presuntamente se dedicaba a maquinar atentados, pero el líder de esa organización islámica, Hasan Nasrallah, insistió en que solamente se le encargó ayudar a la resistencia palestina en Gaza.
Los funcionarios del gobierno "vilipendian a Hezbolá y a Teherán, mientras que la prensa estatal ha recurrido a insultos baratos", dijo a IPS Diaa Rashwan, analista del semioficial Centro de Estudios Políticos y Estratégicos de Al Ahram.
El 8 de este mes, las autoridades anunciaron el descubrimiento de 49 miembros de una "célula terrorista" que operaba en Egipto, liderada por Hezbolá. Según informes oficiales, 25 integrantes de la organización —que incluía a egipcios, palestinos y libaneses— habían sido arrestados a fines de diciembre, mientras que otros 24 todavía estaban libres.
Los funcionarios de seguridad aseguraron que la organización preparaba ataques terroristas y acciones de espionaje en territorio egipcio.
[related_articles]
En un discurso televisado dos días después, Nasrallah admitió que un miembro de Hezbolá había liderado una misión a Egipto que buscaba brindar "ayuda logística" a la resistencia palestina liderada por Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) dentro de la franja de Gaza.
Dijo que el objetivo de la misión, que incluía 10 operativos adicionales en Egipto, era "transportar municiones e individuos para beneficio de la resistencia dentro de Palestina".
Incluso desde que Hamás obtuvo una amplia mayoría en las elecciones legislativas palestinas de 2006, Gaza ha estado sellada en su mayor parte por Egipto —país con el que comparte una frontera de 14 kilómetros— e Israel.
Nasrallah negó las acusaciones de que su organización hubiera planeado actos de terrorismo o se hubiera comprometido en actividades de espionaje contra Egipto.
Pero esto no satisfizo a los funcionarios del gobernante Partido Nacional Democrático (NDP), del presidente Hosni Mubarak, quien se apresuró a expresar su indignación por lo que percibió como una "maquinación contra Egipto" por parte de Hezbolá.
"Las acciones de Hezbolá lo han convertido en un partido criminal", declaró el 14 de este mes el incondicional del NDP y portavoz parlamentario Fathi Sorour.
"El reconocimiento de Nasrallah lo vuelve un criminal sujeto a castigo bajo el código penal egipcio", sostuvo.
La formidable maquinaria de los medios estatales egipcios se puso en marcha a todo vapor, mostrando el descubrimiento como un ataque frontal a la soberanía nacional de Egipto.
"Nasrallah quería convertir a Egipto en un terreno para la anarquía, el terrorismo, la destrucción y los asesinatos", clamó Mustafa Hasan, del NDP, en el periódico estatal Al-Akhbar.
El diario oficial Al-Gomhouriya llamó "criminal" al líder de la resistencia libanesa.
Ésta no es la primera vez que Egipto le muestra sus colmillos a Hezbolá, al que —como organización islámica insurgente, no estatal, comprometida con la resistencia a la ocupación israelí— ve con aprensión.
Las relaciones entre ambos han sido particularmente ásperas desde 2006, cuando Egipto apoyó tácitamente a Israel en su guerra contra Hezbolá en el sur de Líbano.
La animosidad mutua volvió a encenderse durante la última ofensiva israelí contra Gaza, entre el 27 de diciembre y el 17 de enero, en la que murieron más de 1.400 palestinos, en su mayoría civiles.
Durante la crisis, Hezbolá criticó duramente la decisión de Egipto de mantener sellada su frontera con la franja, pese a la creciente catástrofe humanitaria que enfrentaban los 1,5 millones de habitantes de ese territorio gobernado por Hamás.
Aunque refutó las acusaciones de terrorismo que le hizo Egipto, Nasrallah defendió los esfuerzos de su organización por ayudar a la asediada resistencia palestina.
"Si ayudar a nuestros hermanos palestinos —cuya tierra está ocupada y que están siendo sitiados, asesinados, desplazados y a quienes se está matando de hambre— es un delito, entonces lo confieso oficialmente", declaró.
Varios analistas egipcios cuestionan las denuncias de terrorismo que el gobierno hizo a Hezbolá.
"Desde su advenimiento a comienzos de los años 80, Hezbolá solamente atacó objetivos israelíes en territorio ocupado por Israel", dijo Rashwan, una autoridad en materia de organizaciones islamistas.
"Al ser sometidos a interrogatorios, los hombres acusados negaron estar planeando ataques en Egipto. Incluso dijeron que se les ordenó específicamente no tomar por blanco a intereses israelíes en el Sinaí.
"Estos hechos sugieren que solamente se les encargó contrabandear armas hacia Gaza", agregó Rashwan.
"Hezbolá no debería haber intentado esto sin el consentimiento egipcio, pero el incidente no debería ser tratado como un delito o como terrorismo", planteó.
Gamal Fahmi, analista político y editor del semanario opositor Al-Arabi Al-Nassiri, también planteó dudas sobre las afirmaciones del gobierno, que según él fueron inventadas para desacreditar a Hezbolá y a otras organizaciones de la resistencia.
"Si la organización estuvo en Egipto durante un año, como señalan las autoridades, ¿por qué no llevó a cabo ninguno de los ataques que supuestamente estaba planeando?", dijo Fahmi a IPS.
"Al confesar la operación, Nasrallah se equivocó, dándole al régimen una excusa para lanzar su campaña mediática contra Hezbolá, pero eso no significa que sea una equivocación apoyar a la resistencia. Y ¿cómo más se apoya a la resistencia cuando la única manera de ingresar a la franja de Gaza —excepto por mar o a través de Israel— es cruzando la frontera egipcia?", dijo Fahmi.
Fahmi también desafió las afirmaciones del gobierno, publicadas regularmente en la prensa estatal, de que Hezbolá había "violado la soberanía de Egipto".
"¿Por qué estos funcionarios no se quejan cuando Israel bombardea nuestra frontera con Gaza casi a diario, en clara violación del acuerdo de paz de Camp David?", preguntó.
El acuerdo de Camp David, firmado por Egipto e Israel en 1979, prohíbe cualquier actividad militar de cualquiera de las partes en la frontera o cerca de ella.
Fahmi dijo que la actual campaña contra Hezbolá fue parte de una estrategia gubernamental de largo plazo para mostrar al Irán chiita, principal respaldo de Hezbolá, como el enemigo número uno de Egipto.
"Las afirmaciones oficiales de que Irán es el principal enemigo de Egipto son estúpidos y totalmente fuera de tono con los intereses estratégicos de Egipto. Israel es una entidad inventada, creada expresamente para destruir a la nación árabe, mientras que Irán es, como mucho, apenas un competidor por la influencia regional", opinó.
"¿Cómo se puede señalar como el principal peligro a un país que está a miles de millas de distancia, con una identidad y una cultura islámica compartida, mientras se pasa por alto la amenaza en la propia puerta?", preguntó Fahmi.
"El nuevo ministro de Relaciones Exteriores israelí (Avigdor Lieberman) amenazó con bombardear la egipcia represa (de Asuán), así que ¿quién es más peligroso, Israel o Irán?", planteó.
Rashwan coincidió en que Israel continúa representando la mayor amenaza para la seguridad nacional egipcia. "Fue Israel, no Irán, quien intentó ocupar la egipcia península del Sinaí. Y pese a todas las conversaciones sobre las ambiciones nucleares iraníes, es Israel, no Irán, el que actualmente está sentando sobre uno de los mayores arsenales nucleares del mundo", dijo.