Veinte por ciento de los hogares de Vietnam padecen violencia doméstica, según estadísticas oficiales. Pero el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) cree que ese porcentaje es apenas la punta del iceberg.
Esto se debe a que no se reportan todos los casos y a que "la población no reconoce una situación de violencia doméstica", dijo a IPS April Pham, experta en género de esa agencia.
La prensa de Vietnam se dedica cada vez más a informar sobre este flagelo. Muchos medios destacan los peores casos, apoyados en la Ley sobre Violencia Doméstica aprobada el año pasado. El problema pasa al primer plano en el país comunista, aunque lentamente.
"Hombres y mujeres unidos para poner fin a la violencia contra mujeres y niñas." Ése fue, este año, el lema del Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de marzo.
"Pienso que la violencia doméstica es un gran problema aquí. Pero no queremos hablar sobre eso", dijo Huong —quien no quiso dar su nombre completo—, a cargo de un diminuto salón de belleza en una habitación de su casa. Las otras mujeres presentes asintieron.
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Es esta reticencia, así como la creencia de que se trata de un asunto privado o que los esposos tienen "derecho" a maltratar a sus parejas, lo que ha hecho que el problema no se reconozca.
Expertos en género y medios locales también han culpado a algunas lecturas de la filosofía confuciana, según los cuales que la esposa es el "yin" moderado del "yang" más exaltado del esposo.
Con unos tres millones de habitantes, Hanoi tiene apenas dos centros para tratar a las víctimas de la violencia doméstica.
Estas instituciones "son muy nuevas para Vietnam, así que la gente no sabe mucho sobre ellas", dijo a IPS Bich Ngoc Vu, gerenta en Vietnam de los programas de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Durante mucho tiempo, Vietnam, que ratificó la Convención en 1982, ha tenido un papel de liderazgo regional en materia de igualdad de género.
La proporción de hombres y mujeres alfabetizados, por ejemplo, es casi igual, aunque difiere mucho en áreas rurales y entre minorías étnicas. Las mujeres ocupan casi 26 por ciento de los escaños de la Asamblea Nacional (congreso legislativo).
Las mujeres también constituyen alrededor de 80 por ciento de la fuerza de trabajo.
Pero existe un rezago entre la legislación y la acción. La nueva ley, y la campaña mediática que la acompaña, pueden no dar frutos en los próximos años.
"La ley es una cosa y la implementación es otra. Incluso es necesario capacitar a los funcionarios sobre las leyes y las políticas. Esto insumirá años", dijo Bich Ngoc Vu.
Lam Phuong Ta, de 52 años, es propietaria de otro salón de belleza, a la vuelta del de Huong. Estos lugares son muy comunes en el laberinto de calles de Hanoi. Allí las mujeres pueden disfrutar de un lavado y secado de pelo por 85 centavos de dólar, mientras se ponen al día con los chismes del barrio, lejos de sus esposos.
"Oí un poco sobre esta ley. Sé que si ocurre algo realmente malo la Unión de Mujeres hará algo. Pero, para ser honesta, nada ha cambiado", dijo.
"Esto muestra que en Vietnam hay voluntad política para tener igualdad de género", opinó April Pham, con cauteloso optimismo.
"Tenemos un largo trecho que recorrer, pero muchos jóvenes están comenzando a incorporar la idea de la igualdad de los sexos. Sin embargo, esto se da principalmente en la clase media urbana", agregó.
El estudiante de electrónica Nguyen Hoang Tham, de 22 años, es uno de esos jóvenes. Con su cabello teñido de color ciruela oscuro y sus llamativos aros de cristal, cada centímetro de su ser lo define como el joven urbano con estilo.
"Yo respeto a las mujeres, pero otros hombres realmente no las tratan tan bien. A mi novia le compré rosas para el Día de la Mujer", expresó.
Para la peluquera Huong, esa jornada fue muy ajetreada, dado que "todas querían verse hermosas".
En los días anteriores, el precio de las flores se triplicó. Muchos restaurantes ofrecieron platos especiales. Y algunas empleadas afortunadas disfrutaron de un pago extra concedido por sus empleadores.
Pero la abundancia de rosas y cajas de chocolates no alcanza para paliar la violencia doméstica en Vietnam, donde la vida cotidiana de muchas mujeres sigue siendo muy dura.