En Kenia, la batalla contra la mortalidad materna se libra en barrios pobres como el capitalino de Dandora: dos centros de atención médica, mal equipados y con poco personal, para atender a 600.000 personas.
Cuando la gente de Dandora tiene un problema de salud depende de sí misma o de los curanderos.
La enfermera jubilada Evelyn Mutio fundó en 1995 la clínica privada Mkunga Nursing Home, especializada en salud reproductiva, para atender a la población de Dandora y zonas aledañas, a un costo menor que el de los hospitales públicos.
Cuando faltan seis años de plazo para cumplir los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, a Kenia le falta mucho para alcanzar la meta de reducir en tres cuartos la mortalidad materna que se registraba en 1990.
En 2003 había 414 muertes de mujeres por cada 100.000 nacidos vivos, según la encuesta nacional de salud de Kenia. El objetivo es bajar esa cantidad a 147. Otro estudio está previsto para fines de este año. Mutio habló sin tapujos de estos temas con IPS.
[related_articles]
IPS: Las últimas cifras oficiales de mortalidad materna son de 2003, ¿qué avances se registraron desde entonces, si los hubo?
EVELYN MUTIO: La situación no se modificó. Si hubo un cambio, no fue para mejor por la sencilla razón de que no se registran todas las muertes. Los grandes hospitales donde muchas mujeres se atienden llevan registros, ¿pero qué hay de todas las que mueren pariendo en sus casas o en asentamientos como Dandora?
Cuando yo me entero de que una mujer tiene complicaciones con su embarazo, ya fue tratada por algún miembro de la comunidad, que demoró la asistencia profesional.
Para cuando se deciden a llevarla a un hospital, después de haber deliberado sobre cuál pueden pagar, llegan a mi clínica. Pero suele ser tarde y ya no le puedo dar la atención necesaria. Entonces la derivo al Hospital Nacional Kenyatta de Nairobi o a la maternidad Pumwani, que es la más grande.
Mientras encuentran los medios para llegar, se hace cada vez más tarde. A veces vienen a contarme que les dijeron "vayan directo a la morgue".
IPS: ¿Qué le parece que habría que hacer para revertir la situación?
EM: Es importante que haya más centros de salud donde reside mucha gente y disminuir los costos u ofrecer atención gratuita.
La situación es peor en zonas rurales, como en el este del país, donde también trabajo. Las mujeres con complicaciones durante el embarazo se mueren en el camino después de andar kilómetros y kilómetros para llegar a una clínica.
Además de construir hospitales y clínicas, tienen que tener personal capacitado y estar bien equipados, para no tener que derivarlas al Hospital Nacional Kenyatta, de Nairobi.
IPS: ¿Qué otros factores vinculados a la mortalidad materna le preocupan?
EM: Me preocupan las muertes causadas por abortos mal hechos. Hay mujeres y adolescentes embarazadas y nadie de su entorno lo sabe, porque por algún motivo lo esconden. Es un embarazo no deseado y harán lo que sea para interrumpirlo.
A veces nos dicen "prefiero morir a estar embarazada". Esos son los casos que más nos preocupan. Digo esto porque si una madre no desea el embarazo, se hará un aborto clandestino, con el consiguiente riesgo de tener complicaciones.
Cuando se da cuenta de que no era lo que esperaba, ya está sangrando y puede morir. Ahí es cuando avisa. Como mi clínica está cerca, la traen de apuro. La atendemos, detenemos el sangrado y le salvamos la vida.
IPS: ¿Qué tan difundido está el problema?
EM: Hemos tenido entre 20 y 30 pacientes al mes. La cifra disminuyó un poco. Pero hay abortos inseguros y es un problema grave que debe ser atendido porque influye mucho en la mortalidad materna.
IPS: ¿Cuáles son los desafíos futuros?
EM: Hay muy poco personal capacitado, así que necesitamos más gente para generar conciencia en la comunidad sobre cómo evitar embarazos no deseados. Este tipo de información no existe.
También es importante la difusión de los diferentes métodos anticonceptivos. Algunos todavía no son muy aceptados.
Ahora estamos promocionando el dispositivo intrauterino (DIU), un método de planificación familiar fácil de colocar y que no hay que recordar, como la píldora. Pero muchas mujeres lo rechazan porque creen en mitos, como que puede causar cáncer de cuello uterino o lastimar al bebé, si deciden quedar embarazadas.
A veces los hombres dicen que se pinchan con el DIU durante la relación sexual y piden a sus compañeras que se lo saquen. Cuando ellas vienen a la clínica nos ponemos de acuerdo y decimos que se lo retiramos, pero en realidad lo dejamos. Los maridos quedan contentos y nos vienen a agradecer. Así comprueban que es su propia imaginación.
IPS: ¿Hay suficientes anticonceptivos?
EM: No. Muchas veces recibimos quejas de que en los centros de atención de salud pública se agotaron. Como el gobierno es el proveedor, cuando a ellos se les acaban, a nosotros también y tenemos que comprar para nuestros pacientes.
El gobierno tiene que garantizar la disponibilidad para que las mujeres no interrumpan el tratamiento y no corran el riesgo de quedar embarazadas. Esa es la causa de los abortos inseguros.