LIBROS-CHILE: Crónicas de identidad

Envidia, improvisación, inseguridad, miedo al ridículo, clasismo e impuntualidad son algunos de los tics de los chilenos, según 21 grandes cronistas incluidos en un libro que escudriña el carácter nacional.

"Los chilenos tenemos una tendencia irresistible a definir a Chile, a definir 'lo chileno', a definirnos. Somos definidores y autodefinitorios, quizás porque no somos, en último término, fáciles de definir", escribía en 1992 Jorge Edwards, autor de libros como "El Peso de la Noche" (1961) y "La Casa de Dostoievsky" (2008).

"Chile es la 'loca geografía', la 'fértil provincia', la 'angosta faja', la 'Inglaterra de América del Sur'. Es, sucesivamente, el país de historiadores, el país de poetas, el país de la fruta y del hielo antártico. Queremos que nos defina un iceberg, un grano de uva, un filón de cobre, algo tangible", agregaba Edwards, ganador del Premio Nacional de Literatura y el Premio Cervantes. Ambos párrafos están contenidos en el libro "Tics de los chilenos. Vicios y virtudes nacionales según nuestros grandes cronistas", de Cecilia García-Huidobro, publicado a fines de enero por editorial Catalonia, con muy buena recepción de los lectores.

La primera versión del libro, aparecida en 1998, incluía fragmentos de artículos de prensa elaborados por 18 novelistas, poetas, políticos e intelectuales del país. Para la actual edición, la autora agregó la mirada de tres nuevos escritores: Pedro Lemebel, nacido en 1955, Roberto Merino, en 1961, y Rafael Gumucio, en 1970.

"La idea era ir actualizando este Chile retratado por los cronistas", pensando que en 2010 se conmemora el bicentenario del país, explicó a IPS García-Huidobro, quien es profesora de castellano, periodista y magíster en literatura.

Como es lógico, mucho del Chile descrito a principios del siglo XX no se parece al del siglo XXI. Pero hay ciertas características de los habitantes de esta tierra que se mantienen constantes en el tiempo. García-Huidobro las llama "tics", es decir, conductas "involuntarias", "mecánicas", que repetidas pueden leerse como rasgos de identidad.

Algunos tics son al mismo tiempo vicios y virtudes, explica.

Al parecer, la geografía de este país sudamericano de 16 millones de habitantes es el aspecto que más ha influido en la conformación de la "chilenidad", coinciden los autores incluidos de este libro de 254 páginas.

Antes de que el proceso de globalización se asentara en el mundo, Chile era percibido internamente como una isla: en un rincón del mapa, con el árido desierto de Atacama por el norte, con la cordillera de Los Andes y el océano Pacífico flanqueando a cada lado, y con el hielo de la Antártida a los pies.

A esto se agrega la periódica ocurrencia de desastres naturales, como terremotos, inundaciones y sequías.

El defecto chileno más mencionado en el libro es la envidia, herencia de la conquista española, según varios cronistas, hoy consecuencia de la gran desigualdad y el clasismo que caracteriza al país, de acuerdo a Rafael Gumucio.

El "chaqueteo" sería la principal manifestación de la envidia en Chile. Este concepto es definido por la Real Academia Española como el hecho de "impedir por malas artes, normalmente el desprestigio, que alguien se destaque o sobresalga".

"Mi peor biografía les llegará siempre de Chile; que es mejor verme vivir y saber de mí por mi conducta. Estaré contenta cuando vuelva a vivir sin chismorreo en tierra extranjera", decía la premio Novel de Literatura Gabriela Mistral (1889-1957).

Otro vicio recurrente es la improvisación ante todo, apuntan los cronistas.

"Somos improvisadores, vivimos de milagros. Nos gusta dejar las cosas para último momento. Como si quisiéramos autosorprendernos, pillarnos desprevenidos a nosotros mismos", afirma el escritor Guillermo Blanco (1926), quien también define a Chile como un "chiquitista", porque en este país todo se habla en diminutivo. Un cafecito, una fiestecita, un minutito.

"Hay quienes ven en el fenómeno una actitud de apocamiento, el diminutivo nace de un complejo de inferioridad", agrega Blanco.

Para Edwards, "los chilenos pasamos con frecuencia del complejo de inferioridad a un triunfalismo de almanaque". En el país también se da una "admiración histérica" hacia "todo lo que tiene consagración internacional", apunta.

"El chileno está transido en filosofías de temblores. Sus plantas se ponen en terreno incierto. Nada es durable ni definitivo. De pronto brama la tierra y nos nivela de golpe en el hoyo. Lejos de ser fanfarrón, el chileno es apequenado, descuidado", decía el premio nacional de literatura y de periodismo Joaquín Edwards Bello (1887-1968), a mediados del siglo pasado.

El "descuido generalizado" y la tendencia a la "copia" se suma al afán por "demoler" lo antiguo y por "destruir" la naturaleza, advierten varios cronistas.

Los chilenos siempre quieren irse del país, pero cuando están afuera tienden a sufrir "de una nostalgia inexplicable".

De los relatos seleccionados por García-Huidobro, actual decana de la Facultad de Comunicación y Letras de la privada Universidad Diego Portales, también se desprende que los chilenos son "trabajólicos", buenos para endeudadarse, xenófobos, impuntuales, excesivamente legalistas y con graves problemas de dicción.

Pedro Lemebel sostiene que "el invierno, la estación más desnuda del año, revela las enormes desigualdades de un país que dice haber superado la fonola (lámina de cartón para construir viviendas precarias) tercermundista".

"El veraneo", por su parte, "es una forma de enajenación, una locura colectiva. Para cumplir estos sueños mucha gente pide plata prestada a financieras y bancos (36 cuotas reajustables), fiel al lema del Chile de hoy: 'Disfrute ahora y pague después'", relata el escritor Enrique Lafourcade (1927).

La mujer chilena es fuente de vicios y virtudes. El sociólogo y escritor Benjamín Subercaseaux (1902-1973) la define como una "mártir", "porque ella es el muro de carne doliente donde viene a estrellarse el sinnúmero de defectos nuestros".

En tanto, Rafael Gumucio, el más joven de los cronistas seleccionados, cree que "la madre chilena, la mami, es mucho más dominante que la judía o la italiana. No necesita gritar o llorar. Sólo mira con esos ojos de gallina apaleada, la rabia india apretando los labios, las manos cruzadas rezando, para que el hijo agache la cabeza y obedezca sin chistar". Muchas veces esta actitud se traduce en hombres inseguros y machistas, alertan.

"Somos una sociedad entrañable por nuestras contradicciones. Somos una sociedad muy determinada por la geografía, por haber sido prácticamente una isla por muchos siglos. Eso nos hizo caracterizarnos con una cierta inseguridad, por eso tenemos bastante temor al ridículo, por eso hay muy pocos personajes excéntricos en Chile. Tratamos de parecernos mucho, de no sobresalir porque eso puede desatar la envidia", dice la autora de "Tics de los chilenos…".

Aunque de a poco las nuevas generaciones han ido perdiendo estos rasgos, plantea el siquiatra y escritor Marco Antonio de la Parra (1952).

"Antes éramos chaqueteros, envidiosos, de una falsa modestia pocas veces vista, soberbios de nuestra sobriedad. Nos hemos vuelto individualistas, con menos temor al ridículo, nos hemos vuelto un poco el Miami del Cono Sur" de América, lanza.

Otros cronistas incluidos en el libro son el empresario y ministro Adolfo Ibáñez (1880-1949), el político y escritor Jenaro Prieto (1889-1946), el crítico literario Hernán Díaz Arrieta (1891-1984), el poeta Vicente Huidobro (1893- 1948), el escritor y diplomático Salvador Reyes (1899-1970) y el académico y político Ricardo Latcham (1903-1965).

También el profesor y político Horario Serrano (1904-1980), el poeta Eduardo Anguita (1914-1992), el profesor universitario Luis Oyarzún (1920-1972), la escritora Isabel Allende (1942) y el consultor financiero y escritor David Gallagher (1944).

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