La grave herida infligida a un activista estadounidense por soldados israelíes en una aldea palestina puso en evidencia el uso de la fuerza del ejército de Israel contra la población civil indefensa.
Tristan Anderson recibió un golpe en la cabeza durante una protesta contra la barrera que divide a Israel del territorio palestino de Cisjordania la semana pasada. El activista de 38 años permanece en cuidados intensivos en el Hospital Tel Hashomer de Tel Aviv.
Anderson era uno de los 400 manifestantes palestinos, israelíes y de otros países que participaron en una manifestación en la aldea de Niilin, cercana a esta central ciudad cisjordana, cuando una bomba de gas lacrimógeno le golpeó la cabeza.
Organizaciones de derechos humanos acusan al ejército de Israel de hacer un uso indiscriminado de la fuerza y de probar nuevas armas contra manifestantes desarmados desde la última ofensiva de tres semanas contra el territorio palestino de Gaza del 27 de diciembre al 19 de enero.
Disparar bombas lacrimógenas es una nueva modalidad usada por las fuerzas israelíes, que puede ser letal si se dispara directamente contra los manifestantes.
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La bomba puede proyectarse a más de 400 metros. No hace ruido cuando se los dispara ni deja una estela de humo. Además cuenta con un propulsor para acelerarse en el aire. La combinación de velocidad y silencio aumenta su peligrosidad.
Testigos relataron a medios de comunicación y a organizaciones de derechos humanos que vieron soldados israelíes apuntar a Anderson desde unos 60 metros antes de disparar. La bomba le pegó en la cabeza y le causó un daño severo en su ojo derecho y debió ser sometido a una neurocirugía.
Los soldados israelíes siguieron disparando bombas lacrimógenas contra Anderson cuando ya estaba en el piso y contra las personas que lo rodeaban, incluidos los paramédicos que trataban de prestarle primeros auxilios.
Luego la ambulancia palestina que llevaba a Anderson al hospital fue detenida por efectivos israelíes al menos cinco minutos. La dejaron pasar tras acaloradas discusiones con otros extranjeros que estaban en el lugar.
El traslado de Anderson se demoró 15 minutos más a la espera de una ambulancia de Israel, pues las palestinas no pueden ingresar en territorio israelí sin un permiso especial.
El activista israelí Jonathan Pollack, quien vio lo ocurrido, dijo a IPS que los soldados dispararon sin necesidad. "No había forma de que sus vidas corrieran el más mínimo peligro o que pudieran resultar heridos", subrayó.
"Es verdad el argumento del ejército de que les estaban tirando piedras, pero es imposible que pudieran alcanzarlos a 60 metros cuesta arriba o hacerles daño. Anderson definitivamente no participó en ninguna actividad violenta", aseguró.
Pollack relató que la protesta ya se había terminado y que los manifestantes se habían dispersado cuando lanzaron los gases lacrimógenos. "No dispararon en medio de un enfrentamiento. Anderson era uno de los 10 que quedaban dando vueltas por ahí".
Sarit Michaeli, portavoz de la organización israelí de derechos humanos BTselem, señaló que el ejército recurre a veces a medidas anti-mítines de forma indiscriminada. "La bomba lacrimógena no está pensada para usarse como un arma ni para dispararla directamente contra los manifestantes. Debe hacer una parábola o un ángulo", dijo a IPS.
"Tenemos testigos creíbles y yo misma vi soldados disparar contra personas que estaban lejos y que no tenían nada que ver con el lanzamiento de piedras. Aun si tienen derecho a defenderse alegando legítima defensa, están obligados a usar un mínimo de fuerza y de forma estrictamente proporcional", añadió.
A BTselem también le preocupan otros métodos para dispersar manifestaciones aún más severos.
Un periodista israelí recibió un disparo de bala de goma en el pecho pese a que los soldados sabían muy bien quién era. A fines del año pasado, el ejército volvió a usar rifles Ruger, que usan municiones calibre 22, contra manifestantes desarmados.
"Enviamos una carta a la corte marcial para protestar y cuestionar el uso del rifle Ruger", señaló Michaeli.
En 2001, el entonces fiscal general Menachem Finkelstein, ordenó dejar de usar el rifle Ruger, según BTselem. La decisión siguió a la muerte de varios niños y niñas palestinos en la franja de Gaza, asesinados con esa arma. Se demostró que los soldados la usaban contra manifestantes sin justificación alguna.
Además, los efectivos israelíes usan municiones reales contra manifestantes, contraviniendo el manual de combate del ejército.
El caso de Anderson ocupó la primera plana de varios periódicos del mundo porque era extranjero. Pero también fueron asesinados cuatro palestinos el años en la aldea de Niilin.
Ahmed Mousa, de 10 años, fue asesinado con municiones reales en julio de 2008. Al día siguiente, Yousef Amira, de 17, recibió una bala de goma en la cabeza que la causó muerte cerebral. Falleció una semana después.
Arafat Rateb Jawaje, de 22 años, fue asesinado en diciembre de un tiro en la espalda con una munición real. El mismo día, Mohammad Jawaje, de 20, recibió un disparo en la cabeza que le causó la muerte tres días después.
Los residentes de Niilin, con apoyo de extranjeros, protestan todas las semanas contra la confiscación de tierras para ampliar los asentamientos israelíes cercanos y contra la barrera de separación.
El muro, que corta el pueblo, separa a los agricultores palestinos de sus tierras. En 2004 la Corte Internacional de Justicia lo consideró ilegal.