ISRAEL-PALESTINA: Crece presión sobre Egipto por resultados

El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, salió mucho más airoso de la última guerra en la vecina Gaza de lo que un gran número de observadores esperaban, y una vez que finalizó el conflicto, quedó como único mediador entre palestinos e israelíes.

Pero, más de dos meses después, los activos esfuerzos de mediación egipcios no han tenido resultados, ni en las negociaciones para fortalecer el cese del fuego en Gaza ni para un intercambio de prisioneros entre Israel y Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) ni por una reconciliación entre las facciones palestinas.

Sin que se hayan alcanzado acuerdos sobre estos temas y mientras se espera la asunción de un gobierno más derechista en Israel, los 1,5 millones de habitantes de la Franja de Gaza continúan hundidos en el sufrimiento y en la indignación, que podría estallar de nuevo.

Hay mucho en juego para Mubarak, quien ha sido aliado clave de Estados Unidos en Medio Oriente desde que llegó al poder hace 28 años. Una importante cumbre árabe se realizará en Doha, Qatar, entre el 29 y 30 de este mes, en la que su desempeño en las mediaciones será uno de los temas clave.

Mientras, en Egipto, la inestabilidad socioeconómica aumenta en forma sostenida, y la Hermandad Musulmana, aliada clave de Hamás, todavía forma parte de la base principal de la oposición contra Mubarak.
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Se necesita un mediador comprometido para estabilizar el cese del fuego, porque los dos antagonistas todavía se niegan a negociar directamente. El actual frágil alto al fuego entró en vigor en enero y fue resultado de dos decisiones paralelas pero que nunca fueron negociadas.

Egipto fue intermediario en el en gran media exitoso cese del fuego de seis meses que ambas partes alcanzaron en junio de 2008, y durante la última guerra fue el único canal de mediación.

Uno de los principales intereses de El Cairo es impedir la propagación de la crisis de Gaza en sus asuntos internos, lo que podría ocurrir con una renovada batalla entre israelíes y palestinos o con un masivo ingreso en su territorio de desplazados de la Franja, como ocurrió en enero de 2008.

El paso de personas a través de la frontera se debió principalmente a la desesperación de la población civil que, desde que Hamás ganó las elecciones parlamentarias en enero de 2006, ha sufrido un bloqueo económico, instigado por Israel pero también puesto en práctica por Egipto.

Los cientos de miles de palestinos que cruzaron a Egipto compraron frenéticamente bienes de consumo básicos a comerciantes locales. Después de 16 días, Egipto y Hamás alcanzaron un acuerdo por el cual los palestinos regresaron a su tierra y la frontera fue bloqueada otra vez.

Los líderes de Hamás siempre insistieron en que cualquier cese del fuego con Israel debía ser acompañado del levantamiento del bloqueo. Pensaron que se habían asegurado esa promesa con el cese del fuego de junio de 2008, pero Israel nunca la cumplió. Hamás todavía insiste, pero Israel la rechaza.

Mientras, la situación en Gaza es todavía más dura, ya que en la última guerra, Israel destruyó miles de hogares y muchos edificios públicos, incluyendo el del parlamento.

Despreciando las fuertes protestas de organizaciones humanitarias y las más débiles de gobiernos occidentales, el saliente primer ministro de Israel, Ehud Olmert, no ha permitido el ingreso de ningún material de construcción en Gaza desde la guerra. Sólo ha avalado la entrada de un pequeño número de artículos de una corta lista de alimentos "estrictamente necesarios", así como algunos suministros higiénicos y médicos.

El levantamiento del cerco está relacionado con la reconciliación palestina, porque Israel señala que no puede permitir ninguna futura apertura de los puestos de cruce en Gaza, todos los cuales controla totalmente, a menos que miembros de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), presidida por Mahmoud Abbas, del partido secular Fatah, apoyado por Estados Unidos, estén presentes para recibir los bienes que ingresan. Las fuerzas de seguridad de Fatah fueron expulsadas de Gaza por Hamás en 2007.

Negociadores de esos dos grandes movimientos palestinos se han reunido en El Cairo desde febrero con el objetivo de formar un gobierno de unidad para la ANP. Israel y Estados Unidos han señalado que cualquier nuevo gobierno de Palestina debe reconocer al Estado judío, renunciar a la violencia y comprometerse a respetar todos los acuerdos asumidos por la ANP y la histórica Organización por la Liberación de Palestina.

Los líderes de Hamás habrían dicho estar dispuestos a "respetar" los compromisos previos de la ANP, pero no se "comprometieron" explícitamente a ellos.

En una rápida visita a Washington el miércoles, el poderoso jefe de seguridad de Egipto, Omar Suleiman, quien ha estado dirigiendo las negociaciones sobre Gaza en nombre de Mubarak, intentó ganar el respaldo del gobierno de Estados Unidos a sus iniciativas. Pero al parecer fracasó, y el jueves Egipto suspendió las conversaciones entre palestinos sin que se alcanzara ningún acuerdo sobre un nuevo gobierno.

Los intentos de Suleiman de mediar en el intercambio de prisioneros entre Israel y Hamás han sido igualmente infructuosos. Un acuerdo propone que el cabo israelí Gilad Shalit, prisionero de guerra en Gaza desde junio de 2006 y hoy bajo control de Hamás, sea intercambiado por cientos de palestinos detenidos.

Israel actualmente tiene entre 11.000 y 12.000 prisioneros políticos palestinos. Como todas las potencias coloniales y al igual que Estados Unidos en Iraq, ha hecho un uso prolongado y amplio de detenciones masivas en su campaña para doblegar al movimiento local de independencia.

Algunos prisioneros palestinos, incluyendo a quien se considera el líder de la nueva generación de Fatah, Marwan Barghouthi, fueron llevados a "juicio" en tribunales militares o civiles en los que sus derechos a un debido proceso no estuvieron ni cerca de ser respetados.

Otros simplemente han estado bajo órdenes de detención "administrativa" por seis meses, que se prorrogan frecuentemente.

El primer ministro Olmert parece haber tenido una fuerte motivación para lograr la liberación de Shalit, y a comienzos de esta semana parecía estar cerca un acuerdo por intercambio de prisioneros. Pero esas negociaciones también fracasaron.

El jueves, lejos de liberar algún preso palestino, las fuerzas israelíes ingresaron a localidades de Cisjordania supuestamente controladas por la ANP y capturaron a otros 20 miembros de Hamás, incluyendo a cuatro parlamentarios electos. Esto elevó a más de 40 el número de miembros del parlamento palestino, integrado por 132 legisladores, detenidos por Israel. Todos esos políticos fueron elegidos en elecciones libres y justas en 2006. El parlamento de la ANP ha sido incapaz desde junio de 2006 de lograr un cuórum para realizar sus actividades. Las últimas detenciones de políticos por parte de Israel causaron pocas protestas occidentales.

En entrevistas con IPS en las ciudades cisjordanas de Ramalá y Hebrón, tres parlamentarios de Hamás liberados en una fase anterior de la campaña de arrestos hablaron de las dificultades que sufrieron durante su detención, pero también de la continua moral alta de los prisioneros palestinos. Señalaron que la unidad nacional parecía mucho más fuerte entre los presos en las cárceles israelíes que entre los que están los territorios ocupados.

Para Mubarak, el fracaso en sus múltiples esfuerzos de mediación llega en un mal momento. En el mundo árabe, su principal rival, el presidente de Siria, Bashar Al Asad, ha ido lentamente ganando influencia.

Desde Washington, el presidente Barack Obama no ha ayudado a Mubarak a alcanzar ninguno de sus objetivos con las negociaciones, y ahora parece preocupantemente desinteresado en toda la crisis palestino-israelí. Y en Israel, el futuro primer ministro Benjamín Netanyahu se ha mostrado abiertamente desdeñoso de las preocupaciones de El Cairo en el pasado, al punto de que en una ocasión afirmó sin rodeos: "Egipto se puede ir al infierno".

Todos estos acontecimientos pueden preocupar mucho a Mubarak. El éxito en cualquiera de las negociaciones relacionadas con Palestina pudieron haber fortalecido su posición política a lo interno y en el exterior. Pero, hasta ahora, no ha tenido éxito en ninguna.

*Helena Cobban es una experta analista y escritora. Se la puede leer en el blog www.JustWorldNews.org

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