La mayoría de los judíos estadounidenses están a favor de negociaciones entre Israel y un gobierno de unidad palestino que incluya a Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica), según un estudio del movimiento por la paz pro-israelí J Street.
La investigación se basó en encuestas realizadas en la primera semana de marzo a 800 personas que se declararon judías.
Los entrevistados se mostraron muy favorables a que el gobierno estadounidense asuma un papel mucho más fuerte en los esfuerzos de paz. Cincuenta y dos por ciento de los encuestados sostuvieron que Washington debía "decirle a Israel que deje de construir asentamientos" en Cisjordania.
Tres de cada cuatro consultados dijeron estar a favor del ataque israelí contra Gaza, lanzado entre el 27 de diciembre y el 17 de enero, pero 59 por ciento reconocieron que la ofensiva no mejoró la seguridad de Israel.
El enfrentamiento de tres semanas contra Hamás, que le costó la vida a 1.400 palestinos y 13 israelíes, fue muy criticado por organizaciones de derechos humanos de todo el mundo, incluido Estados Unidos.
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La encuesta, divulgada el martes, no mostró un consenso sobre la crisis con Irán y su programa nuclear. Al ser consultados si Washington debía atacar a Irán en caso de que ese país estuviera a punto de fabricar armamento nuclear, 41 por ciento dijeron que sí, 40 por ciento que no y 16 por ciento no opinaron.
La misma discrepancia se registró cuando los entrevistados tuvieron que elegir entre negociaciones directas, que incentiven a Teherán a abandonar su programa nuclear, o sanciones, para amenazar a ese gobierno con aislamiento internacional.
La encuesta fue divulgada en momentos en que la administración de Barack Obama revisa la política hacia Medio Oriente, y en vísperas de la conformación del nuevo gobierno de Israel, que estará encabezado por Benjamín Netanyahu, del derechista Partido Likud.
El centrista Partido Laborista, del primer ministro Ehud Barak, decidió por un estrecho margen unirse a la coalición de gobierno, que estará dominada por la derecha. Esto quiere decir que la próxima administración israelí se manifestará a favor de la expansión de las colonias judías en los territorios ocupados y en contra de la creación de un Estado palestino y de la devolución a Siria de las Alturas del Golán, ocupadas durante la guerra de los Seis Días de 1967.
La derecha israelí además alerta sobre la amenaza que supone para la "existencia" misma del Estado judío la capacidad de Irán de fabricar armas atómicas.
Obama también considera "inaceptable" que Irán desarrolle armamento nuclear, pero subrayó varias veces, la última en su saludo a Teherán por el Año Nuevo Persa, el 21 de este mes, su esperanza de mantener negociaciones diplomáticas sobre asuntos delicados, incluyendo éste.
El gobierno iraní insiste en que su programa nuclear tiene fines pacíficos.
Mientras, el mandatario estadounidense ha reiterado su compromiso con el reinicio de las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos tendientes a alcanzar una "solución de dos estados" para el conflicto. En su segundo día como presidente, Obama anunció que el ex líder de la mayoría demócrata del Senado, George Mitchell, supervisaría la tarea, así como las posibles negociaciones entre Israel y Siria, como enviado especial para la región.
Mitchell, quien desempeñó un papel clave en el proceso de paz de Irlanda del Norte a fines de los años 90, fue criticado por políticos derechistas de la comunidad judía de Estados Unidos por su enfoque demasiado ecuánime del conflicto palestino-israelí..
El enviado especial presidió una comisión designada por el ex presidente Bill Clinton (1993-2001) que recomendó mecanismos para reducir la violencia entre israelíes y palestinos durante la segunda Intifada (levantamiento popular contra la ocupación) y exhortó a Israel a suspender la construcción de asentamientos en 2001.
Los pasos dados por Washington muestran, según numerosos observadores, que es casi inevitable un enfrentamiento entre Netanyahu y Obama sobre varios asuntos clave, y que la reacción de la comunidad judía de este país, de enorme peso político tanto en el opositor Partido Republicano como en el gobernante Partido Demócrata, puede incidir en su desarrollo.
Obama, quien recibió casi 80 por ciento de los votos de esa comunidad en las elecciones de noviembre, tiene una posición sólida en caso de que plantee la situación, según el estudio de J Street.
Tres de cada cuatro encuestados dijeron aprobar su trabajo, su decencia y su capacidad para mejorar la imagen de Estados Unidos en el concierto mundial. Específicamente, siete de cada 10 consultados apoyaron su política en Medio Oriente, pese a que sólo 42 por ciento aprobaron la designación de Mitchell (descendiente de libaneses) como enviado especial.
Sesenta por ciento de los encuestados dijeron oponerse a varias de las propuestas electorales del Partido Likud.
Pero quizá lo más significativo es que 72 por ciento de los que dijeron haber contribuido económicamente a la campaña electoral estadounidense se mostraron contrarios a la expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania.
En ese aspecto, el estudio encontró diferencias notorias entre los judíos ortodoxos, 80 por ciento de los cuales están a favor de los asentamientos, y los más liberales o laicos, que se oponen por un margen significativo.
Además de instar a Estados Unidos a asumir una postura más firme en los esfuerzos de paz, la mayoría de los encuestados se mostraron a favor de negociar con un gobierno palestino de unidad que incluya a Hamás.
Washington ha insistido en que la condición para incluir al movimiento islámico es que renuncie a la violencia y reconozca al Estado de Israel, pero aun después de saber que Hamás no cumplió con esos requisitos, 60 por ciento de los entrevistados dijeron que igual debería participar.
Varios políticos influyentes, que de forma informal asesoraron a Obama, coinciden con esa postura.
Los ex asesores de seguridad nacional Brent Scowcroft y Zbigniew Brzezinski, el ex embajador ante la Organización de las Naciones Unidas Thomas Pickering y el ex presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes Lee Hamilton pidieron a Washington que abandonara las condiciones dispuestas por el gobierno de George W. Bush (2001-2009) para incluir a Hamás en las negociaciones.
Tres de cada cuatro entrevistados dijeron estar a favor de una solución de dos estados, basada sobre la delimitación territorial alcanzada en las fallidas conversaciones de paz de la nororiental localidad de Camp David, residencia del presidente estadounidense, y de Taba, Egipto, en 2000.
Netanyahu se opuso con firmeza a esos acuerdos, y en especial a que el nuevo Estado palestino fije su capital en Jerusalén oriental.
Ochenta y seis por ciento de los entrevistados señalaron que Estados Unidos debía desempeñar un papel activo, si eso quiere decir expresar públicamente sus desacuerdos con las partes involucradas en el conflicto, y 77 por ciento dijeron que debía señalar abiertamente a la parte responsable de boicotear el acuerdo.
Casi la mitad de los consultados dijeron estar a favor de reducir la asistencia militar de Estados Unidos a Israel en caso de que el Estado judío fuera el responsable.
* El blog en inglés de Jim Lobe sobre política exterior de Estados Unidos se encuentra en (http://www.ips.org/blog/jimlobe/)