EEUU: Lobby israelí pierde peso

La designación al frente del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos de un ex embajador crítico de Israel, Charles «Chas» Freeman, desató la fuerte reacción de halcones simpatizantes del Estado judío, para quienes el presidente Barack Obama debe reconsiderar el nombramiento.

Los detractores critican a Freeman por sus vínculos con Arabia Saudita y por su posición respecto de los derechos humanos en China. Mientras, sus defensores alegan que los primeros pretenden someter a altos funcionarios a una prueba ideológica con el fin de garantizar la continuidad del respaldo estadounidense a Israel.

Según numerosos analistas, la campaña contra el ex embajador, quien goza de un fuerte respaldo en la corriente realistas de política exterior (los más moderados) y entre profesionales de la comunidad de seguridad nacional, es un intento temprano del llamado "lobby israelí" de evaluar su influencia sobre el nuevo gobierno.

Freeman fue designado presidente del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) por el director de Inteligencia Nacional, almirante Dennis Blair, la semana pasada.

El embajador retirado es políglota y tiene una inusual amplia experiencia en relaciones exteriores. También estuvo al frente de la representación diplomática estadounidense en Arabia Saudita y fue secretario adjunto de Asuntos de Seguridad Internacional, del Departamento (ministerio) de Defensa.
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Además contribuyó a diseñar la política de Washington para Asia, Medio Oriente y África. Freeman fue cuidadosamente seleccionado para el cargo por Blair, según varias versiones de prensa.

El Consejo Nacional de Inteligencia es el centro responsable de analizar y diseñar estrategias de seguridad a largo y mediano plazo. Entre otras cosas, es el órgano que redacta la Evaluación Nacional de Inteligencia (NIE, por sus siglas en inglés), que reúne la opinión de las 16 agencias del sector sobre el curso de los acontecimientos futuros.

Por ejemplo, la NIE concluyó en diciembre de 2007 que Irán había dejado de trabajar sobre un componente clave para la construcción de armas atómicas en 2003, lo que frustró los esfuerzos de Washington por reunir apoyo para atacar sus instalaciones nucleares, antes de que George W. Bush (2001-2009) abandonara la Casa Blanca.

Freeman criticó abiertamente la "guerra contra el terrorismo", lanzada por el gobierno de Bush, y las políticas de Israel en los territorios palestinos ocupados.

En un discurso de 2007 denunció el apoyo estadounidense a "los esfuerzos de Israel por pacificar a la cautiva y cada vez más marginada comunidad árabe y ocupar más territorios para sus colonos".

También advirtió que Israel pronto se enfrentaría a "la desagradable elección entre una sociedad democrática y una identidad judía para el Estado".

La campaña contra Freeman comenzó poco después de que se difundieran rumores de su designación hace dos semanas. Los primeros fueron los medios de prensa neoconservadores, como las revistas The Weekly Standard y Commentary, así como personalidades liberales, aunque halcones pro-Israel, como Martin Peretz, editor de The New Republic.

Steve Rosen, ex miembro del influyente Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (Aipac), desempeñó un papel importante en la campaña contra la designación de Freeman acusándolo de ser un "tradicional partidario árabe" y de tener "una relación muy estrecha" con Arabia Saudita.

Rosen está en medio de un proceso judicial por entregar información clasificada al gobierno de Israel.

Las personalidades de la prensa que critican a Freeman, Michael Goldfarb, de The Weekly Standard, James Kirchick, de The New Repúblic, además de Rosen y Peretz, son fervientes defensores de Israel, pero esta vez arremetieron contra los vínculos del ex embajador con Arabia Saudita.

En especial alegaron que el millón de dólares donado por el príncipe saudita Alwaleed bin Talal al Consejo de Política de Medio Oriente, grupo de estudio presidido por Freeman, prueba que es un "títere" de Riyadh.

También arremetieron contra un mensaje enviado por Freeman a una lista privada de distribución de correo electrónico en 2007, en el que sostenía que el principal error del gobierno chino en la brutal represión de 1989 en la plaza de Tiananmen había sido "no intervenir a tiempo para cortar la manifestación de raíz".

Su presunta insensibilidad respecto de la situación de los derechos humanos en ese país fue otro argumento esgrimido para sabotear su designación como presidente del CNI.

La campaña contra Freeman adquirió mayor relevancia esta semana cuando el miembro del opositor Partido Republicano y presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representante, Peter Hoekstra, pidió al gobierno reconsiderar la designación, en entrevista con el periódico The Wall Street Journal, cuya página editorial neoconservadora había criticado el nombramiento.

Pero también Stephen Israel, representante del gobernante Partido Demócrata por el estado de Nueva York, pidió una investigación sobre los vínculos del ex embajador con Arabia Saudita.

Otros 10 miembros del Congreso legislativo hicieron lo propio en una carta enviada el martes a Inteligencia Nacional.

Cuatro de los signatarios, los republicanos Mark Kirk, John Boehner y Eric Cantor, y la demócrata Shelley Berkley, están entre los cinco representantes que recibieron más contribuciones de los comités de acción política pro-israelí, con fuertes vínculos con Aipac, en la última campaña electoral, según cifras divulgadas por el Informe de Washington sobre Asuntos de Medio Oriente.

El propio Kirk es el que recibió más aportes en los últimos 10 años, según el documento.

Por su parte, los defensores de Freeman, en su mayoría veteranos de la comunidad de inteligencia, rechazaron de forma rotunda su presunta inclinación hacia Arabia Saudita o el Partido Comunista de China.

Además alertan que la campaña que libran sus detractores contra cualquiera que se atreva a cuestionar el incondicional apoyo de Washington a Israel es ser similar a la lanzada en los años 50 por el senador republicano Joseph McCarthy, contra presuntos y verdaderos comunistas.

"Tratan de eliminar de la vida pública a todo aquel que no esté bajo el absoluto control del ‘lobby’", escribió en su blog Pat Lang, ex analista para Medio Oriente de la comunidad de inteligencia.

"Charles Freeman es un hombre asombrosamente educado y con una capacidad intelectual sorprendente que, además tiene vasta experiencia y probada integridad (…) ¿Quién podría ser mejor para el cargo?", arguyó.

El ex director de la consultora Kissinger Associates, David Rothkopf, quien además realizó un trabajo muy serio sobre la historia del Consejo de Seguridad Nacional, también arremetió contra los detractores del ex embajador.

"Hay algo alarmante detrás de los ataques: la idea de que en el gobierno de Estados Unidos no hay lugar para quienes tienen reservas sobre la política israelí o no cierran filas detrás de una sola visión, por ejemplo de Arabia Saudita, lo que es absurdo y peligroso", subrayó.

Además, sus detractores no objetaron a otros funcionarios cuyas organizaciones también aceptaron donaciones de Arabia Saudita, alegaron los partidarios de Freeman.

Poco antes de que la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton fuera confirmada para el cargo, su esposo, el ex presidente Bill Clinton (1993-2001), reveló que su fundación había recibido entre 10 y 15 millones de dólares del reino saudita, entre otras donaciones procedentes del exterior.

Hubo algunas objeciones por un posible conflicto de intereses, pero Clinton fue confirmada sin más por una abrumadora mayoría del Senado en diciembre.

El ex secretario del Tesoro (ministro de Hacienda) Lawrence Summers, y ahora importante asesor de Obama, también aceptó 20 millones de dólares del propio Alwaleed bin Talal cuando era presidente de la Universidad de Harvard en 2005.

Es común que los grupos de estudio reciban donaciones del exterior, señaló el ex embajador de Estados Unidos en Israel Sam Lewis a la Jewish Telegraphic Agency.

La oficina de Blair confirmó la designación de Freeman y alegó que era un cargo "de analista y no político".

El portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs declaró el martes que "no había leído" informes acerca de los vínculos de Freeman con Arabia Saudita ni de sus críticas a Israel.

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