En un intento de mitigar la creciente inseguridad alimentaria y la desnutrición, el gobierno de Zambia y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) comenzaron a entregar cupones por comida a los habitantes más pobres de las zonas urbanas.
El programa fue lanzado en febrero, luego de que expertos agrícolas pronosticaran una disminución de la producción en los campos de maíz, el alimento básico de este país del sur africano.
Este plan de cupones se mantendrá durante los próximos 12 meses, y se espera que alimente a 10.000 hogares, la mayoría en torno al distrito de Lusaka.
Sin embargo, grupos de la sociedad civil consideran que es simplemente una intervención de emergencia que no producirá un cambio a largo plazo y sostenible de la capacidad del país para alimentar a su población, de 12 millones de habitantes.
En cambio, piden apoyo financiero directo al millón de pequeños agricultores zambianos para ayudarlos a que incrementen su producción de alimentos.
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Un estudio de vulnerabilidad urbana realizado en octubre pasado por el Centro Jesuita para la Reflexión Teológica, con sede en Lusaka, alertó un terrible escenario de inseguridad alimentaria para una importante proporción de la población.
Alrededor de 47 por ciento de los habitantes de Zambia sufren desnutrición crónica, lo que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es la décima tasa más alta del mundo.
"La evaluación reveló un sustancial incremento en el costo de los alimentos básicos en muchas áreas del país. Los aumentos fueron en su mayoría resultado directo del vertiginoso incremento de los precios del combustible, que provocó una disminución de la producción y un mayor consumo de alimentos básicos", explicó Precious Mumbi, jefe de relaciones públicas del PMA.
El programa de cupones busca aliviar esta situación proveyendo a los pobres raciones mensuales, permitiéndoles así gastar el poco dinero que tienen en educación, salud y necesidades básicas del hogar.
Un reciente estudio estableció cuáles son los hogares que califican para los cupones, que son entregados por voluntarios de las comunidades con apoyo del concejo de cada ciudad.
Una familia urbana promedio de dos adultos y cuatro niños necesita 120 dólares mensuales sólo para satisfacer su alimentación básica y sus necesidades nutricionales, según el Centro Jesuita. Sin embargo, un tercio de las familias urbanas ganan menos de 100 dólares al mes.
Los niños y niñas son los más afectados por la inseguridad alimentaria. Según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2006, elaborada por la Oficina Central Estadística, más de la mitad de los niños zambianos menores de cinco años están en estado raquítico, mientras que 19,7 por ciento tienen menos peso del mínimo necesario y 5,9 por ciento están demasiado delgados.
El Departamento de Salud constató un aumento de los casos de desnutrición en hospitales de todo el país. Una reunión en noviembre de 2008 de un equipo especial de emergencia del departamento de nutrición encontró que, por ejemplo, hubo un inusualmente nivel de admisiones por desnutrición aguda y severa en el Hospital de la Universidad en Lusaka, de más de 20 por día.
El problema de desnutrición se exacerbó por la escasez de medicamentos, alimentos en los hospitales y personal de atención para ayudar a los niños.
El coordinador de programas del Consejo de Zambia para la Reducción de la Pobreza, Joe Ndalasa, señaló que, si bien el programa de cupones atiende las necesidades inmediatas de los sectores más vulnerables de la población, lo que realmente se requiere es una intervención que pueda garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo.
"Desde hace un largo tiempo le hemos estado pidiendo al gobierno que ayude a los agricultores de pequeña escala, porque son más en número que los productores para el comercio, y también contribuyen más a las necesidades del país", explicó.
"Pero, lamentablemente, la mayoría de las medidas destinadas a mejorar la agricultura en este país están dirigidas a los que producen para el comercio", añadió.
Subsidiando los insumos, el gobierno le permitiría a los pequeños cultivadores trabajar mejor, estabilizar su producción y mantener fijos los precios del maíz.
"Para contrarrestar esta crisis, los agricultores necesitan fertilizantes y buenas semillas", coincidió el director ejecutivo de la Organización para el Desarrollo Social, Sylvester Mbewe. "Los fertilizantes son caros, y sólo pocos granjeros pueden acceder al dinero o al crédito para comprarlos".
"Incluso a los que tienen acceso sólo un pequeño pedazo de tierra, esto les aseguraría sustento, no sólo a su familia sino también a sus vecinos", reconoció.
Christopher Chingobe, quien dirige una pequeña granja en las afueras de Lusaka, está de acuerdo. Dijo esperar que el Departamento de Agricultura opte por subsidiar fertilizantes en vez de entregar cupones.
"El problema es que sólo unos pocos agricultores se benefician de los subsidios a fertilizantes. Debe ser expandido para que todos se puedan beneficiar", explicó. "Si se me provee fertilizante, puedo producir los suficientes alimentos para mi familia y para vender", señaló.