AGUA: Foro especializado signado por la división

El quinto Foro Mundial del Agua celebrado en Estambul dejó en evidencia las diferencias entre gobiernos y entre éstos y organizaciones formadas para defender ese elemento vital.

El foro aprobó una declaración en la que reclamó "recursos nuevos y adecuados" para el sector del agua y exhortó a luchar contra la corrupción y a la adaptación ante el cambio climático.

Pero la declaración, firmada por un centenar de ministros, ni siquiera mencionaba la cuestión más controversial de la conferencia: si el agua es un derecho humano o un producto básico que debe ser tratado igual que el petróleo, el gas o el oro.

El texto se limita a describir el acceso al agua potable y al saneamiento como "una necesidad humana básica".

Eso condujo a una suerte de "contradeclaración" redactada por las delegaciones de Bolivia, Uruguay, España, Guatemala, Ecuador, Cuba y Chile, apoyada por las de Bangladesh, Benín, Chad, Etiopía, Honduras, Marruecos, Namibia, Níger, Panamá, Venezuela, Sri Lanka, Suiza y Sudáfrica.
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"Reconocemos que el acceso a agua y al saneamiento como un derecho humano y nos comprometemos a tomar todas las acciones necesarias hacia la progresiva implementación de ese derecho", indica ese texto extraoficial.

El Parlamento Europeo también apoyó la concepción del agua como "derecho fundamental y universal", de acuerdo con la declaración leída por la europarlamentaria española Cristina Gutiérrez-Cortínez, apoyada por 250 de sus pares y un centenar de alcaldes.

Estas visiones disidentes recibieron, además, el respaldo del presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el nicaragüense Miguel D'Escoto.

"El agua es un bien público, una herencia común del pueblo y la naturaleza y un derecho humano fundamental. Estoy convencido de que debemos desafiar la idea de que el agua es un producto a ser comprado y vendido en el mercado abierto", dijo, en una declaración enviada al foro.

También causó controversia la organización de estas conferencias. Hasta ahora, han sido convocadas por el Consejo Mundial del Agua (CMA), organización internacional con sede en Marsella, Francia, que no integra el sistema de las Naciones Unidas.

El CMA tiene tres centenares de miembros de 60 países, entre gobiernos, instituciones internacionales —incluidas las de la ONU—, profesionales, 40 empresas y organizaciones no gubernamentales.

El consejo se considera una organización de "múltiples participantes" y abierta a todos los interesados en el sector del agua. Pero su legitimidad fue puesta en cuestión por una coalición de sindicatos e instituciones de la sociedad civil de 70 países, y también por un foro alternativo.

Esa coalición describió al CMA como la creación de intereses empresariales que procuran privatizar el agua en su propio beneficio, y reclamó que las políticas en la materia "se decidan en un foro abierto, transparente y democrático, más que en una feria comercial para las grandes corporaciones mundiales".

Los miembros del CMA son "señores del agua" que carecen de mandato legítimo, en la caracterización Maude Barlow, asesora de D'Escoto, quien solicitó que los futuros foros se realicen bajo la institucionalidad de la ONU.

Benin, Bolivia, Chile, Cuba, Ecuador, Honduras, Panamá, Paraguay y Venezuela llamaron a los estados a "desarrollar un foro mundial del agua dentro del marco de las Naciones Unidas, basado sobre los principios de democracia, participación plena, equidad, transparencia e inclusión social".

El representante empresarial Jack Moss, de la organización Business Action for Water, dijo en la sesión de clausura del foro el domingo: "Sin agua no hay negocio, y sin negocio no hay agua."

A pesar de las divergencias, el foro y el contrafoso coincidieron en la gravedad de la actual crisis sobre el agua, que recrudecerá una vez que el cambio climático golpee al sector y derive en escasez en las regiones donde más se la necesita y en inundaciones donde es menos requerida. La ONU calculó que mil millones de personas carecen de acceso al agua potable. En 2025, cuarenta por ciento de la población mundial vivirá en regiones donde escasea.

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