El paludismo avanza por regiones de África donde esa enfermedad era antes desconocida, a causa del cambio climático.
Así lo señalaron investigadores que este mes participaron en la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, en Chicago.
La región ártica, donde el cambio climático alcanza mayor velocidad, es el mejor lugar para estudiar cómo afecta el aumento de la temperatura a la transmisión de enfermedades infecciosas.
Cada día, las enfermedades transmitidas por insectos, principalmente el paludismo o malaria, matan a 3.000 personas en África, dijo Andy Dobson, de la estadounidense Universidad de Princeton.
Comprender cómo el recalentamiento planetario altera las temperaturas y el ambiente, así como facilita las migraciones del mosquito Anopheles, transmisor del paludismo, es crucial para entender la dinámica futura de las enfermedades transmitidas por insectos, dijo Dobson a IPS.
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"Estamos gastando enormes cantidades de dinero en intentar desarrollar vacunas para la malaria, pero la mejor vacuna posible no durará más de dos años", agregó.
El periodo natural de inmunidad a la malaria es de dos años, pero erradicar la enfermedad usando una vacuna requeriría inocular a toda la población en riesgo todos los años, porque el parásito del paludismo evoluciona rápidamente, explicó.
"No seremos capaces de hacer eso", sostuvo.
En cambio, los científicos deben tratar de comprender y proyectar cómo y dónde se registrarán brotes de malaria bajo las alteradas condiciones del cambio climático.
Sin embargo, hay muy pocos datos o investigaciones sobre transmisión de enfermedades en el área. Los estudios se han concentrado, más bien, en desarrollar vacunas y en el análisis genético del parásito de la malaria y del genoma del mosquito. "Eso no nos dice nada sobre el contagio", señaló Dobson.
Se trata de "un triste testimonio de cómo gastan su dinero los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Fundación Bill y Melinda Gates", dijo a IPS.
Probablemente, la epidemia de la malaria será una nueva amenaza para decenas de millones de africanos en regiones altas de Burundi, Etiopía, Kenia, Ruanda y Tanzania, antes libres de esta enfermedad, advirtió Christopher Thomas, de la británica Universidad de Aberystwyth.
"Este cambio ya esté en curso", evaluó Thomas ante los expertos reunidos del día 12 al 16 en Chicago, basándose sobre nuevos modelos informáticos de aumentos de temperatura.
"Se espera que la malaria responda rápidamente a un clima cambiado, porque las poblaciones de mosquitos aumentarán en regiones que antes eran demasiado frías", agregó.
En la mayoría de estas regiones hay poca inmunidad natural a la malaria, dijo.
Eso también significa que algunas regiones, como el Sahel, tendrán menos malaria, pues se prevé se volverán demasiado secas para los mosquitos. Pero esto todavía no es una buena noticia, debido a que las condiciones de sequía perjudicarán la seguridad alimentaria local, destacó.
El aumento de la temperatura puede explicar por qué se multiplicó por ocho, desde los años 70, la incidencia de la malaria en las tierras altas de Kenia occidental, señaló Mercedes Pascual, ecóloga de la estadounidense Universidad de Michigan.
"Históricamente, las poblaciones se han asentado en estas regiones para protegerse de la malaria. Pero eso las vuelve más sensibles", dijo Pascual.
La falta de exposición previa a la enfermedad significa que la resistencia de los residentes en esos poblados es baja y que la mortalidad es mucho más alta que el promedio.
En algunos casos, el aumento de temperatura es de apenas 0,5 grados, pero en combinación con una mayor resistencia al fármaco cloroquina, usado para combatir la malaria, ha sido suficiente para que la enfermedad recrudeciera, observó.
"El cambio climático es una preocupación en este mismo momento", concluyó Pascual.
La falta de comprensión de la biología básica de mosquitos y parásitos es un serio vacío de conocimiento a la hora de determinar cuándo el paludismo atacará en nuevas regiones, y en cuáles, dijo Matthew Thomas, entomólogo de la estadounidense Universidad de Pennsylvania.
La hembra del mosquito Anopheles propaga la malaria al picar a humanos infectados e ingerir los parásitos de la enfermedad junto con la sangre. Los parásitos crecen muy lentamente en ambientes fríos, y más rápidamente en los cálidos.
El cambio climático no sólo ha elevando las temperaturas promedio, sino también las temperaturas nocturnas.
Según la investigación de Thomas, eso puede marcar una diferencia: durante las primeras 12 horas de incubación, el parásito es muy vulnerable al frío.
Como la mayoría de los mosquitos pican durante la noche, las noches más cálidas son una buena noticia para los parásitos y una mala para los humanos.
Sin embargo, Thomas constató que si los mosquitos que se alimentan en la mañana se enfrentan con temperaturas que suben rápidamente durante el día, el desarrollo del parásito puede frenarse.
Para proyectar lo que sucederá, "necesitamos comprender los efectos de la temperatura y del cambio ambiental a través de los ojos del mosquito", dijo.
El mejor lugar para comprender la biología del mosquito es el Ártico, aunque allí no haya parásitos de la malaria, sugirió Dobson.
La razón principal es que el cambio climático ya avanza rápidamente allí, mucho más que en África. Los ciclos vitales de los parásitos locales se han acelerado tres o cuatro veces con las temperaturas más cálidas, señaló.
"Las poblaciones de mosquitos han experimentado un auge", y los caribúes (renos salvajes) están siendo perjudicados, dijo Dobson.
El Ártico también es más simple desde el punto de vista ecológico, con una biodiversidad mucho menor que África, lo que facilita la comprensión de los detalles de la interacción huésped-parásito.
Es una clase de laboratorio gigante de transmisión de la enfermedad que puede proporcionar un entendimiento temprano de lo que ocurrirá en regiones mediterráneas y tropicales en el futuro, explicó.
La malaria es una enfermedad de los pobres. El sudeste de Estados Unidos y el norte de Australia tienen condiciones perfectas para que se desarrolle la enfermedad, pero están libres de ella, observó Matthew Thomas.
"Podemos hacer serias incursiones en la comprensión de la biología en un plazo de tres a cinco años, pero nos falta financiamiento", se lamentó el científico.