Los países del Norte rico y el Banco Mundial deberían dejar de promover la privatización de los servicios de salud en las naciones pobres, a la luz de los malos resultados de ese enfoque, alertó la organización humanitaria Oxfam Internacional.
El informe de Oxfam titulado "Optimismo ciego: Desafiando los mitos sobre la salud privada en los países pobres" ofrece abundante evidencia sobre el pésimo rendimiento de las iniciativas de salud conducidas por el sector privado en todo el mundo, defendidas durante dos decenios por el Banco Mundial y los países donantes.
"La visión romántica sobre los servicios privados de salud está completamente divorciada de los hechos", dijo Anna Marriott, autora del reporte de 52 páginas. "El Banco y otros donantes deben dejar atrás el optimismo ciego hacia el mercado. La atención universal de salud sólo se logra con la intervención del gobierno en los servicios."
El Banco Mundial suele lamentar el fracaso de los servicios públicos de salud en los países pobres, a pesar de que es en parte responsable por ellos, al condicionar sus préstamos al sector estatal a recortes de gastos y ambiciosas reestructuras.
Su argumento para promover la privatización es que agentes ajenos al Estado pueden hacer un mejor trabajo. Por lo tanto, impulsó soluciones basadas sobre la inversión y el crecimiento del sector privado.
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A través de condiciones a sus créditos a los países pobres, y con el apoyo de donantes del Norte industrial, el Banco insistió en alentar cambios intensivos en los sistemas de salud, a través de un enfoque conocido como "nueva gestión pública".
Esta "nueva gestión pública" constituye el intento de introducir mecanismos de mercado en los servicios públicos. El Estado se relega, así, del papel de proveedor de servicios al de regulador y comprador de esos servicios.
El "Informe sobre el desarrollo mundial 2004: Servicios para los pobres", del Banco Mundial, mantiene ese enfoque básico: los gobiernos deben alentar a los operadores privados a brindar servicios de salud a quienes puedan contratarlos y contratar, a su vez, a instituciones sin fines de lucro o empresas para cubrir la demanda de los pobres.
El informe de Oxfam, publicado el miércoles, constata la urgente necesidad de reevaluar esos argumentos, pues la evidencia demuestra, según sus autores, que ese enfoque deja extremadamente desprotegidos a los pobres.
El Banco consideraba que la competencia entre empresas por los contratos del gobierno y por atraer a los usuarios adinerados conduciría a la eficiencia, la calidad y el acceso pleno a la salud.
Pero, según Oxfam, la búsqueda del lucro determinó que los operadores privados quedaban sin incentivos para brindarle servicios a quienes eran incapaces de pagar por ellos.
La organización humanitaria de origen católico y con sede en Londres rechaza la afirmación según la cual el sector privado puede aportar financiamiento adicional a los empobrecidos sistemas de salud pública, porque en los riesgosos mercados de bajo ingreso se trata de una inversión que requiere significativos subsidios públicos.
En Sudáfrica, por ejemplo, la mayoría de las compañías médicas reciben un gran subsidio, vía exención de impuestos, el cual depende de la cantidad de usuarios procedentes del sistema público.
Cada vez más investigaciones confirman que, a pesar de los serios problemas que se registran en muchos países, los servicios financiados y brindados por el Estado continúan teniendo mejor rendimiento y son más equitativos, según el informe de Oxfam.
"Gracias al aumento del gasto estatal para la salud en Sri Lanka, por ejemplo, las mujeres tienen una esperanza de vida equivalente a la de Alemania, a pesar de que tienen un ingreso 10 veces menor", dijo Marriott.
El Banco Mundial y los países donantes creen que, como el sector privado ya es un proveedor importante de servicios de salud en los países más pobres, su rol debe ser central en cualquier estrategia de mejora.
Más de la mitad de los servicios de salud de África son prestados por firmas ajenas al Estado, según cálculos de la Corporación Financiera Internacional (CFI), la rama del Banco que brinda préstamos al sector privado.
Oxfam advirtió que, de acuerdo con sus propias estimaciones, casi 40 por ciento de esas firmas privadas identificadas por la CFI son pequeños comercios que venden medicamentos de dudosa calidad.
Los defensores de la "nueva gestión pública" aseguran que el sector privado puede alcanzar mejores resultados con menores constaos. Pero el informe de Oxfam considera que, por el contrario, sus servicios son más costosos.
Líbano, por ejemplo, tiene uno de los sistemas de salud más privatizados del mundo en desarrollo y gasta más del doble que Sri Lanka en brindar el servicio. Pero la mortalidad materna libanesa es 2,5 veces superior a la srilankesa, y la infantil, tres veces superior.
El sistema de salud de Chile, uno de los que tienen mayor participación privada, tiene una de las mayores proporciones de parto por cesárea, más costoso que el natural y frecuentemente innecesario, según Oxfam.