El primer ministro saliente de Israel, Ehud Olmert, se arriesga a provocar una crisis de confianza con Egipto al condicionar el cese del fuego con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) a un intercambio de prisioneros con ese partido palestino.
Egipto oficia de mediador en negociaciones indirectas.
El gabinete de seguridad de Olmert declaró el miércoles su disposición a considerar la reapertura de los cruces de frontera a Gaza desde Egipto e Israel —una demanda clave de Hamás— "sólo cuando se libere al soldado secuestrado Guilad Shalit".
El 25 de junio de 2006, miembros de Hamás secuestraron a Shalit de una base militar israelí cerca de la frontera con Gaza. Desde entonces ha estado cautivo en una ubicación secreta dentro de ese territorio palestino.
Egipto parecía a punto de lograr un acuerdo aceptable tanto para amas partes. El abrupto cambio de prioridades israelíes dejó a los egipcios en una posición incómoda. El periódico cairota Al-Ahram dijo este jueves que la decisión sumió el cese del fuego "en un túnel oscuro".
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Los representantes de Hamás quedaron lívidos. Ismail Radwan, portavoz del movimiento palestino en Gaza, dijo que la marcha atrás israelí equivalía a "apuñalar a Egipto por la espalda".
Radwan destacó que los cruces de frontera deben abrirse inmediatamente, y agregó que la cuestión de los prisioneros es "totalmente separada".
Otro portavoz de Hamás, Fawzi Barhoum, dijo que su organización "resistirá" el intento de Israel de lograr más concesiones.
Israel cree que el canje de prisioneros y la seguridad en los cruces de frontera para impedir el contrabando de armas son asuntos centrales hacia un cese del fuego. Para Hamás, el factor fundamental de un acuerdo debe ser la apertura de los cruces.
El movimiento islamista, que controla Gaza por las armas desde junio de 2007, necesita desesperadamente libre ingreso de mercancías para reconstruir la infraestructura del territorio. Israel limita hoy el pasaje a bienes que considera de "asistencia humanitaria".
El viraje de Olmert también tomó por sorpresa al sistema de defensa israelí. El representante en las negociaciones en El Cairo, general Amos Guilad, criticó públicamente ante la prensa el cambio de posición del primer ministro, al que calificó de "insulto a Egipto".
El gobierno israelí todavía debe abordar seriamente el tema del canje de prisioneros, dijo. La cantidad y la identidad de los prisioneros en la lista de Hamás no figuran en las discusiones del gabinete de seguridad.
Hamás reclama la liberación de 1.000 prisioneros a cambio del cabo Shalit. Hasta ahora Israel ha obstaculizado la liberación de palestinos presos por realizar ataques letales contra civiles israelíes.
Lo que subyace en el cambio de posición de Olmert es la preocupación de que Hamás sea más percibido como un negociador "en términos equitativos", sugieren analistas.
"Nos dañamos a nosotros mismos si admitimos que no logramos los objetivos en el primer cese del fuego. No hubo calma, el contrabando de armas continuó y no recuperamos a Shalit", dijo Olmert.
¿Persistirá Hamás en hacer frente al nuevo desafío israelí? ¿Puede arriesgarse a la posibilidad de que no haya un cese del fuego y de que continúe el sitio parcial sobre Gaza?
Hamás es consciente de que un gobierno derechista instaurado luego del de Olmert tendría aun menos inclinación a alcanzar acuerdos con el movimiento islámico.
Avigdor Lieberman, del partido ultraderechista Israel Beiteinu, recomendó este jueves al presidente Shimon Peres asignar la tarea de formar el próximo gabinete al líder del derechista movimiento Likud, Benjamin Netanyahu. Eso debe haber activado las alarmas de Hamás.
Lieberman propuso la conformación de "un amplio gobierno de unidad nacional en torno de los tres partidos más grandes", es decir el Likud, el centrista Kadima e Israel Beiteinu, que desplazó al otrora poderoso Partido Laborista del tercer lugar.
Es casi seguro que el domingo, como máximo, Peres dé el consentimiento a Netanyahu. Kadima, con su líder Tzipi Livni, obtuvo un escaño más que el Likud, pero el hecho de que Lieberman opte por Netanyahu vuelve más probable que sea éste quien forme el gobierno.
Esto echa por tierra las esperanzas que alimentaba Livni, saliente ministra de Relaciones Exteriores, de llegar a primera ministra.
La única pregunta abierta es si Kadima hará de tripas corazón y accederá a unirse a un firme gobierno Netanyahu-Lieberman.
Hasta ahora, Livni y sus partidarios han rechazado de modo manifiesto la posibilidad de convertirse en una "hoja de parra" para políticas que no incluyan como prioridad central la búsqueda de un acuerdo de paz con los palestinos y con el mundo árabe.
Hacer la paz no figura entre las prioridades de Netanyahu. Lo mismo ocurre en relación a cualquier acuerdo con Hamás. Sin embargo, está claro que Netanyahu se sentirá muy aliviado si este conflicto con Hamás se resuelve antes de que asuma el poder.
De este modo, no tendrá que tomar decisiones difíciles y hacer un sacrificio que podría poner en peligro a su nueva coalición desde el inicio.
Todo esto deja a Hamás frente a un serio dilema: si, antes que Netanyahu llegue al poder, debe acceder o no a los nuevos términos de un cese del fuego planteados por Olmert.