La «nueva economía de la energía» lanzada por el gobierno estadounidense completa el circulo de fenómenos que conducen a un cambio de época en la materia en el mundo, con el eclipse del motor a gasolina en los vehículos y el surgimiento de un nuevo paradigma energético donde el petróleo perderá su reinado.
El nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, estableció un plan integral que, entre otras cosas, obliga a la industria automotriz de su país a lanzar en 2011 vehículos que consuman un máximo de 6,7 litros de combustible cada 100 kilómetros, frente al tope actual de 8,7 litros. En 2015, al menos un millón de unidades deberán contar con motores híbridos.
El programa de 10 años busca efectos climáticos, políticos y económicos, se acompaña por una serie de actas ejecutivas (decretos) con cronogramas precisos y pavimenta una arquitectura de consumo centrada en las fuentes renovables, en contra de los combustibles de origen fósil, sobre todo del petróleo.
"El mundo avanza hacia un cambio estructural de la matriz energética del motor de gasolina para ir a fuentes diferentes como la electricidad", dijo a IPS Víctor Poleo, profesor universitario y viceministro venezolano de Energía en el primer trienio (1999-2001) de gobierno de Hugo Chávez.
La producción petrolera actual va en su mayor parte a generar gasolina y "ella es el mayor contaminante del mundo, 50 por ciento de los pasivos laborales del planeta los provoca el motor" que consume ese combustible, precisó Poleo.
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También es la gasolina el mayor contribuyente al capital energético mundial, representado por las refinadoras de petróleo.
Todo confluye, a juicio de los expertos, para el fin del dominio que la gasolina, vale decir el petróleo, ha tenido en el consumo de energía, desde que el estadounidense Henry Ford popularizó a comienzos del siglo XX el vehículo a motor de combustión y desde que en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, el petróleo sustituyó al carbón como rey de los combustibles.
Ahmed Zake Yamani, quien condujo la política petrolera de Arabia Saudita de 1973 a 1986 y ahora dirige el Centro para el Estudio de la Energía Global, insiste desde hace meses en que "hay que prepararse para la era post-petrolera", porque el cambio no tiene vuelta atrás.
El plan de Obama, lanzado el 26 de enero, se nutre de la urgencia en afrontar el problema del cambio climático y el consecuente control de las emisiones de gases de los combustibles fósiles, los precios exorbitantes del petróleo en 2008 y del ahorro energético forzado por la primera gran crisis económica global.
"Todo se unió para poder hablar de que estamos en las puertas de una revolución tecnológica-ecológica en el área de la energía", aseguró a IPS Elie Habalián, un catedrático venezolano especialista en geoestrategia y energía.
"Y esa revolución es en buena parte posible porque finalmente cuenta con el líder de la potencia que ha encabezado el modelo de consumo vigente por más de 100 años", puntualizó.
Además, la crisis global es tan profunda y desmedida que para Habalián "es imposible salir de ella repitiendo los esquemas que había antes, y eso incluye a la tecnología y a la energía".
"Por el bien de nuestra seguridad, de nuestra economía y de nuestro planeta, tenemos que tener el coraje de comprometernos a cambiar", dijo Obama al lanzar el plan, al mismo tiempo que se comprometió a impulsar "una nueva coalición climática" a la que también se sumen China e India.
Estos otros dos grandes consumidores de energía ratificaron el Protocolo de Kyoto de control de gases invernadero, pero están exceptuados de introducir nuevas tecnologías para recortar sus emisiones.
Este convenio acordado en esa ciudad japonesa en 1997, que obliga a los países industrializados a mermar las emisiones al menos 5,2 por ciento entre 2008 y 2012 respecto de los niveles de 1990, no fue avalado por el gobierno estadounidense de George W. Bush, reemplazado desde el 20 de enero por Obama.
Bush, que gobernó dos periodos desde 2001, llegó incluso a dudar de la propia existencia del cambio climático.
LIDERAZGO DIFERENTE
El plan de Obama tiene cuatro grandes objetivos: crear un rápido alivio para las familias en los costos energéticos, eliminar las importaciones de petróleo de Medio Oriente y Venezuela, crear millones de nuevos trabajos en la economía verde y reducir en 80 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050.
El analista José Suárez Núñez, editor de la publicación PetroFinanzas, recordó que no es la primera vez que un inquilino de la Casa Blanca lanza un plan para promover una mayor independencia de Estados Unidos del petróleo importado, en especial del proveniente de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
El primero fue Richard Nixon (1969-1974), que tras el primer gran "shock" petrolero de precios, en 1973, pidió a su secretario de Estado, Henry Kissinger: "ponme de rodillas a la OPEP". El mismo Bush aprobó un plan a favor de aires y ríos limpios que también hablaba de reducir las importaciones petroleras.
Pero para Habalián, el plan de Obama es muy diferente. "Está muy bien actualizado y adaptado a las nuevas realidades energéticas del planeta, se conecta con la transformación que se está experimentando en la matriz energética global y atiende la nueva realidad que el cambio climático demanda", dijo.
Poleo recordó que el mayor despilfarrador de energía del mundo es Estados Unidos y por tanto cualquier solución a ese despilfarro debe partir de ese país. "Cuenta con cinco por ciento de la humanidad, pero casi cinco de cada 10 litros de gasolina refinada se consumen allí", precisó.
"Obama tiene todo a su favor dentro y fuera de Estados Unidos para quebrar la política suicida que el capital petrolero impuso a través de la administración de Bush, y la propia metástasis en la economía mundial se une a otros factores para hacer que el poder mundial reflexione sobre lo que de suicido de la humanidad tiene el uso intensivo de gasolina", comentó Poleo.
Para este especialista, muy bien puede ser que próximas generaciones "midan el rendimiento de los automóviles en kilómetros por kilovatio en lugar de kilómetros por litro".
Y no sólo en los automóviles se promueve la independencia de la gasolina. En la industria aérea se informa de grandes avances tecnológicos para sustituir los derivados del petróleo como combustible. Este mismo febrero varias aerolíneas completaron test positivos para pasar a utilizar biocombustibles en lugar del jet-fuel, informó Poleo.
Habalián entiende que ese dato indica que "fluye una corriente arrolladora a favor de una nueva ecuación tecnológica-ecológica en la energía, porque el transporte es la última gran frontera de dominio petrolero", después que la calefacción y la electricidad ya pasaron a depender de fuentes alternativas.
De hecho, la electricidad es en las 25 grandes economías agrupadas en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) generada en 90 por ciento con fuentes alternas al petróleo
Según Poleo, además del carbón, el gas natural y la energía nuclear, en la nueva arquitectura energética van a tener gran peso las fuentes renovables y "verdes", tales como la solar, hidroeléctrica, eólica y maremotriz.
En cambio, los biocombustibles tendrán "un papel muy discreto porque requieren mucha energía para su propia generación, así como grandes subsidios y extensiones de cultivo, además de traer consigo distorsiones a la seguridad alimentaría mundial", comentó.
Habalián y Poleo coincidieron en que la salida del laberinto energético al que condujo el uso intensivo de la gasolina no va a ser nada fácil, porque son muchos poderes e intereses construidos en torno a ese dominio.
ALIADOS DECISIVOS Y NATURALES
Las firmas transnacionales petroleras, la industria armamentista, Rusia, los países más radicales de la OPEP y en menor medida el debilitado sector automotor van a ser socios de conveniencia en tratar de sostener el mayor plazo posible el despilfarro de gasolina y de otros combustibles derivados del crudo.
Pero por razones diversas, la revolución energética va a contar con seguidores decisivos, como es el caso de China e India, las grandes potencias emergentes cuya población conjunta representa casi 40 por ciento de la humanidad y que junto con Estados Unidos consumen el equivalente a los 30 millones de barriles diarios que produce la OPEP.
Habalián argumentó que las elites de China e India aprendieron la lección de lo inconveniente que es hacer depender su desarrollo de una fuente que puede duplicar sus precios en un solo año, como sucedió entre 2007 y 2008 con el petróleo, y consideran ahora que un cambio de matriz garantizará mejor su peso dominante en el desarrollo mundial futuro.
También otras grandes economías emergentes, como Brasil, México y Sudáfrica, han dado señales de querer sumarse a la dinámica del cambio del paradigma energético, mientras que la Unión Europea y Japón van a ser aliados naturales, porque ya han adoptado políticas en esa dirección y no pueden avanzar sin que la gran potencia consumidora se sume.
Obama aporta además un elemento cultural importante a favor del cambio. "Ahora el imperio cuenta con un emperador negro, cuya etnicidad le genera la simpatía de las mayorías negras alrededor del mundo, así como la de las mayorías amarillas de Asía, la población negroide de India y en general todos los pueblos originarios", subrayó Habalián.
Adicionalmente, la revolución en la energía se legitima por la desbordada renta del barril de petróleo y la amenaza de las potencias exportadoras de llevar su precio a 500 dólares. "Para los pueblos pobres del mundo resulta poco concebible ver como un amigo a quien coloca la fuente energética a ese valor voraz", explicó el experto.
Para el Norte industrial y el Sur en desarrollo, "el desbordamiento de la demanda y los precios del petróleo es visto ahora como uno de los alimentos del colapso financiero mundial y la colosal tormenta instalada sobre la economía planetaria", recordó Habalián.
"En definitiva, se ha puesto en marcha un proceso, ahora con la mayor potencia del planeta al frente, que augura un cambio de época y que representa una oportunidad de mejores tiempos para la humanidad en el área energética", concluyó Poleo.
El internacionalista español Lluís Bassets integra la evolución energética en el cambio estructural que los expertos vaticinan para el mundo tras la hecatombe actual.
Se tratará, aseguran todos, de un mundo más verde, con un mayor papel del Estado, con la tecnología de protagonista y con una arquitectura institucional distinta, que enterrará, por fin, la revolución conservadora liderada por Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989) y Margaret Thatcher (1979-1990) en Gran Bretaña, surgida tres décadas atrás.