Dos altos representantes del Congreso legislativo de Estados Unidos se reunirán este mes en Damasco con el presidente de Siria, Bashar el Assad. Parecen los prolegómenos de un acercamiento cuyo alcance aún está por verse.
El ex candidato presidencial demócrata y presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, John Kerry, visitará varias capitales de Medio Oriente esta semana, gira que incluirá su tercera entrevista con Assad, en Damasco.
Por su parte, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Howard Berman, viajará a Siria a fines de este mes.
Si estas giras de legisladores reflejan el deseo del presidente Barack Obama de restaurar el vínculo diplomático con Siria, eso representaría un corte radical con la política de su antecesor, George W. Bush (2001-2009), dedicada a aislar al gobierno de Assad.
Desde su investidura el 20 de enero, Obama ha declarado su intención de dialogar con los adversarios de Estados Unidos para resolver las diferencias.
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Las máximas figuras de referencia de las relaciones exteriores de ambas cámaras del Congreso estadounidense viajarán por su propia iniciativa y aseguraron no reservar al gobierno.
Pero ambos son del Partido Demócrata y firmes aliados de Obama. Difícilmente emprenderían sus giras sin la luz verde de su líder.
"Obama se prepara para compromisos en serio con Siria", dijo Joshua Landis, profesor de la Universidad de Oklahoma y redactor del blog Syria Comment. "Obviamente, Damasco busca un clima mejor, pero no es fácil."
De hecho, Estados Unidos dio una pista de su intención en los primeros días del gobierno de Obama, cuando envió material para reparar dos aviones de pasajeros Boeing varados en un hangar.
No se esperan grandes avances de la reunión de esta semana entre Assad y Kerry, pero se la considera el inicio de una ofensiva diplomática que concluirá con un embajador estadounidense instalado en Damasco.
Bush retiró al representante de su gobierno hace cuatro años, luego del asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, en el que se sospecha que hubo participación de las autoridades sirias.
"Estas visitas muestran un nuevo ambiente, pero no constituyen en sí mismas un entibiamiento de las relaciones", dijo a IPS David Schenker, director del Programa sobre Política Árabe en el Instituto para Políticas de Medio Oriente, centro académico dependiente del Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos.
"Los problemas permanecen. Hasta que no haya un compromiso real de Siria para cambiar sus políticas hacia Iraq, Palestina y Líbano, no encontraremos el tipo de apertura que buscamos", sostuvo Schenker.
Siria es acusada de apoyar al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en Palestina, al Partido de Dios (Hezbolá) en Líbano, y de habilitar el paso por sus fronteras de insurgentes en Iraq.
El año pasado, helicópteros estadounidenses incursionaron varios kilómetros en territorio sirio para matar a un insurgente acusado de transportar insurgentes dentro de Iraq.
Una de las grandes preocupaciones de Estados Unidos se refiere a Líbano, donde Siria apostó tropas por casi 30 años hasta que retiró a sus últimos 15.000 efectivos en 2005.
"El 'lobby' libanés en Estados Unidos se ha levantado en armas", dijo Landis. Los representantes de Beirut pretenden que sus demandas de soberanía estén en la agenda de eventuales diálogos entre Washington y Damasco.
Poco antes de las elecciones en Israel la semana pasada, Benjamín Netanyahu, líder derechista que tiene grandes posibilidades de encabezar el gobierno, advirtió que no está dispuesto a entregar las alturas del Golán, territorio ocupado en 1967, para alcanzar la paz con Siria.
Mientras, Damasco ubica el Golán entre sus máximas prioridades de política exterior.
"Algunos dicen que Netanyahu no habla en serio y que un gobierno suyo será lo mejor para hacer la paz con Siria", manifestó Landis. "Él dice que quiere hablar con ellos, pero no sobre territorio. Y anunció que construirá asentamientos judíos allí."
El experto sugirió que Netanyahu podría entregar el Golán así como el ex primer ministro israelí Menajem Beguin devolvió la península del Sinaí a Egipto para descomprimir las críticas por la ocupación de Cisjordania.
"Un gobierno de Netanyahu puede estar más predispuesto a hablar con los sirios más que con los palestinos", coincidió Schenker.