El nuevo gobierno de Estados Unidos ya está confortablemente instalado y fijando sus metas y políticas. Pero las próximas elecciones en Irán siembran dudas sobre uno de los problemas más embarazosos: cómo tratar con esa República Islámica.
"Les extenderemos la mano si ustedes aflojan el puño", dijo el presidente Barack Obama al asumir el cargo el 20 de enero. La declaración reflejaba sus promesas de campaña electoral de una "diplomacia electoral activa" con Irán.
Obama, en una conferencia de prensa el lunes, y su par iraní Mahmoud Ahmadineyad, en otra que brindó el martes, parecieron aflojar un poco sus puños, tal vez abriendo camino a una mejora en las relaciones bilaterales desde la Revolución Islámica triunfante hace 30 años.
El diálogo parece inevitable. Mientras, transcurre un complejo debate en círculos políticos estadounidenses sobre cómo y cuándo iniciarlo exactamente.
¿Qué quería decir Obama, por ejemplo, cuando manifestó su disposición a comenzar a dialogar "en los próximos meses?
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Con las elecciones presidenciales iraníes programadas para junio, en un proceso que, además, carece de encuestas confiables, la alternativa de iniciar gestiones antes o después de conocidos los resultados tiene serias implicaciones futuras.
Cuando el ex presidente iraní Mohammed Jatami (1997-2005) presentó su candidatura, esas interrogantes pasaron al primer plano.
Clérigo con dos periodos presidenciales a los que accedió por una gran votación, su gobierno se caracterizó por los intentos de inclusión y de diálogo.
Sus esfuerzos fueron socavados por algunos elementos de línea dura de la clase clerical y por el discurso belicoso del ex presidente George W. Bush (2001-2009), quien incluyó a Irán en su "eje del mal" apenas una semana después de que ese país cooperara fuertemente con las primeras instancias de la campaña estadounidense en Afganistán.
La presidencia de Jatami concluyó con el otrora popular movimiento reformista desilusionado y desmoralizado.
Jatami, como presidente, podría ser un excelente interlocutor de Obama, pero no cabe esperanzarse mucho con esa posibilidad.
"Lo último que necesitaría Jatami es ser considerado el candidato estadounidense", escribió el experto en asuntos iraníes Trita Parsi en el blog Huffington Post.
Del mismo modo, comprometerse en un diálogo con Ahmadineyad en la presidencia podría socavar las posibilidades de Jatami.
Pero los rivales de Ahmadineyad creen que "les será más fácil lanzarse a la diplomacia si las negociaciones comienzan" ya en este periodo, según Parsi. "Será más difícil para los conservadores oponerse a las conversaciones con un conservador en la presidencia", explicó.
El profesor de la Universidad de Columbia Gary Sick, ex asesor de asuntos iraníes del Consejo de Seguridad Nacional durante la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981), consideró que Estados Unidos debería realizar pequeños gestos, pero con cautela, sin involucrarse demasiado en la diplomacia ni en las elecciones en Irán.
"Cualquier intento abierto de influir en las elecciones casi seguramente fracasará y tendrá consecuencias desastrosas", escribió Sick en un análisis para la revista National Interest.
Además, "posemos estar seguros de que cualquier cosa que hagamos (y eso incluye no hacer absolutamente nada) será visto, registrado e interpretado en Teherán, probablemente sobreinterpretado", agregó.
También propuso "pasos simbólicos", como la ratificación de los Acuerdos de Argel de 1981, que pusieron fin a la crisis de los rehenes estadounidenses en Teherán y comprometió a Washington a no interferir en los asuntos iraníes.
Al mismo tiempo, podría allanarse el camino al trabajo de organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos en Irán y abrir una representación diplomática de Washington en Teherán.
"La reacción iraní" a esos pequeños pasos "daría la guía más confiable para seleccionar e implementar una estrategia a largo plazo", anotó.
El columnista Roger Cohen, de The New York Times, manifestó su explícita preferencia por un compromiso preelectoral, aunque limitado, con Irán.
"El interés más fuerte de Occidente es impedir otra presidencia de Ahmadineyad. Dado que él depende del enfrentamiento con Estados Unidos", Obama no debería meterse en ese juego, sostuvo Cohen.
"Antes de las elecciones, Obama debería declarar que su gobierno no busca un cambio de régimen. Eso ayudaría a Jatami o, quizás a un conservador pragmático", añadió.