Cada año, las tradiciones aymaras, quechuas y de los afrodescendientes del extremo septentrional de Chile bajan de la cordillera al mar para dar vida al Carnaval Andino «Con la Fuerza del Sol», cuya octava versión concluye este domingo en la ciudad de Arica.
"El carnaval es una forma de convivencia familiar, un momento para compartir entre indígenas y no indígenas. Es una alegría puesta en escena socialmente", comentó a IPS, bajo el quemante sol del verano ariqueño, Martín Quispe, presidente de la Federación de la Cultura y Artes Indígenas Kimsa Suyu.
"Durante cientos de años hubo una discriminación fuerte hacia los pueblos andinos. Hoy nos sentimos orgullosos, aceptados y encontrándonos con el resto de la sociedad", remarcó este descendiente de aymaras, pueblo indígena del altiplano de Bolivia, Chile y Perú, al igual que el quechua.
Este año, el carnaval iniciado el viernes cuenta con 46 comparsas (grupos de baile) y 30 bandas de bronce en competencia, las cuales proceden principalmente de la ciudad de Arica, situada más de 2.000 kilómetros al norte de la capital chilena, y de los pueblos del interior de la región de Arica y Parinacota.
En la fiesta organizada por la Federación Kimsa Suyu, la Municipalidad de Arica y la Confraternidad de Bailes Andinos también participan delegaciones invitadas de Perú y Bolivia.
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Son cerca de 4.600 bailarines y bailarinas de todas las edades que desafían el calor, el cansancio y la incomodidad de algunos trajes para ganar el aplauso del público e imponerse en las ocho categorías en disputa, entre ellas, la morenada, los caporales, los tinkus y los tobas.
Cada baile y música es una manifestación distinta de la cosmovisión andina, explicó Quispe.
"Ser andino para nosotros es ser como el aire. El aire todos lo podemos respirar, sin restricciones, sin limitaciones. Es transparente, armónico, complementario. El aire no dice 'para el blanco más, para el negro menos'. No, el aire está disponible para todos. Así es el mundo andino", dije el presidente de la Federación Kimsa Suyu ("tres estados", en aymara).
"Nosotros somos un pueblo muy tranquilo, muy modesto, que siempre ha valorado sus tradiciones, su cultura", agregó a IPS el presidente de la Confraternidad de Bailes Andinos, Luis Díaz, también descendiente aymara.
La jornada parte pasadas las cuatro de la tarde y finaliza cerca de las cinco de la madrugada del día siguiente. Llama la atención que las comparsas sean integradas por muchos niños, jóvenes y adultos mayores, que se mueven con alegría al ritmo de los instrumentos de bronce y de las tarkas, tradicionales flautas de madera.
Todos los grupos se presentan los tres días para el deleite de los miles de asistentes —muchos de ellos turistas chilenos y extranjeros—, que miran de pie o sentados en las graderías apostadas a ambos costados de la calle.
En total, es un kilómetro de circuito en el borde costero de la ciudad, trayecto que remata en las faldas del emblemático monumento natural Morro de Arica, que paradójicamente recuerda hitos militares de la Guerra del Pacífico librada entre 1879 y 1883 contra Perú y Bolivia, país que perdió entonces su salida soberana al océano Pacífico.
"El carvanal es el evento más importante que organiza la municipalidad, tanto desde el punto de vista turístico como de difusión de nuestra cosmovisión", explicó a IPS el alcalde de Arica, Waldo Sankán.
A través de los bailes y la música, los pueblos andinos "le agradecen a la Madre Tierra y al Padre Sol y le piden que toda la energía que ellos tienen sea depositada en cada uno de nosotros para tener fuerza, salud y una buena cosecha", sostuvo el edil.
En general, los carnavales andinos suelen empezar 40 días antes de la celebración de la Semana Santa católica, una muestra más del sincretismo cultural que comenzó con la conquista española de América.
Los organizadores y asistentes al carnaval ariqueño coinciden en que esta fiesta popular tiene mucho margen de crecimiento.
"Con la Fuerza del Sol" nació en 2001 como iniciativa de la municipalidad de Arica, pero lejos de consolidarse de inmediato debió competir con un evento similar lanzado un par de años después por la gubernamental Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi).
El año pasado las organizaciones decidieron reunirse en torno de la primera fiesta para rescatar la unidad andina y promover un solo evento masivo. Según Quispe, hoy se ubica detrás del boliviano de Oruro y del peruano de Puno en cuanto a cantidad de comparsas.
Aunque en estos momentos la relación entre las organizaciones andinas es considerada buena por sus protagonistas, el presidente de la Federación Kimsa Suyu aseguró a IPS que luchan constantemente para impedir que intereses políticos dentro del mundo indígena enturbien el sentido del festejo.
Por otra parte, piden que el municipio aporte más dinero y que el gobierno central se sume con recursos. Arguyen que el carnaval reduce el desempleo, al aumentar el turismo, el comercio y el transporte en Arica, conocida como la ciudad de la eterna primavera.
Según las organizaciones, este año el espectáculo costó entre 540 y más de 600 millones de pesos (cerca de un millón de dólares), de los cuales 75 por ciento fue desembolsado por las propias comparsas que costean sus originales trajes y sus instrumentos.
El municipio de Arica se encarga de montar el espectáculo, cifrado en 30 millones de pesos, además de entregar un premio de 50 millones de pesos, que se divide entre las agrupaciones participantes según su lugar en la competencia.
Esta versión del carnaval contó con el patrocinio de la gubernamental Comisión Bicentenario, que apoya obras que rescatan los valores del país con miras a la celebración en 2010 de los 200 años de la independencia de España.
Precisamente, el próximo año el municipio pretende trasladar el carnaval a la playa, ampliando su recorrido, para lo cual aumentará los premios por lo menos 50 por ciento, adelantó a IPS el alcalde Sankán.
Los organizadores esperan poder invitar para 2010 a otros pueblos indígenas del país, como los rapa nui de Isla de Pascua. En esta ocasión hubo participación del pueblo mapuche, originario del sur de Chile.
"Cada año vemos un progreso en el carnaval, con más grupos de bailes y bandas", observó a IPS Roberto Tobar, ariqueño que suele disfrutar la fiesta junto a su familia.
Para las comunidades andinas, el carnaval de Arica no ha sustituido las fiestas típicas realizadas en sus poblados sino que se ha transformado en una inmejorable vitrina para mostrar sus tradiciones al resto de la sociedad, más aún considerando que muchos de ellos han debido migrar a la ciudad en busca de trabajo.
El carnaval "nos da la oportunidad de demostrar que somos una cultura viva dentro de este país", dijo a IPS Carolina Chambe, del poblado aymara de Chiapa, ubicado en la comuna de Huara, región de Tarapacá, colindante al sur con la de Arica y Parinacota.
De profesión ingeniera civil industrial, Chambe, de 26 años, fue elegida "ñusta" (princesa) de su comparsa.
"Esto es sumamente importante para los jóvenes, a quienes muchas veces se nos critica que no estamos preocupados de nuestra cultura. Con esto demostramos que sí estamos presentes y que sí queremos una continuidad para el fututo", remarcó mientras descansaba de su primer día de baile.
Según la Encuesta de Caracterización Económica (Casen), 1.060.786 personas, 6,6 por ciento de la población de Chile, se identificaban en 2006 como indígenas en Chile. El pueblo aymara representa 7,8 por ciento del total.