Luego de más de 80 años arrojando sus aguas servidas al lago Xolotlán, la capital de Nicaragua empieza a sanear esa inmensa fuente de agua dulce, como pago inicial de una vieja deuda de este país, que contaminó 80 por ciento de sus fuentes hídricas.
El 20 de este mes, el presidente Daniel Ortega inauguró la planta de tratamiento de aguas residuales Augusto C. Sandino, ubicada a orillas del lago de Managua o Xolotlán (que significa para algunos "dedicado al dios Xólotl" en lengua náhuatl).
Según Ruth Selma Herrera, presidenta de la estatal Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados, la planta empezó a procesar diariamente 132.000 metros cúbicos de aguas negras que vierten los habitantes de la capital, hasta alcanzar su capacidad total de 180.000 metros cúbicos diarios.
El lago recibía diariamente los desechos líquidos de 60 empresas químicas y de 1,2 millones de habitantes a través de 17 desaguaderos sin controles ni filtros, desde que en 1927 el gobierno de la época ordenó desviar los cauces hacia ese manto de agua, mientras organizaba un sistema de alcantarillado que se hizo realidad en 2007, cuando se terminó el tendido de 32 kilómetros de tuberías subterráneas que confluyen en la planta de saneamiento.
"Es un viejo sueño de los nicaragüenses rescatar los bellos regalos que Dios le dio a esta tierra de lagos y volcanes y, gracias a Dios, al gobierno y a los países amigos, estamos iniciando ese sueño", dijo Herrera a IPS.
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Las obras de la planta empezaron en 1997, con financiación del Banco Interamericano de Desarrollo, el gobierno de Alemania y de otros países europeos, y fondos del Tesoro de Nicaragua, hasta sumar 85,5 millones de dólares.
Más de 120.000 usuarios de la red de alcantarillado sanitario están conectados al sistema de tratamiento de aguas para revertir la contaminación del lago, de 1.040 kilómetros cuadrados y ubicado en la parte oeste del país, en la franja del océano Pacífico.
Herrera anunció que se prepara la construcción de otra red de saneamiento que unirá los municipios capitalinos de Ticuantepe, Veracruz y zonas aledañas del sur de Managua, para anexarlas a las instalaciones de la planta de tratamiento.
Ésta procesará las aguas y separará los objetos sólidos del líquido. A éste se le aplicará un tratamiento biológico y químico para reducir las impurezas de color y olor y, una vez eliminados los elementos contaminantes, el agua resultante será vertida al lago.
Para el científico y ambientalista Jaime Incer Barquero, la obra es un enorme paso hacia el objetivo de limpiar las fuentes de agua del país, hoy contaminadas en 90 por ciento, según sus propios estudios.
"La obra merece mis respetos, pero aún falta mucho más, es apenas el inicio de un buen plan de rescate de las aguas del país, pero se necesita más y faltan más de 50 años para llegar al punto en que las aguas puedan ser útiles para consumo", dijo Incer Barquero a IPS.
No es fácil rescatar un recurso natural tan delicado después de 80 años de estar ensuciándolo, acotó.
"Por 82 años hicimos del lago más grande de Centroamérica, el retrete más grande del mundo. Lo envenenamos a diario con toneladas de heces y basura y ahora, a ese ritmo, llevará unos 50 años o más rescatarlo", calculó.
En 1969, la dictadura del general Anastasio Somoza Debayle (1967-1979) declaró la costa oeste del lago, donde estaban tendidos al menos 20 barrios de Managua, como sitio insalubre y no habitable.
Incer Barquero cree que el proceso va por el camino adecuado. "Al tratar la parte bacteriológica del agua, se eliminan los principales factores que producen el mal olor y el color sucio, de aguas negras, y al menos el paisaje cambia y recuperará poco a poco su color habitual", explicó.
Pero "aquí en el Pacífico hay cinco lagunas grandes y dos lagos, y salvo la laguna de Asososca, que provee de agua a la capital, los demás están sin control y expuestos a contaminantes", dijo.
Según datos del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales, 80 por ciento de las fuentes de agua del país sufren algún grado de contaminación. Eso incluye las lagunas Xiloá, Nejapa, Tiscapa, Venecia y Apoyo, más los grandes lagos Xolotlán y Cocibolca.
En 2006 Nicaragua fue sancionada por el Tribunal Latinoamericano del Agua, que emite fallos éticos y no vinculantes, por el descuido y deterioro de sus recursos hídricos, principalmente por permitir la contaminación con químicos de la minería del río San Juan, que sirve de desaguadero del lago Cocibolca y desemboca en el mar Caribe.
El gobierno de Ortega planifica el aprovechamiento turístico de la zona de Xolotlán. La estatal Empresa Nacional de Puertos inauguró el año pasado dos puertos en las costas del lago y ahora ofrece servicios de navegación.
El Ministerio de la Construcción prevé a mediano plazo el tendido de una carretera costanera, que unirá los departamentos costeros del Pacífico y que servirá de paseo frente al lago de Managua.
El alcalde de la capital, Alexis Argüello, dijo a IPS que se está ejecutando el cierre del vertedero municipal de basura La Chureca, que por más de 30 años se asentó a orillas del lago. Con ayuda de España, el vertedero se convertirá en planta de tratamiento y reciclaje de desechos sólidos, que hasta ahora se acumulan en la ribera del Xolotlán.
Por su parte, el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales inició en 2007 una campaña nacional de reforestación que incluye las cuencas adyacentes del lago y sus costas, una medida vital para recuperar la captación hídrica en las nacientes.
El Ministerio de Salud anunció que, con la planta de saneamiento, se espera eliminar 170 pantanos que se forman todos los años en las zonas costeras y que causan, además de hedor, enfermedades como malaria y dengue y proliferación de moscas que aumentan los casos de diarrea infantil.
Según el vicepresidente de Nicaragua, Jaime Morales, el proyecto para descontaminar el lago de Managua "es un paso más hacia el cumplimiento del país de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM)".
Nicaragua debería asegurar agua limpia y saneamiento a por lo menos 2,5 millones de personas antes de 2015 para cumplir con una de las metas contenidas en los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptados por la comunidad internacional en 2000.
Aprobadas por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, las metas del milenio plantean abatir para 2015 la indigencia y el hambre, garantizar la enseñanza primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el sida y otras enfermedades, proteger el ambiente y buscar alianzas mundiales para el desarrollo.