Más de 75 por ciento de los habitantes de Zimbabwe viven en la pobreza, y los niños y niñas llevan la mayor carga. Mientras, el diálogo entre los partidos políticos para compartir el poder continúa estancado desde hace cuatro meses.
Las conversaciones para rescatar el acuerdo para formar un gobierno de unidad se reanudaron el lunes en el Rainbow Towers Hotel de Harare, entre las tres partes que lo firmaron el 15 de septiembre de 2008.
Las conversaciones fueron facilitadas por el presidente de Sudáfrica, Kgalema Motlanthe, quien ejerce también la presidencia de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC), así como por su predecesor, Thabo Mbeki.
También promovió los contactos el presidente de Mozambique, Armando Guebuza, vicepresidente de la SADC.
Al hablar ante la prensa justo antes de ingresar a la reunión a puertas cerradas, Arthur Mutambara, líder de una de las dos facciones del opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), dijo que los líderes no tenían otra opción que superar el actual estancamiento.
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La otra facción del MDC está encabezada por Morgan Tsvangirai.
"Ahora es el tiempo de encontrar un terreno común entre los zimbabwenses. Es tiempo de que haya flexibilidad, compromiso y pragmatismo", dijo Mutambara, quien podría convertirse en uno de los dos viceprimeros ministros bajo el acuerdo para compartir el poder con la Unión Nacional Africana de Zimbabwe—Frente Patriótico (ZANU-PF), del presidente Robert Mugabe.
Sin embargo, 12 horas de negociaciones no mostraron ningún progreso. El MDC y el ZANU-PF no llegaron a un acuerdo sobre los nombramientos en los ministerios clave para equilibrar el poder en un gobierno de unidad.
El secretario ejecutivo de la SADC, Tomasz Salomao, dijo que el estancamiento será analizado por los líderes de la región en la cumbre especial que tienen prevista para la semana próxima.
La urgente necesidad de crear un gobierno que funcione quedó clara en un informe divulgado por la organización Save the Children, según el cual 10 de los 13 millones de habitantes de este país viven en abyecta pobreza, luchando por acceder a alimentos y otros elementos básicos. Una alianza local de organizaciones no gubernamentales señaló que la cifra podría ser todavía más alta.
"Muchos niños y niñas no tienen educación. Cerca de 75 por ciento de las escuelas públicas no funcionan adecuadamente debido a que la mayoría de los maestros no están trabajando, ya que no les pagan lo suficiente para poder sobrevivir, y tienen que buscar otra cosa. Muchas familias pobres se ven obligadas a enviar a sus hijos a buscar trabajo", añade el informe.
El administrador de políticas de la Asociación Nacional de Organizaciones No Gubernamentales, Fambai Ngirande, sostuvo que la realidad en el terreno es de hecho "mucho peor que esas cifras, y se agrava".
Se trata de una crisis "causada por el hombre, prevenible y totalmente innecesaria, resultado de años de políticas fracasadas y acciones de las elites gobernantes cuyas tendencias corruptas y antidemocráticas empeoraron la situación, elevando los niveles de inequidad", afirmó.
Ngirande dijo que el hambre obligaba a muchas personas a recurrir a medidas desperadas, como la prostitución o el trabajo infantil, mientras que otras se ven obligadas a alimentarse con raíces venenosas o frutas no comestibles.
El precio del transporte urbano cambia dos veces al día, obligando a la mayoría de los empleados a acampar al lado de sus sitios de trabajo durante la semana e irse a sus casas sábados y domingos. Muchos profesionales han tenido que abandonar puestos importantes y optar por trabajos menos remunerados.
Aunque profesionales de clase media como las enfermeras y los maestros se han visto duramente afectados, Ngirande dijo que "son los grupos vulnerables, como los ancianos, los enfermos de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), huérfanos y discapacitados los que sufren más".