La calma en las verdes colinas del sur de Líbano se rompió esta semana cuando tres cohetes Katyusha fueron lanzados en la localidad de Nahariya, en las áreas israelíes de Galilea occidental.
Israel respondió al ataque, según el sitio web Now Lebanon, pero señaló que el movimiento chiita Hezbolá (Partido de Dios) no pudo haber lanzado los misiles, y esa organización negó oficialmente cualquier participación.
Facciones combatientes islámicas parecen haber querido crear un nuevo frente de guerra en el norte de Israel. Mientras los salafistas (musulmanes radicales) entrevistados por IPS negaron cualquier participación en lo ocurrido, el Comando General del Frente Popular para la Liberación de Palestina (PFLP-GC) ni negó ni confirmó haber lanzado los cohetes.
El ataque dejó en evidencia las similitudes entre la actual operación israelí contra Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) en Gaza con la guerra de 2006 contra el Hezbolá en el sur libanés.
La guerra en Líbano comenzó el 12 de julio de 2006, luego de que Hezbolá secuestró a dos soldados israelíes y mató a otros tres. El conflicto, que duró 33 días y causó la muerte de más de 1.000 personas y el desplazamiento de más de un millón, terminó con la resolución 1701 de la Organización de las Naciones Unidas, que llamó al desarme de todos los grupos en Líbano.
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"La situación política que prevaleció en 2006 en Líbano es muy similar a la que vive Gaza hoy", dijo la politóloga Amal Saad-Ghorayeb, autora del libro "Hezbollah: Politics and Religion" (Hezbolá: política y religión).
"Como en la guerra de Líbano en 2006, cuando la política exterior estadounidense estaba inclinada a una facción (al gobierno pro-occidental libanés encabezado por el primer ministro Fouad Siniora) contra otra (la minoría pro-iraní y la siria dominada por el Hezbolá), Estados Unidos está ahora a favor de la presidencia del presidente palestino Mahmoud Abbas y muy opuesto al gobierno de Hamás", indicó.
"La ofensiva en Gaza es por tanto en muchas maneras una extensión de la guerra de julio" de 2006, añadió.
El líder del Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, estableció un paralelo entre ambos conflictos cuando señaló que Israel utilizó acusaciones similares contra Hamás a las hechas contra Hezbolá para provocar la guerra de julio de 2006.
Nasrallah subrayó la ironía de la disyuntiva a la que se enfrenta Hamás ante la invasión: "O extender la tregua con Israel y morir de hambre, o poner fin a la tregua y terminar con el sitio".
La reacción árabe e internacional ante ambos conflictos ha sido similar, con pocas condenas en los círculos diplomáticos árabes.
"Hay una evolución en la política de los estados árabes hacia Israel desde 2006", dijo Saad-Ghorayeb. "Parece haber tomado la forma de una sociedad implícita, como se puede ver con el incremento de la agresión israelí y la falta de una postura árabe unificada sobre el tema".
Israel argumenta que su ofensiva terrestre está destinada a poner fin a años de lanzamientos de cohetes por parte de Hamás contra sus ciudades en el sur. Sin embargo, el real y no declarado objetivo podría ser restaurar el antiguo prestigio de las Fuerzas de Defensa Israelíes, ya que la guerra de 2006 dañó su reputación gracias a la eficiente resistencia de Hezbolá.
"El ataque sobre Gaza sirve de propósito para restaurar el poder de disuasión del ejército, así como su credibilidad", dijo Saad-Ghorayeb.
Añadió que el ejército israelí parece haber aplicado sólo en parte las conclusiones de la comisión Winograd, que investigó la guerra de 2006.
El primer ministro israelí Ehud Olmert, acusado por la comisión de haber tomado decisiones precipitadas en 2006, ha intentado demostrarle al público de su país que ha aprendido la lección, al declarar "inevitable" la actual ofensiva en Gaza.
La operación, según los medios israelíes, había sido planificada durante meses, y los soldados estaban siendo entrenados por una posible invasión a Gaza que duraría más de un año.
Mientras el humo cubría Gaza, los libaneses estaban cada vez más alerta por la posibilidad de que su país fuera arrastrado a la violencia. Olmert declaró el 4 de este mes que no estaba interesado en abrir un nuevo frente de guerra en el norte, tradicional dominio de Hezbolá.
Apenas fue lanzado el ataque sobre Gaza, el ejército libanés y el comandante de las Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano (UNIFIL), Claudio Graziano, hicieron un llamado a la contención para impedir que el sur de Líbano se convirtiera en plataforma de batalla.
Sin embargo, las últimas declaraciones de Nasrallah cambiaron drásticamente de tono cuando le dijo a miles de partidarios reunidos el jueves para la Ashoura (conmemoración chiita del martirio de Hussayn Ibn Ali, nieto del profeta Mahoma) que tenían que "actuar como si todas las posibilidades fueran reales y estuvieran abiertas con Israel", y los llamó a "estar preparados para cualquier eventualidad".
Según fuertes en el sur libanés, los combatientes del Hezbolá se han ausentado de sus casas en los últimos 10 días.