Una almohada, un cinturón, una mochila escolar de algún niño o niña y una copia rota del Corán es lo que se puede encontrar entre los escombros de la casa de la familia Al Daaa en Zeitoun, un barrio de la ciudad de Gaza.
Veinticuatro miembros de la familia murieron cuando un avión F-16 israelí lanzó una bomba sobre su hogar. Nueve cadáveres permanecen bajo lo que ahora es sólo restos de paredes, hierros retorcidos y muerte.
"Aquí no había combatientes de Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica)", dijo Zohair Al Raay, un vecino de la familia Al Daaa. "¿Dónde están las armas? ¿Dónde están los misiles? La familia Al Daaa no tenía nada que ver con eso", añadió.
Eyad Al Daaa, padre de 32 hijos, fue encontrado aferrado a tres de sus pequeños en unas escaleras.
Mientras se mantiene el alto al fuego, la magnitud de la destrucción en la Franja de Gaza finalmente emerge. El asalto israelí de tres semanas fue devastador.
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Generaciones de familias desaparecieron y aldeas enteras han sido destruidas. Muchos de los muertos todavía están enterrados bajo los escombros, y sus vecinos y familiares no tienen forma de recuperarlos.
En uno de los incidentes más desgarradores, 35 miembros de la familia Samouni murieron en Zeitoun por el bombardeo de un F-16. Los sobrevivientes enterraron los cadáveres el domingo, el primer día del alto al fuego.
Al menos 5.000 casas fueron destruidas y 20.000 edificios dañados en toda la Franja de Gaza, un territorio de apenas 40 kilómetros de largo por 10 de ancho, de acuerdo con datos oficiales. Veinte mezquitas y 16 oficinas de ministerios fueron derrumbadas, sumando pérdidas por unos 200 millones de dólares. La fachada del Hospital Al Quds está destruida por el fuego de los tanques, y la ciudad de Gaza aún carece de electricidad.
El martes, en el septentrional barrio de Al Attatra, casi por completo demolido, el cuerpo de una mujer de 94 años fue retirado de los escombros por su propio hijo. El ejército israelí la mató, afirmó él, antes de destruir al casa, otra vez con un avión F-16.
"¿Qué tenía que ver ella con los cohetes que se lanzan contra Israel?", preguntó. La familia la había estado buscando por varios días.
Esas historias son comunes en Gaza desde que Israel lanzó su Operación Plomo Fundido el 27 de diciembre.
Más de 1.300 palestinos murieron en las últimas tres semanas, un tercio de ellos niños y niñas, según funcionarios de la salud en Gaza y la Organización de las Naciones Unidas. Unas 5.500 personas han resultado heridas.
Según la fuerza civil en Gaza, que tiene la tarea de rescatar los cadáveres de entre los escombros, hay todavía unas 200 personas desaparecidas en el norte del territorio, se presume que muertas.
"Ésta es la peor violencia que hemos visto desde la nakba", dijo Ibrahim Mohamad Hindi, de 75 años, usando la palabra árabe que significa "catástrofe", en referencia al desplazamiento de cientos de miles de palestinos y la creación del Estado de Israel en 1948.
Lo que es también alarmante es la aparente naturaleza salvaje de la destrucción, dicen habitantes de Gaza.
Khamis Mohamed Al-Atar y varios miembros de su familia fueron sacados a la fuerza de su casa en Al Attatra y llevados a una prisión en el desierto de Negev durante 15 días mientras soldados israelíes ocupaban su hogar, ubicado sobre una colina desde la cual se puede ver toda la ciudad de Gaza, el mayor centro poblado de la Franja.
"Un soldado me sacó y otro vino y le preguntó al primero dónde estaba el resto de mi familia. Entonces le sugirió que nos sacara a todos, nos pusiera contra una pared y nos disparara. Dijo que no le importaba en qué casas había personas. Creí que nos matarían a todos", contó Mohamad Al Atar. Cuando Mohamad regresó a su casa, encontró el cadáver de su hijo pudriéndose en el ahora devastado naranjal de la familia.
Dentro de la casa, encontró pintada la estrella de David, símbolo de la fe judía y del Estado de Israel. Los baños habían sido destruidos con granadas, mientras el piso estaba cubierto de envoltorios de comidas y casquillos de balas abandonados por los soldados israelíes.
En una zona agrícola cercana a Beit Hanoun, las vacas yacen muertas, algunas abiertas por la metralla y otras simplemente atropelladas por los tanques. En las calles también se pueden ver cadáveres de burros, caballos, cabras y pollos.
"Éste era el sustento de mi familia", dijo Youssef, de 18 años, refiriéndose al ganado muerto. "Ahora se ha ido. ¿Quién se tomaría el tiempo de matar vacas en esta guerra?", preguntó.