«La guerra todavía no terminó, pero comienza el capítulo final», declaró Eytan Ben-Eliyahu, ex jefe de la Fuerza Aérea israelí, el miércoles de noche. «Es un momento crucial.»
Se siguen oyendo detonaciones. Cada noche los aviones bombardearon 70 objetivos, según fuentes militares israelíes. En la mañana de este jueves cayeron 15 cohetes de Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica) en el sur de Israel.
Los esfuerzos para lograr una salida diplomática al conflicto se aceleran en dos frentes: El Cairo y Washington.
Cuatro días antes de lo previsto, el responsable de la oficina de seguridad política del Ministerio de Defensa israelí, Amos Gilad, se trasladó este jueves a El Cairo para conocer los términos en que Hamás aceptaría el cese del fuego promovido por Egipto.
La decisión de que viajara Gilad fue resuelta el miércoles de noche por el triunvirato de guerra del gabinete, integrado por el primer ministro, Ehud Olmert, el ministro de Defensa, Ehud Barak, y la canciller, Tzipi Livni.
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El ánimo de la reunión era triunfalista, según fuentes políticas confiables. Se entendía que ése era el momento propicio para cerrar un rápido cese del fuego.
El optimismo de Israel respecto de la aceptación de Hamás de sus términos para terminar el ataque se basa sobre trascendidos de que ese movimiento ya no exige que los efectivos israelíes abandonen las zonas de la franja de Gaza que ocuparon tras el comienzo de la operación, antes del inicio de la tregua.
Hamás, por su parte, sigue insistiendo en que Israel se retire totalmente "pocos días después" del inicio del cese del fuego. Los políticos israelíes, al parecer, están dispuestos a aceptar eso.
Hamás habría renunciado a otra condición clave, dispuesta por Egipto: que el control del lado palestino del cruce fronterizo de Rafah lo asuma la Autoridad Nacional Palestina (ANP), y no el movimiento islamista.
La unidad palestina sería impulsada en función de un acuerdo de noviembre de 2005, cuando la ANP controlaba Gaza, que habían implementado observadores europeos y turcos.
Hamás se arrogó el control de ese territorio palestino por la fuerza en junio de 2007, tras su triunfo en las elecciones legislativas de enero de 2006.
El compromiso de Hamás con la tregua es objeto de dudas. "No queremos que dure más de un año a fin de evaluar si funciona", señaló Mohammed Nasser, miembro del politburó del movimiento, en El Cairo.
El cronograma y la amplitud de la apertura de la frontera entre Israel y Gaza también resta por resolver. Aun antes de la actual ofensiva, que comenzó el 27 de diciembre, el bloqueo israelí a ese territorio palestino, vigente desde enero de 2008, ya era un problema.
Israel, por su parte, parece satisfecho de haber asestado a Hamás un golpe lo bastante duro como para restaurar su poder de disuasión.
"Van a pensar dos veces, y hasta tres, antes de volver a lanzar cohetes", declaró Livni a un canal de televisión.
Un elemento clave para que el fin de la guerra sea exitoso para Israel es encontrar un mecanismo efectivo para evitar que Hamás se rearme.
"Eso un asunto entre los egipcios y nosotros", subrayó un funcionario israelí. Pero en realidad también tratan de conseguir un compromiso internacional para reforzar los acuerdos egipcios.
Ese es, precisamente, el objetivo de una misión diplomática de alto vuelo que se trasladó a Washington a fin de tratar de firmar, tan pronto como el viernes, según fuentes israelíes, un memorando de entendimiento entre Estados Unidos e Israel tendiente a frenar el contrabando de armas a Gaza.
Israel pretende que Estados Unidos se comprometa a realizar un "mayor esfuerzo" para ampliar el "área de protección", en que se intercepten las armas que supuestamente terminan en manos de Hamás, en especial procedentes de Irán y Sudán, antes de su llegada a la frontera entre Gaza y la península del Sinaí.
El Estado judío quiere lograr una cooperación de inteligencia e instalar tecnología estadounidense y europea, en especial francesa y alemana, a lo largo de la frontera entre Egipto y la franja de Gaza que permita detectar los túneles por los cuales Hamás ingresa los proyectiles al territorio palestino.
Israel se está dando cuenta de que los reveses políticos y diplomáticos que se ganó por la muerte de más de 1.000 civiles palestinos en Gaza comienzan a exceder cualquier logro directo que pueda haber obtenido de su ataque contra Hamás.
Los países musulmanes aliados de Estados Unidos también están deseosos de logar un rápido cese del fuego. Arabia Saudita y Egipto tratan de impedir una cumbre árabe, promovida por Qatar.
Las naciones árabes se pliegan a la propuesta del emir de Qatar, jeque Hamad bin Khalifa Al-Thani, de destinar cientos de millones de dólares a la inmediata reconstrucción de Gaza, pero no se sienten cómodos con su sugerencia de sentar a Israel en el banquillo de los acusados por "crímenes de guerra"
Las autoridades de esos países quieren evitar, a toda costa, la propuesta qatarí de anular la iniciativa de la Liga Árabe para un acuerdo de paz integral en Medio Oriente.
Sería autodestructivo, arguyeron El Cairo y Riyadh, cuando Barack Obama comprendió la urgencia de lograr una solución para el conflicto árabe-israelí desde el comienzo de su gobierno.
En las tres semanas de ofensiva militar, Israel logró evitar un asunto que indefectiblemente surge cada vez que se desata una guerra en Medio Oriente, la relación entre las agresiones y el intento de encontrar una solución de fondo para el conflicto palestino-israelí: cómo poner fin a los 42 años de ocupación de Palestina.
Hoy, el asunto queda en suspenso en ambos bandos, que esperan a ver si Obama, por fuera de la agresión israelí, aprovecha la ocasión para promover la solución de dos Estados.
***** + Gaza en llamas: Cobertura especial de IPS Noticias (https://www.ipsnoticias.net/_focus/israel/index.asp)