Numerosos ataques armados se han registrado en las fronteras de Israel con Jordania, Siria y el territorio palestino de Cisjordania en los últimos seis días, alentados la furia de la población árabe ante la muerte y la destrucción que sufre Gaza.
Funcionarios de seguridad israelíes manifestaron su preocupación ante la posibilidad de que la violencia en Gaza afecte la situación en la porosa línea que rodea Cisjordania, y que colonos judíos y soldados allí apostados sean blanco de palestinos armados.
Cohetes Katyusha fueron disparados desde el sur de Líbano a la localidad de Nahariya, en el norte de Israel. El libanés Partido de Dios (Hezbolá) negó toda participación en esos ataques, atribuidos a organizaciones más pequeñas afines a la lucha palestina.
Un sirio disparó el domingo dos tiros contra israelíes que trabajaban en la reparación de la verja que marca el límite entre los dos países.
El lunes, tres soldados israelíes sufrieron heridas leves cuando palestinos dispararon contra su vehículo militar en el asentamiento judío de Kiriat Arba, cerca de Hebrón, 30 kilómetros al sur de Jerusalén.
[related_articles]
Reportes israelíes indicaron que un soldado jordano abrió fuego contra una patrulla fronteriza este martes de mañana, cerca del centro turístico de Eilat, en el sur. Los israelíes habrían devuelto el fuego. El ejército jordano negó el incidente.
Analistas y estrategas militares describen esos episodios como aislados y los atribuyeron a individuos o pequeños grupos.
Pero las manifestaciones masivas árabes por la muerte de más de 900 palestinos, la mitad de ellos civiles, y las heridas de más de 3.000 no presagian nada nuevo para el vínculo futuro de Israel con sus vecinos.
La actitud de las autoridades israelíes hacia los manifestantes en su territorio y en Cisjordania se ha endurecido.
El gobierno estableció una política de tolerancia cero hacia lo que perciben como incitaciones a la violencia durante las protestas. Cientos de árabes de nacionalidad israelí han sido arrestados por participar en ellas.
Soldados israelíes abrieron fuego contra una manifestación el viernes en el poblado de Bilin, cerca de la central ciudad cisjordana de Ramalah, sede de la Autoridad Nacional Palestina.
Israelíes y ciudadanos de otros países participan desde hace años en las protestas semanales contra el muro de seguridad que construye Israel en torno de Cisjordania y que separa a agricultores de Bilin y otras localidades de sus predios.
Un tribunal israelí ordenó un rediseño del muro para aliviar los perjuicios económicos y sociales de la cerca sobre la población palestina, pero el ejército no ha implementado aún el fallo.
Antes de la Operación Plomo Fundido contra Gaza, soldados israelíes solían usar gases lacrimógenos y balas de goma para reprimir las manifestaciones en Bilin, así como a los pobladores que les arrojaban piedras.
Varios manifestantes murieron como consecuencia de las balas de goma, que, de todos modos, son menos mortales que las convencionales.
Pero el viernes, los francotiradores israelíes hirieron a ocho en Bilin usando rifles Rutger calibre 22, arma prohibida en 2001 por el entonces inspector general de las fuerzas armadas, Menahem Finkelstein.
Mientras se afianza la tensión en las fronteras de Israel y dentro de Cisjordania, se prevé que Israel está a punto de iniciar en Gaza una tercera y aun más mortal fase de su operación.
Este martes se registraron duras batallas con combatientes palestinos. Soldados israelíes, apoyados por fuego de artillería y helicópteros de ataque Apache, se introdujeron en barrios de la ciudad de Gaza por primera vez desde la invasión.
Unos 30 palestinos murieron por el ataque israelí este martes, los cuales se suman a los 20 del lunes y a los 60 del domingo.
La troika de guerra del gabinete israelí —formada por el primer ministro Ehud Olmert y el encargado de la cartera de Defensa, Ehud Barak, y la canciller Tzipi Livni— parece dividida sobre dos puntos cruciales: cuándo retirarse de Gaza y cómo lidiar con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), el partido palestino que controla el área.
Livni, preocupada por los daños que las bajas civiles palestinas le ocasionan a la reputación del país, promueve iniciar la retirada tan pronto como sea posible y apenas los objetivos militares se alcancen. Barak, principal arquitecto de la operación, también.
Pero Olmert no parece tener ningún apuro y deriva la presión sobre Egipto. Un cese del fuego será imposible hasta tanto no cesen los disparos de cohetes desde Gaza al sur de Israel y el tráfico de armas desde territorio egipcio hacia esa región palestina.
Barak parece más abierto a la posibilidad de futuras negociaciones con Hamás. Sin embargo, a ninguno de los tres les desagrada la posibilidad de destruir por completo al movimiento.
Paradójicamente, fue Israel el que alentó la creación de Hamás en 1987, tanto política como financieramente, para poner coto a la popularidad de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Hoy, el Estado judío apoya a la Autoridad Nacional Palestina, dirigida por la OLP y por su principal integrante, el secular partido Fatah.
El dirigente derechista Avigdor Lieberman sugirió este martes en el auditorio de la Universidad Bar Ilan que se requerían medidas extremas contra Hamás. "Debemos combatir a Hamás del mismo modo que Estados Unidos hizo con Japón en la Segunda Guerra Mundial", dijo.
Esa conflagración concluyó en 1945 con las bombas nucleares arrojadas por Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.