De tantos signos de interrogación abiertos por la crisis económica global, uno nada desdeñable puede obtener respuesta esta semana: ¿Cómo se adaptarán a la nueva realidad mundial los grupos de presión que influyeron en las políticas causantes del desastre actual?
La trama comenzará a descubrirse a partir de este miércoles, cuando comience en el centro turístico invernal de Davos, en el este de Suiza, la sesión anual del Foro Económico Mundial (FEM), una especie de defensoría de los intereses de las compañías transnacionales y de la que habitualmente ha participado los propios ejecutivos, expertos y gobernantes de países ricos.
A primera vista pareciera que nada ha cambiado, pues el presidente y fundador del FEM, Klaus Schwab, ya adelanto con decisión que esta vez el primer objetivo del Foro de Davos será "auxiliar al proceso del G-20".
Schwab se refería al grupo que, en realidad integrado por más de 20 países, inició en noviembre en Washington el examen de una reforma del sistema financiero mundial y también de las eventuales políticas para revitalizar la economía global. El G-20 tiene previsto volver a reunirse el 2 de abril en Londres.
Más claro aún, Schwab dijo que "lo que queremos es que los actores mundiales, los hombres de negocios y demás, puedan hacer su aporte" al proceso del G-20.
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Eso es una arrogancia total, interpretó el académico suizo Jean Ziegler en declaraciones a IPS.
Demuestra que el Foro de Davos volverá a ser "sólo un ejercicio de cinismo, arrogancia y ceguera", insistió Ziegler, entrevistado durante un intervalo de las sesiones del comité consultivo del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reunido esta semana en Ginebra.
El Foro de Davos espera la participación de unas 2.500 personas, más de la mitad hombres de negocios, pero también gobernantes, políticos, sindicalistas, líderes religiosos y de organizaciones no gubernamentales.
Como todos los años, la asistencia de periodistas ha sido restringida en gran parte a representantes de medios de comunicación afines a las orientaciones liberales del FEM.
Los responsables de Davos acentuaron el hermetismo en torno a algunas de las sesiones con medidas como la prohibición a los redactores de los partes de prensa, que asisten a reuniones reservadas, de mantener encuentros personales con otros periodistas.
Schwab se preocupó en los últimos días por negar la idea de que el FEM tiene una ideología. "Nosotros no expresamos una opinión, sólo ofrecemos el micrófono", sostuvo.
Tampoco aceptó que el Foro de Davos haya abrazado ciertos dogmas económicos como el rechazo total a la intervención del Estado y a las regulaciones. Han sido las personas que participaban de nuestras reuniones quienes promovían esos conceptos, se defendió.
Algunos programas desarrollados por el FEM han reclamado siempre un sistema coordinado de regulación mundial, aseguró.
En un encuentro con periodistas, Schwab opinó que es necesaria "una reforma del capitalismo". Debemos retornar a ciertos valores que se han perdido en los últimos 10 años a causa de demasiada codicia y de insuficiente control, dijo.
De todas maneras, el líder del FEM reconoció que después de 39 años de reuniones sucesivas del Foro de Davos, esta vez será una de las sesiones más complicadas y significativas. El tema central de los debates enfocará el diseño que se pretende del mundo cuando acabe la crisis.
Ziegler censuró el derroche en que incurrirán los participantes de Davos. Por ejemplo, la representación de la Unión de Bancos Suizos (UBS) se alojará en hoteles lujosos de Davos.
El banco UBS fue una de las instituciones financieras más golpeadas por la crisis, al extremo de que el gobierno suizo tuvo que concederle 64.000 millones de francos, unos 56,3 millones de dólares, para salvarlo de la bancarrota.
"Somos nosotros, los contribuyentes suizos, quienes pagamos esos lujos. Eso es una porquería", dijo Ziegler a IPS.
"La mitad de los banqueros e industriales que concurren a Davos deberían estar en la cárcel desde hace mucho tiempo", sostuvo. "En todos estos años, el Foro de Davos ha sido la matriz ideológica del saqueo mundial", expresó.
Ziegler recordó que 20 años atrás el Foro de Davos festejaba las desregulaciones, la liberalización desenfrenada, las privatizaciones y el paroxismo de la ganancia.
El ex presidente del Banco Mundial James Wolfensohn llegó a acuñar la famosa frase de que "el fin de la historia es un gobierno mundial sin Estado", aclamada con salvas de aplausos por los participantes del Foro, memoró Ziegler.
El lunático ideario neoliberal arrojó al mundo en la mayor crisis económica desde 1929. Los responsables son los que ahora vienen a dilapidar en Davos, concluyó.