El Laboratorio de Acción contra la Pobreza Abdul Latif Jameel (J-Pal), del Instituto Tecnológico de Massachusetts recibió este martes un premio dotado con 400.000 euros (520.000 dólares) por aplicar un método científico para evaluar la eficacia de las ayudas al desarrollo.
El galardón ha sido instituido por la Fundación BBVA, del español Banco Bilbao Vizcaya, y es uno de los ocho que otorgará cada año, por igual valor cada uno, lo que suma 3,2 millones de euros y lo convierte en el segundo premio mundial más importante, después del Nobel, que suma 6,6 millones de euros anuales (nueve millones de dólares).
J-Pal fue creado en 2003 por los economistas Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Rachel Glennerster, y su tarea en la práctica consiste en medir los efectos de los fondos destinados por los países en áreas como la educación, la salud y los mercados financieros, aplicando técnicas similares a los usadas en los ensayos de medicamentos y vacunas.
En el acto en el que se dio a conocer el ganador del premio, el miembro del jurado y director del Departamento de Economía y Empresa de la española Universidad Pompeu Fabra, José García Montalvo, explicó el sistema utilizado por el laboratorio premiado.
La noticia fue recibida vía telefónica por Duflo, investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y especialista en el desarrollo en India, quien se encontraba en ese momento en Nueva York,
El laboratorio aplica los métodos denominados "de ensayo aleatorio", similar a los empleados en las pruebas de nuevos medicamentos y vacunas, que consiste en medir y comprobar lo que ha pasado frente a lo que habría sucedido de no haberse realizado esa actuación.
En la práctica puso ejemplos. En primer lugar, dijo, "en la cooperación al desarrollo es necesario el conocimiento para evaluar las políticas y un ejemplo es intentar contestar a la pregunta: ¿si con un dólar diario se puede salvar la vida de un niño, qué se ha hecho con los 2,7 billones de dólares que se han dedicado a la ayuda al desarrollo desembolsados entre 1960 y 2008?".
Otra pregunta, añadió, es, "si una mosquitera cuesta cuatro dólares, ¿cómo es posible que no todas las familias pobres de África tengan mosquiteras?".
García Montalvo puso también en esto tres ejemplos. Uno es el efecto de la cantidad de alumnos sobre el aprendizaje. Para ello es necesario saber si clases con más estudiantes producen una mejora en la educación o no.
Si mejoraran valdría la pena, pues con el mismo salario de los profesores habría más jóvenes educados, pero eso hay que comprobarlo en la realidad.
Otro es el efecto del consumo de vitaminas por parte de los trabajadores en su productividad, investigando si el costo de las mismas se recompensa con los resultados logrados de una mayor producción.
El tercer ejemplo se refiere a los intereses de los créditos otorgados para proyectos de desarrollo, evaluando si promovieron acciones que, al menos, produjeran réditos superiores a esos intereses.
Dufflo, además de agradecer el premio, informó que en la actualidad el MIT está desarrollando un centenar de proyectos de ayuda al desarrollo y que ella está a cargo de los que se realizan en India, de los cuales mencionó uno para mejorar la actuación policial y otro sobre microcréditos.
Preguntada por IPS sobre el destino de los 2,7 billones de dólares de ayuda al desarrollo, Dufflo contestó que "es muy difícil de responder, hubiera sido peor si no se gastaba ese dinero, pero se debería gastar mejor y haber hecho algo más útil".
A este respecto, García Montalvo señaló que hasta hace poco no se contaba con técnicas para medir la eficacia real de esa ayuda, pero ahora con las herramientas del MIT se ha marcado "un antes y un después" en la evaluación de la misma.
La aplicación del sistema del MIT obliga a los directivos y evaluadores de la cooperación "a estar en el campo de trabajo y no sentados en su despacho" lo cual, a su entender, permite una evaluación más efectiva.
Este tipo de seguimiento se hará a gran escala y uno de los hechos que las impulsará es la donación del gobierno español de 10 millones de euros (13 millones de dólares) al Banco Mundial para financiar ese tipo de evaluaciones. Esa aportación es la mayor recibida por el ente multilateral para esas actividades.
Paralelamente a la entrega de ese premio, la organización no gubernamental Intermon Oxfam divulgó un informe que demuestra que los países en desarrollo no están en los objetivos primarios de los países ricos.
Éstos, según el informe, inyectaron más de cuatro billones de dólares para salvar sus economías, casi el doble de la asistencia mundial para el desarrollo (AOD) en medio siglo y 27 veces más de lo que se necesitaría en un año para cumplir con los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, aprobados en 2000 en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El jurado que otorgó el premio lo presidió Mark Rosenzweig, de la estadounidense Universidad de Yale, y lo integraron Jonathan Morduch, de la universidad de Nueva York, Norman Loayza, del Banco Mundial, Jonathan Temple, de la británica Universidad de Bristol, y García Montalvo, de la española Universidad Pompeu Fabra.
La Fundación BBVA centra su trabajo en el apoyo a la generación de conocimiento, la investigación científica y el fomento de la cultura, así como en su difusión a la sociedad. Entre sus áreas preferentes están las ciencias básicas, la biomedicina, la ecología, la biología de la conservación, las ciencias sociales, la creación literaria y la música.