Pescadores palestinos se ven obligados cada día a jugar al gato y al ratón con la armada israelí, que los persigue pese a estar en aguas permitidas por los acuerdos de Oslo. Arriesgan así vida y pertenencias en busca de, a duras penas, ganarse la vida.
Bajo el acuerdo suscrito en 1993 entre ambas partes, los pescadores palestinos pueden adentrarse 20 millas en el mar.
Sin embargo, el gobierno de Israel disminuyó esa distancia a seis millas, alegando razones de seguridad tras la segunda Intifada, el levantamiento palestino de 2000, la captura de un soldado de ese país y la toma del poder en Gaza por parte del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás).
Tres pescadores palestinos fueron asesinados en los últimos dos años por cruzar ese último límite. Pero los israelíes también disparan a los que respetan incluso las seis millas, por lo cual en el mismo periodo también hubo heridos y otros más perdieron sus barcos y implementos necesarios para su actividad.
La armada de Israel también ha humillado y agredido a muchos pescadores, según la organización de derechos humanos israelí B'Tselem.
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"Los soldados israelíes suelen dispararnos directamente o cerca nuestro con armas automáticas y, además, lanzan chorros de agua a alta presión contra nuestros barcos" para tratar de dañarlos, denunció Khaled Al-Habeel, uno de los pescadores locales detenido por la armada israelí en uno de los últimos incidentes de importancia.
Junto con Al-Habeel fueron apresados a mediados de noviembre otros 14 pescadores y tres pacifistas extranjeros que los acompañaban, cuando se encontraban a siete millas náuticas del territorio palestino de Gaza.
"Cuando nos arrestan, nos hacen sacar la ropa, nos obligan a tirarnos al agua, aun en invierno, y nadar hasta su barco, donde nos esposan y nos trasladan hasta un centro de interrogación israelí", relató Al-Habeel.
La estadounidense Darlene Wallach, de 57 años, el escocés Andrew Muncie, de 34, y el italiano Vittorio Arrigoni, de 33, todos integrantes del pro-palestino Movimiento de Solidaridad Internacional (MSI) trataban de proteger a los pescadores y cuando sus embarcaciones fueron rodeadas por dos lanchas cañoneras y otros cinco barcos más pequeños israelíes.
Veintidós comandos abordaron los barcos de pescadores con pistolas y obligaron a sus tripulantes a subir a los buques de la armada. Los activistas, que estaban en aguas jurisdiccionales palestinas y lejos de las israelíes, fueron llevados a un centro de detención del aeropuerto internacional Ben Gurion, de Tel Aviv, desde dónde los deportaron.
Los pescadores palestinos fueron interrogados y luego trasladados a Gaza.
A causa de la pesca excesiva en aguas poco profundas, las reservas que están cerca de la costa casi se agotaron y los peces no pueden reproducirse. Los cardúmenes más rentables de atún también se encuentran mar adentro.
Una estimación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica que en esa zona es necesario alejarse entre 12 y 15 millas de la costa para encontrar los grandes cardúmenes que permiten obtener un mayor rendimiento.
El costo de ir mar adentro puede variar entre 125 y 625 dólares, según el tamaño de la embarcación, las redes y la tripulación. Muchos pescadores no recuperan esa cantidad con la venta de pescado, por lo que no tienen más alternativa que quedarse cerca de la costa.
En total, la pesca en esa zona diminuyó de 823 toneladas al mes en junio de 2000 a tan sólo 50, según la ONU.
A fines de los años 90, la industria pesquera de Gaza alcanzaba unos 10 millones de dólares al año y representaba cuatro por ciento del producto interno bruto de Palestina. Una parte de la producción se exportaba y el resto cubría la demanda interna.
Entre 2001 y 2006 ese monto disminuyó a la mitad. En la actualidad, la población de Gaza, desempleada, mal alimentada y sin buena atención médica, tiene que importar pescado de Israel.
"El mercado está hambriento de pescado, pero la cantidad de peces no alcanza para alimentar a la población", señaló Finn Ebbesen, de la danesa Asistencia al Desarrollo Internacional (Danida, por sus siglas en inglés), que trabaja en Gaza desde hace casi una década.
"Esta gente perdió todo y tienen una gran inseguridad alimentaria", señaló Jean-Luc Siblot, ex director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) para las operaciones en los territorios palestinos ocupados.
A fin de ayudar a los pescadores, el PMA junto con Danida, comenzaron hace algún tiempo dos proyectos, alimentos por trabajo y alimentos por capacitación, como forma de ayudar a unos 1.470 hogares de pescadores, o 8.820 personas, en dificultades por el conflicto actual.
"Lo más importante es que los hogares puedan encontrar una forma de ganarse la vida y amortiguar las consecuencias de la crisis humanitaria que padecen", explicó Siblot. "Mediante la asistencia alimentaria, el PMA trata de ayudarlos en ese aspecto".
A cambio del costo de mantenimiento de barcos y redes, el PMA entrega a los pescadores de Gaza una ración mensual de harina de trigo, azúcar, aceite de oliva y lentejas.
Israel mantiene un embargo sobre Gaza y cerró sus fronteras después de que Hamás se arrogó el control de Gaza por las armas en junio de 2007, tras ganar las elecciones legislativas de enero de 2006. Sólo abre los cruces fronterizos en contadas ocasiones para permitir el ingreso de suministros humanitarios.
Pero en las últimas semanas, los cruces permanecieron casi siempre cerrados, sólo abiertos un par de horas por vez. La medida redujo gravemente la asistencia humanitaria y puso en riesgo hasta los proyectos de asistencia, gracias a los que sobreviven los alrededor de 1,5 millones de habitantes de ese territorio palestino.