Al menos 350 palestinos han muerto y más de 1.000 resultaron heridos en el más severo operativo militar de Israel en Gaza desde la Guerra de los Seis Días, de 1967, y que continuaba este lunes por tercer día consecutivo.
El sábado por la mañana, 80 aviones de combate y helicópteros Apache israelíes lanzaron su primera ola de ataques aéreos sobre la Franja de Gaza. Más de 100 bombas fueron lanzadas contra objetivos de Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica), destruyendo 40 de ellos, incluyendo estaciones de policía e instalaciones militares en cuestión de minutos.
En la mañana del domingo, Israel lanzó la segunda ola de bombardeos, destruyendo una mezquita y la estación de televisión Al Aqsa, controlada por Hamás.
En forma simultánea, las Fuerzas de Defensa Israelíes desplegaron cientos de soldados en la frontera con Gaza en preparación para una posible invasión terrestre.
El ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, rechazó los llamados de la Organización de las Naciones Unidas y de la Unión Europea para un cese al fuego, y le dijo a la prensa internacional que no descartaba ampliar su ofensiva, incluyendo una operación terrestre.
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"Que a nosotros nos pidan un cese del fuego con Hamás es como pedirles a ustedes les pidan un cese del fuego con (la red extremista islámica) Al Qaeda", dijo Barak entrevistado por la cadena estadounidense Fox News.
"Es algo que realmente no podemos aceptar. Nuestra intención es cambiar totalmente las reglas del juego", añadió.
La mayoría de los muertos o heridos eran soldados de Hamás y policías. Sin embargo, se informó que decenas de civiles palestinos habrían perdido la vida.
Se espera que el número de víctimas civiles aumente. Muchas de las instalaciones de Hamás se encuentran en barrios civiles densamente poblados. Muchos niños y niñas iban camino a sus escuelas cuando Israel lanzó la primera ola de bombardeos en Gaza.
Terribles escenas se veían en los corredores de los hospitales y morgues de Gaza: muertos y agonizantes, cuerpos mutilados en el suelo y heridos esperando un lugar en los abarrotados sanatorios.
Los médicos trabajaban bajo una gran presión, en medio de una grave falta de electricidad, medicamentos, equipos médicos y combustible para operar los generadores de emergencia, todo debido al bloqueo israelí impuesto en el territorio.
Sólo se ha permitido el ingreso de una limitada ayuda humanitaria.
Egipto, en una rara muestra de solidaridad con los habitantes de Gaza, abrió su frontera para permitir que los heridos sean trasladados a los hospitales en la península de Sinaí.
"Es una locura, y el pueblo está en estado de shock", dijo a IPS la ex diplomática costarricense Elena Eqleibo, ahora trabajadora humanitaria radicada en Gaza desde hace varios años.
"Acababa de terminar una reunión en la Municipalidad cuando de pronto había bombas y columnas de humo rodeando toda el área", dijo Eqleibo, cuyo apartamento está ubicado cerca de una las bases de Hamás.
"Visité a varios vecinos en el supermercado y en el almacén, y todos estaban en estado de shock. Nadie puede creer la escala del ataque", añadió.
Abdallah Al-Agha, quien vive cerca del palacio presidencial del ex presidente y líder histórico de la nación palestina Yasser Arafat (1929-2004), controlado ahora por Hamás y objeto de ataques israelíes, dijo que hubo escenas de caos fuera de su apartamento cuando estallaron las primeras bombas.
"Las ensordecedoras explosiones continuaron en lo que parecía una eternidad. Las personas estaban en pánico, las ambulancias y los camiones de bomberos estaban en las calles intentando ayudar a los heridos y apagar los incendios que se desataron en los edificios destruidos", contó Agha a IPS.
"Los niños gritaban y lloraban, y las madres estaban histéricas buscando a sus hijos que volvían de la escuela", añadió.
Israel había estado amenazando con una incursión militar a gran escala en Gaza luego de que varios cohetes fueran lanzados por grupos de la resistencia palestina contra localidades israelíes en la frontera.
Los ataques palestinos con cohetes fueron realizados tras un frágil cese del fuego de seis meses entre Israel y Hamás y 10 días de intensos combates el mes pasado luego de una incursión militar israelí en Gaza.
La organización de resistencia islámica acusó a Israel de romper los términos de la tregua al rechazar el levantamiento del hermético cerco a Gaza.
Pero el momento en que fueron perpetrados los ataques israelíes tomó por sorpresa a Hamás. Israel había abierto temporalmente las fronteras por pocas horas el viernes, para permitir el ingreso de varios convoys con ayuda humanitaria.
Simultáneamente, lanzó una campaña diplomática para explicar las razones de su operación militar a la comunidad internacional.
La inteligencia israelí hizo que la operación área coincidiera con una reunión de los líderes de Hamás, varios de los cuales murieron, y con la ceremonia de graduación de cientos de nuevos cadetes de policía palestinos.
Pero los israelíes son concientes de que los ataques no intimidarán a Hamás, y que las represalias con cohetes se multiplicarán en las localidades fronterizas.
Después del primer bombardeo israelí, Hamás y pequeños grupos de la resistencia lanzaron misiles contra Sderot, Ashkelon y otros poblados, matando a un israelí e hiriendo a otros.
Israel declaró estado de emergencia. A los israelíes dentro de un radio de 10 kilómetros de Gaza se les ordenó ingresar a los refugios antibombas.
Mientras, las fuerzas israelíes se preparan para recibir más de 100 misiles palestinos, algunos de los cuales podrían alcanzar ciudades, ya que Hamás puede cuenta ahora con proyectiles mejorados con alcance de 40 kilómetros.
Analistas de ambas partes coinciden en que la actual operación tiene poco que ver con una estrategia contra Hamás y más con las próximas elecciones de febrero en Israel, en las que Barak se postulará como candidato a primer ministro.
El público israelí ha pedido acciones enérgicas luego de los ataques palestinos, y cualquier candidato a primer ministro debe mostrar una postura firme si quiere ganar los comicios.