Los atentados que golpearon entre el miércoles y este viernes a la ciudad portuaria de Mumbai (ex Bombay), centro financiero de India, continúan reverberando en Pakistán.
La crisis domina las conversaciones y los titulares de la prensa, la cobertura televisiva y lo diálogos canalizados por sitios web y listas de correos electrónicos nacionales.
Pakistán se ubica en la primera línea de la estadounidense "guerra contra el terrorismo" declarada por Estados Unidos y está muy al tanto del fenómeno.
Ese tipo de atentados en el país se más que duplicaron y las muertes por esa causa se cuadruplicaron entre 2006 y 2007, según informó en mayo el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos.
Pero incluso el ataque más destacado en territorio pakistaní, que el 20 de septiembre destruyó el hotel Marriott en Islamabad —considerado por analistas "el 11 de septiembre de Pakistán"— empalidece ante los ataques en Mumbai, que ya se cobraron unas 155 vidas y a los que ahora muchos llaman "el 11 de septiembre de India".
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Al menos 25 hombres armados con rifles de asalto y granadas de mano atacaron 10 sitios en Mumbai y luego se atrincheraron en dos de los hoteles más lujosos de la ciudad, el Taj Mahal y el Oberoi Trident, y en la sede de un centro social judío.
Cuando las fuerzas de seguridad desalojaron los edificios, 155 personas yacían muertas, entre ellas ocho extranjeros. La cantidad final de víctimas fatales bien puede llegar a 200, según funcionarios.
El gobierno, ciudadanos comunes y organizaciones de la sociedad civil de Pakistán condenaron la violencia en el puerto indio. Islamabad ofreció una "cooperación completa" a India.
Los ataques de Mumbai, que se desataron en medio de la quinta ronda de conversaciones por la normalización total del vínculo entre India y Pakistán, repercuten en las relaciones bilaterales y en la comunidad internacional en general.
Este tipo de operativos ocurren cada vez que estos países, vecinos y adversarios históricos, profundizan su diálogo y sus iniciativas de paz. En esta ocasión, el canciller pakistaní Shah Mehmood Qureshi acababa de iniciar su visita de cuatro días a Nueva Delhi para evaluar el proceso.
Pakistán e India tienden a culparse entre sí de la actividad extremista en sus respectivos territorios, aunque en el último año han evitado las acusaciones.
Esta vez Nueva Delhi tampoco culpó a Pakistán, si bien luego informó haber arrestado a un insurgente vinculado con Islamabad, que negó estar involucrado.
Analistas pakistaníes advierten que la inteligencia india fue incapaz de detectar el acopio de armas y el entrenamiento por el cual un numeroso grupo de insurgentes mantuvieron a Mumbai como rehén durante dos días.
También critican la reticencia de Nueva Delhi a controlar a los insurgentes dentro del propio territorio.
"Todas las agencias de inteligencia de India fallaron", declaró Farrukh Saleem, director del Centro para la Investigación y los Estudios sobre Seguridad, organización de expertos independientes con sede en Islamabad.
"El elemento más crítico en su fracaso colectivo es el hecho de que se concentren en organizaciones insurgentes radicadas en Pakistán", agregó. Saleem cree que esa concentración de esfuerzos fue lo que permitió a organizaciones rebeldes surgidas dentro de la propia India "propagarse como un reguero de pólvora", con actividad en al menos 231 de los 608 distritos en que se divide el territorio del gigante regional, según el Portal de Terrorismo de Asia Austral.
Estos movimientos insurgentes y extremistas incluyen a tres tipos distintos —"extremistas de izquierda, separatistas y religiosos"—, anotó Saleem en un análisis publicado el jueves en la portada el periódico pakistaní The News.
"En 2006, un total de 2.765 indios fallecieron en hechos de violencia relacionados con el terrorismo. El mismo año, 1.471 pakistaníes murieron de modo similar", señaló.
Otro analista, que pidió no ser identificado, sugirió a IPS que los países de Asia austral aúnan fuerzas para operaciones militares conjuntas en las áreas conocidas por ser semilleros de insurgentes en la región.
En Nueva Delhi, Qureshi enfatizó que tanto India como Pakistán son "víctimas del terrorismo". Dijo que era necesario fortalecer el Mecanismo Conjunto Antiterrorista y revisar las "estrategias para la paz y la seguridad en la región".
En un gesto sin precedentes, Islamabad acordó enviar a Nueva Delhi al teniente general Ahmed Shujaa Pasha, nuevo director del poderoso organismo estatal Interservicios de Inteligencia (ISI), a pedido del primer ministro de India Manmohan Singh.
En otra medida inaudita, el gobierno de Pakistán disolvió el ala política de ISI, a la que a menudo se acusa de alentar la animadversión entre los dos países.
"Siento un gran temor de que los atentados en Mumbai dañen las relaciones de Pakistán e India", dijo a IPS la prestigiosa poeta y escritora feminista Attiya Daud, radicada en la meridional ciudad pakistaní de Karachi.
"Acompañamos el dolor y la pena de nuestros hermanos y hermanas indias", declaró.
El empresario de Karachi Tahir Siddiqui cree que los acontecimientos en Mumbai impulsarán la cooperación entre India y Pakistán y también entre otros países comprometidos con la "guerra contra el terrorismo".
La situación en Mumbai es "básicamente síntoma de un problema mayor: el continuo apoyo del mundo imperialista a regímenes dictatoriales de todo el mundo musulmán, desde Indonesia hasta Marruecos", dijo Siddiqui a IPS.
"Esta falta de democracia margina a la gente y retrasa el desarrollo. Esto es un llamado a despertar para abordar estos asuntos", agregó.
El activista Shahid Fiaz, del Consejo Nacional del Foro Popular India-Pakistán para la Paz y la Democracia, manifestó a IPS que la intención de los terroristas es infundir temor.
"Necesitamos salir a las calles y resistir, y decirles a los terroristas que somos dueños de nuestras ciudades y que no tenemos miedo", añadió.
El ex ministro Iqbal Haider, copresidente de la independiente Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, señaló: "Nuestro país comprende y comparte el dolor, la indignación y la pena del pueblo de India, pues nosotros también somos víctimas del terrorismo, que incluye ataques suicidas cotidianos."