Delegados de 92 países se reunieron durante cinco días en esta ciudad para evaluar si los biocombustibles pueden ser promotores de desarrollo sostenible. El anfitrión, Brasil, busca ampliar el debate e inhibir lo que considera falsas ideas sobre esa producción.
"Queremos un debate amplio, basado en datos científicos y técnicos. Brasil está dispuesto a participar en cualquier foro sobre este asunto, ya sea con gobiernos, organizaciones no gubernamentales, grupos contrarios o favorables a esta tecnología", dijo el presidente de este país, Luiz Inácio Lula da Silva, al clausurar la I Conferencia Internacional sobre Biocombustibles, celebrada entre el lunes y este viernes.
"Lo importante es que no se propague sobre este tema ninguna mentira o falsa idea", subrayó.
Mientras el petróleo se concentra en unos 10 países grandes productores, los agrocombustibles —etanol y biodiésel destilados de vegetales— abren un campo de generación de empleo e ingresos para más de 100 países en desarrollo, dijo Lula.
"Brasil quiere compartir su experiencia de 30 años, pues comprobamos que los biocombustibles son un instrumento para provocar transformaciones en la vida de la gente. Permiten crear ingresos en el campo y la ciudad y se originan en un conocimiento que puede ser transferido a los países pobres con bajo costo", insistió el presidente.
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La caña de azúcar, el maíz, la palma aceitera, la colza y la remolacha son algunos de los cultivos que se emplean para refinar etanol y biodiésel.
"Esta tecnología no sólo importa a Brasil, sino a todo el planeta", reforzó el gobernador del sureño estado de São Paulo, José Serra, presente en la ceremonia. El etanol de caña de azúcar emite 90 por ciento menos gases de efecto invernadero que la gasolina y no produce emanaciones de dióxido de azufre, sostuvo.
Pero su avance en el mercado internacional se ve obstaculizado por barreras aduaneras y subsidios. "Estados Unidos predica a favor del libre comercio, pero no lo practica", ejemplificó el gobernador en referencia a los impuestos que ese país pone a las importaciones de etanol brasileño.
Serra anunció que su estado, principal productor de etanol, inaugurará un centro de investigación de alto nivel, que contará con un presupuesto de unos 44 millones de dólares para dos años de actividad, a los que se suman 36,5 millones para distribuir en proyectos de pesquisas que serán entregados mediante licitaciones.
La tónica de los países en desarrollo que asistieron al encuentro estuvo dada por los pedidos de cooperación técnica y transferencia de tecnología. "Ayudémonos a organizar este sector en África", pidió el presidente de la Academia Africana de Ciencias, el sudanés Mohammad Hassan.
América Latina también parece contar con el liderazgo brasileño para ingresar con pie firme a este mercado. "Brasil puede ser el país que nos ayude", dijo a IPS la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena.
Y las delegaciones de países ricos solicitaron asociaciones comerciales, pues quieren librarse de la dependencia del petróleo y no disponen de clima ni tierras suficientes para producir etanol o biodiésel.
La cancillería brasileña afirma que este país está abierto al intercambio, a través de la estatal Empresa Brasileña de Investigaciones Agropecuarias (Embrapa, por su acrónimo en portugués). Además, actuará junto a las Naciones Unidas para organizar una conferencia mundial, que sería una consecuencia de este primer encuentro internacional.
Por tanto, la diplomacia brasileña está muy satisfecha con los resultados de la reunión que organizó. En ella, Brasil divulgó estudios en los que se muestra que los cultivos dedicados a la energía no afectan de momento la producción de alimentos, pues ocupan menos de uno por ciento de las tierras agrícolas del planeta.
"En (la reunión de) el Grupo de los Ocho en Japón, pudimos demostrar que los precios de los alimentos subieron por la especulación en los mercados de futuros", dijo Lula, en referencia a la cumbre celebrada este año por los gobernantes de los países más poderosos del mundo: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
"El hambre se debe a la falta de poder adquisitivo para comprar comida y no a la escasez de alimentos", enfatizó el economista Ignacy Sachs en una reunión plenaria sobre seguridad alimentaria. La producción de biocombustibles, si es bien administrada, puede ser palanca de un nuevo ciclo de desarrollo rural basado no sólo en la agricultura, estimó.
"El mito de que el mercado se autorregula ha caído. Necesitamos políticas públicas eficaces para llevar capacitación y asistencia técnica a los pequeños productores, así como financiación específica para mantenerlos en el campo, con tecnología, confort y buenas condiciones de vida", explicó Sachs, profesor honorario en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y en la Universidad de São Paulo.
El dirigente João Pedro Stédile, del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra y de la red Vía Campesina Internacional, concuerda con Sachs. "Defendemos el principio de la soberanía alimentaria, que en cada región y en cada país los gobiernos apliquen políticas que estimulen y garanticen la producción y el acceso de todos a los alimentos necesarios para sus poblaciones", declaró en un texto divulgado en la conferencia.
Para regular el uso de la tierra en este país, el gobierno se comprometió a realizar un ordenamiento territorial agroecológico, que debería servir para proteger la Amazonia, el Pantanal y otras áreas de florestas nativas, y a incluir a las autoridades locales en el combate a la deforestación.
Los riesgos ambientales de los monocultivos y la necesidad de reducir el consumo fueron señalados por las organizaciones no gubernamentales.
El sector empresarial alega que se ha avanzado en investigaciones y eficiencia en la producción, reduciendo el uso de agua y con un aprovechamiento inteligente de residuos en generadores biológicos de electricidad y otros bienes.
De forma paralela a la conferencia, se realizó una feria en las que se expusieron avances tecnológicos y vehículos como el avión Ipanema, tractores, motocicletas y ómnibus movidos a etanol.
