La decisión de Barack Obama de mantener a Robert M. Gates como secretario de Defensa desencadenó un debate sobre si el presidente electo de Estados Unidos podrá cumplir su compromiso de una rápida retirada de Iraq.
Esto se debe a que Gates ha defendido la política de George W. Bush de aumentar las tropas allí, y se opuso al calendario de 16 meses que estableció Obama para la retirada.
Obama no habló explícitamente de Iraq en una conferencia de prensa realizada el miércoles. Sólo dijo que brindaría "una visión" sobre política exterior y que se aseguraría de que equipo la implementara.
Se espera que los nombramientos, que anunciará formalmente el próximo lunes, incluyan a Gates y al general James Jones como asesor nacional de seguridad. Éste último también ha sido crítico del calendario de retirada propuesto por Obama.
Los precedentes históricos sugieren que Obama no podrá implementar su plan de retirada de Iraq sin que el secretario de Defensa y el jefe del Estado Mayor Conjunto estén totalmente de acuerdo.
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Ésta es la lección que dejó el esfuerzo del presidente John F. Kennedy en 1962 y 1963, de hacer que los comandantes militares de Estados Unidos en Vietnam adoptaran un plan para la retirada de los soldados para fines de 1965. Fue el único caso histórico de un presidente que intentó adoptar un calendario para una rápida retirada de tropas de combate de una guerra contra los deseos de los comandantes que estaban apostados allí.
Obama, como Kennedy, es un líder que tiene una confianza extraordinaria en sí mismo, y bien puede creer que es capaz de imponer su política para Iraq por sobre los intereses de un equipo de seguridad nacional que discrepa con él.
En una reunión cara a cara realizada en julio en Bagdad, le dejó en claro al jefe del Comando Central de Estados Unidos, general David Petraeus, que no se doblegaría ante las presiones militares para alterar su plan.
Pero la poco conocida historia del calendario de Kennedy para la retirada estadounidense del sur de Vietnam subraya la importancia crítica para un presidente de tener a sus dos principales funcionarios de seguridad nacional a bordo del mismo barco, a fin de contar con alguna chance de prevalecer sobre la resistencia de los comandantes que están en el escenario bélico.
Kennedy intentó presentarse ante la comunidad de la seguridad nacional como centrista, adoptando una fuerte postura anti-comunista en público. Pero detrás de bambalinas procuró hacer aprobar un calendario para la retirada de Vietnam.
Por su parte, Obama intenta demostrarle principalmente a la burocracia de la seguridad nacional y a la elite política que realmente está dentro del consenso post-Guerra Fría sobre utilizar el poder militar estadounidense en Medio Oriente.
Kennedy tuvo un secretario de Defensa y un jefe del Estado Mayor Conjunto que estaban preparados para cooperar plenamente con su estrategia para la retirada de Vietnam.
El titular del primer cargo, Robert S. McNamara, fue ferozmente leal al presidente, y Maxwell Taylor, entonces en el segundo puesto, era un amigo personal cercano, tanto de McNamara como de Robert F. Kennedy.
Kennedy usó a McNamara y a Taylor para presionar al ejército a seguir su calendario en vez de confrontarlo directamente.
Aunque los dos altos funcionarios de su equipo de seguridad nacional se comprometieron con el plazo de 1965 para una retirada completa, los comandantes militares en Vietnam y el comando del Pacífico en Honolulu se negaron por muchos meses a adoptar el plan de retirada que se les urgía a respetar.
Ya en mayo de 1962, McNamara les pidió a los comandantes en el lugar que presentaran un plan para una retirada completa de Vietnam, y sugirió fines de 1965 como conclusión del proceso.
Pero el calendario de repliegue sugerido por el ejército habría dejado a miles de los soldados en el país, incluso en 1967. McNamara opinó que eso era demasiado lento.
El Comando del Pacífico y el comandante en Saigón continuaron dándole largas al plazo fijado para 1965. Como ocurrió con Petraeus y el alto comandante en Iraq, general Ray Odierno, en relación al plan de Obama en 2008, ellos alegaron que el rápido calendario propuesto para una retirada total de Vietnam era demasiado arriesgado.
En octubre de 1962, Kennedy adoptó la decisión política estratégica de nombrar a Maxwell Taylor presidente del Estado Mayor Conjunto, en una medida condenada por el liderazgo militar del momento, que consideraba que se trataba de una interferencia de la Casa Blanca en la normal rotación entre los servicios en ese puesto.
Como Kennedy esperaba, Taylor estaba ansioso por ayudar a McNamara y a Kennedy a convertir el Estado Mayor Conjunto en un bien en el calendario de retirada de Vietnam.
El próximo paso de Kennedy fue intentar que el Estado Mayor Conjunto aprobara un plan para retirar 1.000 efectivos militares de Vietnam antes del fin de 1963. Pero luego de meses de maniobrar, y pese al apoyo de Taylor para ese plan, el Estado Mayor Conjunto acordó, en agosto de 1963, aceptar solamente una retirada inicial con fines de planificación, sujeta a una aprobación final del Estado Mayor Conjunto el 31 de octubre de 1963.
Insistió en una retirada "en base a condiciones", igual que el Comando de Estados Unidos en Iraq en 2008.
Frustrado por la resistencia militar, Kennedy envió a McNamara y a Taylor a Vietnam en el entendimiento de que regresarían con una recomendación para el plan de una retirada para fines de 1965, así como para una retirada inicial de 1.000 soldados.
Luego Kennedy actuó para que todo su Consejo Nacional de Seguridad aprobara su recomendación el 3 de octubre de 1963, pese a que funcionarios clave de esa entidad —entre ellos el asesor nacional de Seguridad, McGeorge Bundy— se oponían al plan.
Entonces Taylor ordenó al comando militar que pusiera sus planes en línea con la propuesta anterior de McNamara, para una retirada de casi 680 consejeros.
Pero seis semanas después, Kennedy fue asesinado en Dallas, y en un plazo de semanas el ejército comenzó a revertir el compromiso para con el plan de Kennedy.
Iraq, por supuesto, no es Vietnam. El "Acuerdo de retirada" ya firmado por el gobierno iraquí y el gobierno de Bush, y aprobado el jueves por el parlamento iraquí, puso a la defensiva a los líderes militares contrarios al calendario de Obama.
La decisiva victoria electoral de Obama, basada en parte en su aguda diferenciación entre el gobierno de Bush y su propia posición sobre la retirada, también fortalece su postura.
Kennedy confiaba fuertemente en su secretario de Defensa y en el jefe del Estado Mayor Conjunto en gran parte porque no estaba listo para salir públicamente a hacer campaña a favor de su calendario.
Si Obama está pronto para ir a Iraq a confrontar a los comandantes apostados allí sobre este tema, todavía puede prevalecer.
Pero a menos que Obama actúe para reemplazar al almirante Mike Mullen como jefe del Estado Mayor Conjunto por un funcionario militar de rango más elevado que lo apoye luego que finalice su primer periodo en septiembre próximo, no tendrá apoyo ni de sus dos principales funcionarios de seguridad para su plan de retirada de Iraq.
Si sus opciones de seguridad nacional sirven como señal, Obama, a diferencia de Kennedy en 1962, es reticente a arriesgar las buenas relaciones con la dirigencia militar por hacer semejante cambio.
Y si se distrae demasiado de su preocupación principal —la economía estadounidense— o es reticente a tener una confrontación con su equipo de seguridad nacional por este tema, es probable que Odierno y Petraeus le den largas al asunto, así como los comandantes estadounidenses bloquearon el plan de Kennedy para Vietnam.
Entonces, el costo de permitir que los opositores a su política ejerzan un control cotidiano sobre este crucial tema de la política exterior pronto se volverá evidente.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.