Mientras el avión aterriza en el aeropuerto Jomo Kenyatta, el viajero que llega por primera vez a Kenia comienza a admirar los avances de este país del oriente de África, a partir de los servicios y la moderna edificación de la terminal. Un motor de este desarrollo es el dinero enviado por sus emigrantes.
Y, lo que es más probable, es que el visitante llegue a bordo de la aerolínea nacional, la galardonada Kenya Airways, que vuela por todo el planeta exhibiendo un logotipo cuyo eslogan la publicita como "El orgullo de África".
A la salida del aeropuerto le aguarda una ubicua multitud de operadores de taxis. El que tenga éxito saldrá con una sonrisa, enfrascándose en la habitual conversación liviana con su último cliente.
El primer cartel que se ve junto a la carretera de acceso al aeropuerto siempre crea un impacto indeleble. Los keniatas que residen en el exterior pueden aconsejar a quien llega por primera vez a su país invertir en lo que se publicita. Simplemente reza: "Kenia mi país, Tusker mi cerveza".
Tusker es la bebida insignia de East Africa Breweries Limited, principal firma de su rubro en África oriental.
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Hoy la marca se puede hallar en góndolas de todo el mundo. Entre ellas, las de Tesco, el tercer supermercado más grande de Gran Bretaña. En Australia, Canadá y Estados Unidos, También Tusker Mart es otro producto de East Africa Breweries Limited y continúa embolsando mucho dinero.
Pero no siempre fue así. El impulso a la venta de productos de East Africa Breweries Limited en la diáspora comenzó en julio de 2006, con la esperanza de subirse a la campaña del llamado "patriotismo económico" que tiene por blanco a los keniatas de la diáspora.
Desde entonces, los volúmenes aumentan año a año. Como efecto indirecto, tanto la empresa como la economía nacional continúan beneficiándose del ingreso de divisas fuertes.
En el año financiero que terminó el 30 de junio, East Africa Breweries Limited exportó cervezas por valor de 21,3 millones de dólares.
Reconociendo el rol fundamental que juegan en la economía los emigrantes, el gobierno keniata redactó en 2007 el proyecto de ley de la diáspora.
Un bosquejo del proyecto, preparado por el gobierno y por un equipo técnico de keniatas radicados en otros países, admitieron inicialmente que había una brecha entre la economía local propiamente dicha y la de la diáspora.
El proyecto señalaba: "La diáspora presenta cambios concretos de desarrollo, pero éstos permanecen sin anunciar, sin apreciar y sin apoyo estructural".
Estadísticas del año pasado del Banco Mundial indican que el envío de remesas de dinero de keniatas a sus familiares en el país pasó a ser la principal fuente de divisas, al sumar 1.207 millones de dólares, que superó lo aportado por las ventas externas de la horticultura, que fue de 994 millones de dólares, y al turismo, de 923 millones de dólares.
Datos del Banco Mundial indican que la diáspora es una "mina de oro" para cualquier economía, especialmente para las pobres y las emergentes. Esta entidad multilateral señala en su informe que, en el mundo, unos 300.000 millones de dólares son enviados anualmente por emigrantes a sus países de origen. Los africanos lideran estas cifras.
También se estima que esas remesas de la inmigración llegan a sumar el segundo lugar, luego de las inversiones extranjeras directas, como fuente de financiamiento para las economías en desarrollo.
Un estudio del Kenya Club, con sede en Londres, señala que los inmigrantes de este país africano residentes en Gran Bretaña envían unos 71 millones de dólares a sus familias, mientras que los radicados en Alemania transfieren unos cinco millones de dólares.
A comienzos de 2007, Kenia se situaba en el segundo lugar en cuanto al monto del dinero enviado por emigrantes, superado por Nigeria, con 3.300 millones de dólares, mientras que el tercero es Sudán, con 1.200 millones de dólares, seguido por Senegal y Uganda, con 900 millones de dólares cada uno, y Sudáfrica, con 700 millones de dólares.
Estos números también forman parte del informe del Banco Mundial titulado "Datos sobre migración y remesas, 2008".
A comienzos de 2003, un año después de la trascendental derrota del gobierno de Daniel arap Moi (1978-2002), las perspectivas de este país con 35 millones de habitantes ciertamente han mejorado.
Por ejemplo, la economía registró un crecimiento de 6,1 por ciento en 2006, convirtiéndolo en el más alto que el país haya logrado en tres décadas. E, incluso, con las heridas experimentadas a comienzos de este año a consecuencia de los disputados comicios presidenciales, el país todavía registrará un aumento del producto de cuatro por ciento o más.
"La percepción de la economía de Kenia por parte del consejo del Fondo Monetario Internacional (FMI) es muy positiva. La estamos viendo remontar luego de los acontecimientos posteriores a las elecciones generales de diciembre", dijo Peter Gakunu, director ejecutivo del entre multilateral a cargo de 21 países africanos.
Y esto, pese a los rigores de conducir un país recargado de sospechas de aniquilación recíproca entre etnias, una pobreza persistente y una clase media que aumenta el consumo.
Ahora, con ciertas garantías de que las remesas son seguras y que, en caso de corrupción financiera, se tomarán medidas, la economía de la diáspora continuará alimentando al mercado nacional.
En caso de los keniatas de la diáspora que dudan que su dinero esté seguro, la Autoridad de Inversiones de Kenia (KIA, por sus siglas en inglés), creada en septiembre, tiene trabajo por hacer.
"La KIA, que es la institución que tiene el mandato de comercializar a Kenia, ha presentado una estrategia que construirá el producto y la marca de Kenia y la venderá a potenciales inversiones nacionales e internacionales", explicó Susan Kikwai, directora de la Autoridad.
Si la KIA no logra convencerlos, unas botellas de Tusker fría siempre podrán ayudar.