CHINA: Tíbet y Taiwán, dos formas de afrontar un problema

Representantes chinos dialogaron esta semana sobre la autonomía de Tíbet con delegados del exiliado líder espiritual de esa provincia, Dalai Lama, al tiempo que impulsaron un acercamiento económico con Taiwán.

China aspira a la reunificación con Taiwán desde hace casi tanto tiempo como Tíbet espera el reconocimiento de su derecho a la autodeterminación. El trato dado a ambas cuestiones en la prensa controlada por Beijing es revelador.

Las conversaciones con Taipei, que apuntan a sentar las bases para el intercambio a través del estrecho de Formosa, fueron ampliamente cubiertos. Los negociadores firmaron varios acuerdos que acercan a dos ex archirivales mediante relaciones aéreas, postales y marítimas.

En Taiwán se radicaron, con el triunfo en 1949 de la Revolución China comunista encabezada por Mao Zedong, los partidarios del movimiento nacionalista Kuomingtang.

"China espera este momento desde hace 60 años", señaló el periódico 21st Century Business Herald, al calificar de "histórica" la visita a la isla del negociador chino para Taiwán, Chen Yunlin.
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"El futuro para la gente de ambos lados del estrecho de Formosa, como una sola entidad, es brillante", añadió.

En cambio, las conversaciones con representantes del gobierno tibetano en el exilio no fueron ni siquiera mencionadas en los principales medios de prensa, excepto la agencia estatal de noticias Xinhua, la cual advirtió que el Dalai Lama debía "afrontar la realidad".

"Es imposible que Tíbet sea independiente o semiindependiente o que tenga una independencia disfrazada", dijo a Xinhua el jefe de los negociadores chinos, Du Qinglin.

"El Dalai Lama debería respetar la historia, afrontar la realidad, ajustarse a los tiempos y corregir su postura política de forma fundamental", agregó.

Du se reunió en Beijing con Lodi Gyari y Kelsan Gyalsten, dos enviados del gobierno tibetano en el exilio, ubicado en la localidad india de Dharamsala. Los políticos visitaron el área modelo de la central región musulmana autónoma de Ningxia.

Pero, a pesar del inusualmente prolongado tiempo dispensado a las negociaciones, no hubo avances significativos, lo que arrojó más dudas acerca del éxito de la doctrina de "medio camino" hacia la autonomía de Tíbet que promueve el líder espiritual del budismo lamaísta.

Hace tiempo que Tíbet y Taiwán luchan por encontrar una solución al pulso que mantienen con China desde hace decenios.

Taiwán tiene su propio gobierno desde 1949, cuando las fuerzas nacionalistas de Chiang Kai-shek se refugiaron en la isla tras perder la guerra civil contra los comunistas en el continente.

Beijing sigue considerando la isla una provincia rebelde y amenazó con recurrir a la fuerza para impedir que declare formalmente la independencia.

Las últimas conversaciones son un gran avance para Beijing, pues implicaron una visita a Taipei de Chen Yunlin, presidente de la semiestatal Asociación para las Relaciones a través del estrecho de Formosa, cuyo objetivo es reunificar la isla con el continente.

Chen es el funcionario de mayor rango que visita Taiwán en medio siglo.

También se reunió con el presidente taiwanés Ma Ying-jeou.

Ma llegó al cargo hace cinco meses con la promesa de una nueva era de paz y de normalización económica con China, tras años de relaciones tensas bajo su predecesor Chen Shui-bian.

Beijing, que espera que el deshielo económico a través del estrecho de Formosa facilite una futura reunificación, aplaudió el cambio de gobierno.

Pero las últimas conversaciones estuvieron teñidas por manifestaciones en Taiwán convocadas por el opositor Partido Democrático Progresista (PDP), a favor de la independencia.

Treinta por ciento de los entrevistados en octubre por el Consejo de Asuntos de China, responsable de la política de China hacia Taiwán, consideraron demasiado apresurada la apertura del presidente Ma, en comparación con 19 por ciento que pensaba así en marzo.

Beijing había propuesto para el caso de Taiwán la fórmula de "un país, dos sistemas", ya aplicada con Hong Kong.

Eso permite que China tenga soberanía sobre el territorio y se ocupe de asuntos de relaciones exteriores y de defensa, en tanto el gobierno local se ocupa de otras cuestiones.

Sin embargo, ese mismo modelo le es negado a Tíbet.

Du Qinglin descartó ese tipo de solución: China, advirtió, no permitirá que Tíbet goce de la amplia autonomía otorgada a territorios como Hong Kong y la ex colonia portuguesa de Macau.

"Se trata del sistema político fundamental de China", arguyó. "No permite el separatismo por razones comunitarias bajo la bandera de la ‘auto-gobernanza étnica genuina’".

"Nunca permitiremos que bajo la bandera de una ‘verdadera autonomía’ alguien atente contra la unidad nacional", añadió Du.

Para los tibetanos, el pulso por su derecho a la autodeterminación prosigue desde que el Dalai Lama escapó de su tierra natal en 1951 hacia India, donde instaló el gobierno en el exilio.

Desde hace más de 50 años, el premio Nobel de la Paz visita distintos países en los que difunde la causa tibetana y trata de negociar con Beijing. El Dalai Lama aboga por una política de autonomía genuina y no a la independencia.

Pero China lo acusa de encabezar una campaña separatista a fin de escindir la región del Himalaya del resto del país. Ambas partes mantuvieron siete rondas de conversaciones, antes de la actual, sin lograr avances significativos.

Las relaciones se tensaron este año a raíz de las protestas pacíficas de marzo contra el gobierno chino, en Lhasa, que terminaron en disturbios violentos y una veintena de muertos entre manifestantes y oficiales de seguridad.

Beijing acusó al Dalai Lama y sus seguidores del incidente. Cuando la actual ronda de conversaciones estaba por comenzar en Beijing, las autoridades anunciaron la condena de 55 personas involucradas en las manifestaciones de marzo.

Para empeorar el sombrío panorama, el Dalai Lama declaró su frustración por la falta de avances en las negociaciones y señaló que Tíbet "moría" bajo el gobierno de mano dura de China.

"Mi confianza en el gobierno chino ahora es poca, poca, poca", declaró ante la prensa esta semana, en visita a Japón. "Tengo que aceptar el fracaso."

El futuro de su política de "medio camino" será el centro de una reunión especial a realizarse el 17 de ese mes en Dharamsala, entre unos 300 representantes de la comunidad tibetana en el exilio.

Fuerzas de jóvenes más radicales, de la comunidad tibetana, insisten en aplicar una política más dura contra Beijing.

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