En vísperas de la conferencia internacional sobre cambio climático que comenzará el 1 de diciembre en la occidental ciudad polaca de Poznan, altos funcionarios europeos se presentan a sí mismos como campeones de sólidas políticas ambientales.
El comisario europeo para el Ambiente, Stavros Dimas, describió esta semana a una serie de medidas que considera la Unión Europea (UE) como "el paquete legislativo de mayor alcance en el mundo para combatir el cambio climático".
Sin embargo, activistas "verdes" que han evaluado la "letra chica" de esas iniciativas se muestran menos impresionados y consideran que la retórica de la UE no se corresponde con sus acciones.
Una de las principales razones por la que el bloque no puede afirmar que está ejerciendo liderazgo en la materia, agregan, es que hasta el momento se ha negado a tomar medidas drásticas para reducir las emisiones de dióxido de carbono, el gas que más contribuye al recalentamiento global.
En 2007, los 27 gobiernos de la UE se comprometieron a reducir las emisiones de gases invernadero como mínimo 20 por ciento para 2020, respecto de sus niveles de 1990, para 2020.
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Sin embargo, las últimas propuestas sugieren que alrededor de 65 por ciento de esos recortes no se realizarán en la práctica en territorio europeo. En cambio, serán "compensados" a través del financiamiento de "desarrollo limpio" en otras partes del mundo.
Joris den Blanken, activista de la organización ambientalista Greenpeace, dijo que "la falta total de acción" significa que los gobiernos de la UE sólo podrán decir que han alcanzado sus metas exclusivamente por el menor consumo de energía derivado de unos pocos inviernos no muy rigurosos.
Asimismo, señaló que el mecanismo de "desarrollo limpio" en el que los países europeos ponen sus esperanzas tiene serias deficiencias. Hasta la fecha, alrededor de 40 por ciento de las medidas adoptadas como parte de él "no se tradujeron en reducciones reales" de gases invernadero.
Den Blanken agregó que algunos proyectos encarados en China dañan el ambiente, ya que emiten hidrofluorocarbonados, que según Greenpeace son "gases invernadero extremadamente potentes".
La crisis económica internacional ha llevado a algunos gobiernos de la UE a plantear que algunas de las medidas para combatir el cambio climático son demasiado costosas. La coalición derechista encabezada por el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, es la abanderada de ese grupo.
Aunque grupos de presión empresariales han tratado de diluir las medidas para hacer frente al recalentamiento global, muchos analistas apuntan que proteger el ambiente es prudente desde el punto de vista económico. En un momento en que se está verificando un aumento de la desocupación, los proyectos vinculados con fuentes de energía renovables tienen un enorme potencial para generar empleos, agregan.
"Actualmente, hay 150.000 puestos de trabajo en el sector ambiental. Que fácilmente pueden triplicarse con las inversiones correctas. La UE debe realizar los cambios estructurales necesarios", dijo Sonja Meister de la no gubernamental Amigos de la Tierra.
Stephan Singer, del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), sugirió que países más pobres que los europeos están tomando más seriamente los desafíos que plantea el cambio climático.
Singer regresó hace poco de un viaje a China, que en 2006 se convirtió en el mayor emisor mundial de gases invernadero, posición que hasta entonces ocupaba Estados Unidos. A pesar de eso, agregó, también es el mayor inversor en energía renovable y provee muchos de los paneles solares que se encuentran en los techos de las casas de Alemania.
"La idea de que Europa asumirá el liderazgo en cuestiones ambientales es disparatada", aseguró.
Los analistas no tienen grandes expectativas respecto de la reunión de Poznan, que se extenderá por 11 días. El presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, asumirá su cargo el 20 de enero y el mandatario saliente, George W. Bush, es rutinariamente visto como un "pato cojo".
Pero el encuentro debería preparar el terreno para las negociaciones que se desarrollarán en 2009 en Copenhagen, de las que debería surgir un nuevo acuerdo internacional sobre cambio climático.
Matthias Duwe, de la filial europea de la coalición internacional Climate Action Network, señaló que la reunión de Poznan debería abordar temas como las formas en que los países pobres serán auxiliados para adaptarse a la escasez de agua y otras consecuencias del recalentamiento global, las emisiones generadas por la deforestación y el futuro del mecanismo de "desarrollo limpio".
La organización humanitaria Oxfam estima que se requerirán como mínimo 49.500 millones de dólares por año para ayudar a los países pobres a enfrentar el recalentamiento global y considera que la UE debe aportar un tercio de esa suma, como reflejo de su riqueza y su porcentaje de contribución a las emisiones.
Elise Ford, de la oficina de Oxfam en Bruselas, dijo que se estima que 250 millones de personas sufrirán seria escasez de agua para 2020. "Los países más pobres no son responsables por el cambio climático, pero resultan los más afectados y los que menos recursos tienen para encarar el problema. Europa tiene una obvia responsabilidad en esta materia", afirmó.