El comercio de carbono puede convertirse en una garantía de seguridad alimentaria en África, si la comunidad internacional reconoce que la agricultura sustentable y la preservación de las selvas contribuyen a mitigar el cambio climático.
No hay duda de que el cambio climático es una amenaza. África es responsable por sí sola de apenas 3,8 por ciento de la concentración de gases invernadero en la atmósfera, pero será la región más perjudicada del planeta.
La mayoría de los científicos atribuyen a los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, el óxido nitroso y el metano, el actual ciclo de recalentamiento de la atmósfera, que produce grandes alteraciones climáticas.
El continente tiene mecanismos y recursos limitados para mitigar y adaptarse a los cambios propiciados por ese fenómeno. Entre las actividades paliativas figura el cultivo de distintas vegetales que compensen las expresiones locales del cambio climático y la protección de zonas costeras ante la subida del mar.
La delegación del Mercado Común de África Oriental y Austral (Comesa, por sus siglas en inglés) reclamará cambios en el funcionamiento del mercado de carbono en la conferencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático, que comenzará este lunes en la occidental ciudad polaca de Poznan.
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Los mercados de carbono son un mecanismo previsto en el Protocolo de Kyoto de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, según el cual países y empresas, en especial del sector de la energía, pueden adquirir el derecho emitir gases invernadero a cambio de financiar proyectos que mitiguen el fenómeno.
"Más de 4.000 millones de personas en los países en desarrollo, que dependen de la agricultura, están excluidas de ese mecanismo. África debe utilizar el comercio de carbono para lograr la seguridad alimentaria, en riesgo", enfatizó el secretario general de Comesa, Sindiso Ngwenya en una conferencia del bloque realizada este mes en la capital de Kenia.
En el marco del mercado de carbono establecido en el Protocolo de Kyoto, las compañías que superen sus límites de emisiones de gases invernadero pueden invertir en proyectos limpios en el Sur, mientras ganan tiempo para disminuir su propia contaminación.
Ahí es dónde entran los pequeños agricultores africanos. Si se reconoce la importancia del cultivo sustentable y la preservación de las selvas, los contaminantes de los países ricos podrán comprar créditos de carbono a los campesinos de este continente.
El mercado global de carbono crece. El volumen alcanzado en 2007 se estimó en unos 30.000 millones de dólares, dos veces y media la asistencia que recibe África.
Los participantes en la reunión de Nairobi instaron a la Unión Europea (UE) a revisar su Plan de Comercio de Emisiones, que sólo permite a las compañías de los 27 países del bloque comprar créditos de carbono de emprendimientos industriales, no de proyectos forestales, agrícolas ni agroforestales.
África quedó fuera del mecanismo porque la UE considera que la industria de este continente era demasiado pequeña —y con escasas emisiones de dióxido de carbono— como para calificar para los créditos de carbono.
La directora general de la Red de Análisis de Políticas de Agricultura y Recursos Naturales (FANRPAN, por sus siglas en inglés), Lindiwe Majele Sibanda, urgió a África a presionar para que se incluya a la agricultura sustentable en el comercio de carbono.
"A menos que el convenio que suceda al Protocolo de Kyoto valore la contribución que la agricultura sustentable puede hacer al mercado de carbono, África seguirá marginada", señaló Sibanda.
En el marco acordado en esa ciudad japonesa en 1997, vigente desde 2005, 36 países industrializados —salvo Estados Unidos, que retiró su firma del tratado en 2001— se comprometieron a reducir su emisión de gases invernadero en al menos 5,2 por ciento para 2012, respecto de las concentraciones registradas en 1990.
Comesa mandató a la FANRPAN para que coordine la Iniciativa sobre el Cambio Climático de la Sociedad Civil Africana por una Política de Diálogo (ACCID, por sus siglas).
El proyecto prepara a gobiernos y organizaciones para que traten de que el convenio que sustituya al Protocolo de Kyoto incluya a la agricultura sustentable y a la preservación de las selvas.
De seguir excluidos, advirtieron los delegados, los esfuerzos para reducir las emisiones de gases invernadero y combatir el cambio climático pueden ser estériles.
Es preciso pagar a las naciones en desarrollo para que cuiden sus selvas, coincidieron.
Los créditos de carbono pueden triplicar el valor de los bosques existentes, así como convertirse en una buena iniciativa para incluir más tierras en los programas de forestación, remarcó Eric Bettelheim, director ejecutivo de la organización británica Sustainable Forestrey Management (gestión forestal sustentable).
África podría recibir unos 10.000 millones de dólares por la venta de unas 500.000 toneladas de carbono, a 20 dólares la unidad, estimó Bettelheim.
"Esa cantidad puede transformar la economía de los países africanos porque es comercio, no asistencia", remarcó.
"Los agricultores pobres deben recibir más dinero y lograr una mayor productividad o no serán una solución para el recalentamiento del planeta, no funcionará el próximo convenio internacional ni los ecosistemas forestales para fin de siglo", concluyó Bettelheim.