¿Alguna vez pensó que su viejo televisor puede estar envenenando a un niño en China, o su vieja computadora contaminando un río en Nigeria?
Sin una ley que prohíba la exportación de desechos electrónicos tóxicos en Estados Unidos, no hay manera de saber si los antiguos celulares, computadoras o televisiones originados en ese país no terminaron en alguna aldea pobre del mundo en desarrollo.
Allí, pobladores desesperados desarman estos aparatos a mano para recuperar parte de los valiosos metales que los componen.
Un pequeño grupo de personas se alió con unos pocos recicladores para garantizar que los desechos electrónicos puedan ser tratados con responsabilidad, creando un programa de certificación de controlador electrónico (e-Stewards).
Anunciado este mes, los e-Stewards son recicladores de desechos electrónicos acreditados y certificados por una tercera parte independiente.
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Esta acreditación es crucial en una industria que a menudo apela a la mentira para darse una imagen de responsabilidad social.
Actualmente, incluso cuando la basura electrónica procedente del mundo rico fuera a un reciclador con preocupaciones ambientalistas, hay altas probabilidades de que sustancias tóxicas terminen en una enorme pila en medio de alguna aldea.
Se estima que Estados Unidos produce tres millones de toneladas anuales de desechos electrónicos, como celulares y computadoras. Sus habitantes compraron unos 30 millones de televisores desde enero. Esa cantidad será mayor el año próximo, cuando todas las redes de televisión del país se pasen al sistema digital, el 17 de febrero.
Así que, ¿a dónde van a parar estos televisores viejos e indeseados? Según activistas, un destino es Hong Kong.
"Vi hace poco contenedores cargados en Estados Unidos cuando los abrieron en los muelles de Hong Kong. Estaban llenos de desechos electrónicos, como televisores y pantallas de computadora", relató Jim Puckett, coordinador de la no gubernamental Basel Action Network (Red de Acción de Basilea, BAN, por sus siglas en inglés).
Esta organización lleva el nombre del convenio internacional que regula el tráfico internacional de desechos tóxicos, con el fin de impedir que los procedentes de países ricos contaminen a los pobres.
Puckett calculó que 100 contenedores de basura electrónica llegan cada día a Hong Kong, para ser contrabandeados luego a China. "Todo procede de Estados Unidos y Canadá", dijo.
Buena parte de esta actividad es ilegal en China. Pero es una industria muy grande y redituable, por lo que muchos funcionarios en China y otros países se muestran dispuestos a hacer la vista gorda, sostuvo.
En Estados Unidos, el programa periodístico semanal "Sixty Minutes" emitió este mes una investigación sobre los hallazgos de Puckett, rastreando contenedores embarcados por recicladores de ese país con destino a Hong Kong hasta aldeas en China, como Guiyu.
"Estuvimos en Guiyu hace unos seis años, y las condiciones son mucho peores hoy", agregó.
La montaña de desechos electrónicos aumenta cada día, al tiempo que se crean nuevos aparatos para conducir una economía arraigada en un crecimiento sin fin. Y 85 por ciento de esos residuos terminan como rellenos sanitarios o incinerados localmente, contaminando el agua subterránea y el aire de Estados Unidos.
Otros millones de computadoras, pantallas y televisores acumulados descansan en sótanos, garajes, oficinas y hogares.
¿Qué tiene que hacer una persona responsable con su basura electrónica ante la negligencia del gobierno, la irresponsabilidad de los fabricantes y la codicia de los recicladores?
"Era poco probable que con George W. Bush como presidente se aprobara una ley al respecto, por lo que decidimos trabajar con la industria del reciclaje", señaló Sarah Westervelt, de BAN.
Junto con la Coalición por la Devolución de Aparatos Electrónicos y 32 recicladores en Estados Unidos y Canadá, BAN anunció esta semana el programa de e-Stewards. Será el primero de certificación de reciclaje de desechos electrónicos auditado y acreditado de modo independiente.
El vertido de residuos electrónicos tóxicos en países pobres, rellenos sanitarios locales e incineradores quedará prohibido, igual que el uso de mano de obra carcelaria para procesar ese tipo de desechos.
"En este mismo momento es imposible que la gente sepa qué reciclador está haciendo lo correcto", dijo Westervelt.
Empresas y organizaciones que dicen ser verdes habitualmente tergiversan datos sobre cómo se manejan los desechos. "Las compañías embaucan a la gente", opinó.
"Según mis cálculos, 90 por ciento de las empresas estafan a sus clientes", coincidió Bob Houghton, presidente de Redemtech, que recicla basura electrónica e integra el programa e-Stewards.
Muchas empresas proporcionan documentos a otras compañías o gobiernos locales alegando que los residuos electrónicos son procesados de modo seguro, pero en realidad los envían a países en desarrollo, aseguró Houghton.
Cuando la ciudad estadounidense de Denver quiso un reciclador de desechos electrónicos, insistió en uno que no tuviera costo.
Así fue como sus aparatos obsoletos terminaron en China, como demuestra el documental de "Sixty Minutes", dijo Mike Wright, presidente de Guaranteed Recycling Experts en Denver.
"Es imposible reciclar desechos electrónicos sin ningún costo de otra manera que no sea exportarlos", dijo Wright a IPS.
Su compañía no ganó el contrato de Denver por esa razón, y es por eso que defiende con firmeza el programa e-Stewards programme, el cual brinda pruebas y garantías de que esos residuos son manejados de manera adecuada.
Westervelt dijo que el programa será minuciosamente analizado a lo largo de 2009 y que estará plenamente operativo para 2010.
Mientras, el público puede hallar participantes en el programa que se han comprometido a cumplir con sus estrictos estándares en e-stewards.org, señaló.
En Europa, los fabricantes de aparatos electrónicos están obligados por ley a aceptar que sus compradores les entreguen sus viejos productos para hacerse cargo de un reciclamiento adecuado.
Aunque ni en Canadá ni en Estados Unidos existe una ley semejante, algunas empresas fabricantes de televisores, como Sony, LG y Samsung, y varias de computadoras, como Dell, Lenovo y Toshiba, toman de vuelta sus productos sin cargo. Otras cobran una tarifa.
El costo de manejar y reciclar suele superar el valor de los materiales recuperados, así que la mayoría de las empresas no los quieren aceptar de regreso, declaró Barbara Kyle, de la Electronics TakeBack Coalition.
Existe preocupación de que esas firmas que permiten que les devuelvan sus productos simplemente los embarquen hacia países en desarrollo.
"Estamos intentando hacer que los manufacturadotes firmen un compromiso para actuar como si Estados Unidos fuera parte de la Convención de Basilea", dijo Puckett.
Ese tratado, vigente desde 1992, se estableció específicamente para impedir transferencias de desechos peligrosos, entre ellos los electrónicos, de países industrializados a países en desarrollo. Estados Unidos es una de las pocas naciones que no lo firmó.
"Hasta ahora, sólo Sony firmó el compromiso, pero esperamos que otros lo hagan pronto", planteó Puckett.
El activista espera que el nuevo gobierno de Estados Unidos, con Barack Obama al frente, sea más responsable y despierte esa misma responsabilidad en otros países.