En los últimos 20 años, las urnas sustituyeron a los golpes militares como medio de cambio político en África, señaló Emmanuel Gyimah-Boadi, experto de la Universidad de Ghana. Pero los resultados de la democracia son contradictorios.
"Hubo un alejamiento significativo del modo en que se hacía política en el pasado", sostuvo Gyimah Boadi, quien también dirige el Centro de Ghana para el Desarrollo Democrático.
El punto de vista histórico defendido por los dictadores y sus apologistas, según el cual al pueblo africano no le importan los principios democráticos sino más bien su posición socio-económica, no es certero, según este cientista político.
Analizando la cuarta edición del estudio Afrobarómetro, Gima Boadi dijo que alrededor de la mitad de los entrevistados en el continente declararon preferir la democracia por sobre cualquier otra forma de gobierno.
El Afrobarómetro es un proyecto de investigación independiente que mide el clima social, político y económico de la región.
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La última edición de esta encuesta periódica fue motivo de análisis en una conferencia realizada del 18 al 20 de este mes en Johannesburgo sobre la gobernanza en África.
Según los sondeos, los africanos comprenden bien el significado de la democracia, expresó Gyimah-Boadi ante los académicos y legisladores presentes en el foro convocado por el Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales.
De acuerdo con los resultados de la tercera edición de la encuesta, efectuada en 2005 y 2006 en 18 países, 73 por ciento de los entrevistados rechazaban los regímenes militares. Y en su mayoría entendían bastante sobre políticas gubernamentales en materia de salud y la educación.
Sin embargo, el estudio también constató que, aunque los países africanos han logrado un éxito considerable en términos de credibilidad electoral, los ciudadanos africanos no están seguros de que los comicios logren mejorar sus vidas.
Según Gyimah-Boadi, la democracia no logra cumplir las expectativas de la población.
"En nuestros estudios hemos hallado que la proporción de quienes dicen estar satisfechos con la democracia se redujo alrededor de 13 puntos porcentuales entre 2000 y 2005", señaló. Hay una enorme brecha entre las expectativas y la realidad.
La historia africana reciente ha mostrado que la democracia tiene consecuencias variadas en los diferentes países. En ocasiones ha propiciado prosperidad, y en otras enfrentamientos y discordia.
Cyprian Nyamwamu, del Consejo Ejecutivo de la Convención Nacional (NCEC, por sus siglas en inglés) de Kenia, presentó el caso de su país alrededor de las elecciones del año pasado.
La identidad étnica y el poder informal jugaron, según Nyamwamu, un rol muy importante en esos comicios, cuando al conocerse los reñidos resultados se desató una violencia generalizada.
En 2006, el Mecanismo Africano de Revisión por Pares (APRM, por sus siglas en inglés) declaró en un informe que la política en el continente se basaba demasiado a menudo sobre intereses étnicos más que sociales o económicos.
El reporte también advirtió que la primacía de los intereses étnicos amenazaba la unidad nacional de los países, pues "las diferencias de opiniones y creencias son utilizadas para polarizar y movilizar a la acción grupal".
El estudio de APRM sugiere que Kenia necesitaba poner la cuestión racial sobre la mesa de discusión e involucrar a todos los grupos en el diálogo.
Entre las medidas recomendadas, APRM consideró que se debía reservar escaños a comunidades raciales sobre al base de la representación proporcional, reconocer los idiomas minoritarios y establecer el requisito de que los puestos clave del gobierno reflejen la diversidad étnica del país.
"Ese informe proporcionó una importante declaración independiente sobre las cosas que hemos estado diciendo desde el NCEC, los partidos políticos y la sociedad civil", planteó Nyamwamu.
Según él, la falta de atención hacia estas conclusiones allanó el camino hacia el brote de violencia incluso antes de las elecciones de diciembre de 2007.
"Ahora hay un enfrentamiento de etnias y regiones. Cada vez que hay un conflicto, las pretensiones de comunidades raciales tienden a dominar el panorama, y esto ha afianzado la impunidad", dijo.
Como ejemplo, Nyamwamu dijo que cuando un político queda atrapado en escándalos de corrupción, el grupo étnico al que pertenece suele presionar al presidente para que lo reintegre aun después de ser declarado culpable por la justicia.
Nyamwamu concluyó que el debilitamiento del movimiento democrático en Kenia no es una buena señal para la reconstrucción del Estado.
Mientras los dos principales partidos políticos del país —el del presidente Mwai Kibaki y el opositor Movimiento Democrático Naranja— comparten el gobierno, "hay una conspiración de silencio, lo que significa que, mientras tú no me denuncies, yo no te denunciaré".
Por lo tanto, ambos partidos están involucrados en el saqueo al Estado, alegó.
Nyamwamu cree que, en esta situación, Kenia necesita un poderoso movimiento fuera del aparato del Estado que promueva la reforma nacional democrática. La sociedad civil se ha convertido en una "guardiana de la fe" para la democracia keniata.
Expertos en la conferencia manifestaron dudas sobre los dichos de Nyamwamu sobre la condición étnica. Algunos sintieron que constituía una explicación demasiado simplista del problema de Kenia. La clase y la religión requerirían un análisis más profundo, alegaron.
Sin embargo, la situación de Kenia no es lo único que vale la pena considerar cuando se estudia la democracia africana. Los panelistas reconocieron el éxito de Botswana, entre otros. Ese país que nunca tuvo un golpe de Estado y realiza elecciones multipartidarias regulares desde su independencia en 1966.
Mozambique también es considerado un caso exitoso por su recuperación económica y su reconciliación política luego de una larga guerra civil.
Ejemplos como estos brindan a los ciudadanos comunes de África la esperanza de encontrar otro mañana.