EGIPTO: Decidido a promover la paz entre palestinos

Egipto abre su frontera con la franja de Gaza como forma de presionar a algunas facciones radicales del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) a aceptar su propuesta de un gobierno palestino de unidad nacional con vistas a la conferencia de reconciliación a realizarse en esta ciudad en noviembre.

"El Cairo se juega la carta de la frontera como forma de obligar a Hamás a aceptar sus términos para la reconciliación con Fatah", dijo a IPS el periodista y activista Hatem Al-Bulk.

Egipto abrió en septiembre tres días el cruce de la ciudad fronteriza de Rafah, cerrado desde que Hamás tomó por las armas el control de Gaza en junio de 2007.

La medida se llevó a cabo pese a que funcionarios de seguridad de Israel protestaron porque "terroristas" palestinos podrían aprovecharse de la situación para atacar turistas israelíes en la península del Sinaí.

Entre el 20 y el 22 de septiembre pasaron por Rafah unos 2.500 estudiantes, pacientes y peregrinos, camino de Arabia Saudita.
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"El primer día, unos 1.200 peregrinos y 150 pacientes pasaron con facilidad", señaló Al-Bulk, residente del noroeste de la península del Sianí.

Pero la insistente oposición de los israelíes dificultaron el cruce los días siguientes, apuntó Al-Bulk.

"Tras la protesta israelí aumentaron de forma notoria las trabas burocráticas y muchos estudiantes no pudieron cruzar", señaló.

La frontera volvió a ser abierta la semana pasada para permitir el regreso de los peregrinos.

Unos 700 palestinos volvieron a la franja de Gaza, según informes oficiales, aunque otras 500 personas, incluidas estudiantes y pacientes, quedaron varadas del lado egipcio.

"El cruce sólo se abrió para que pasaran peregrinos procedentes de Arabia Saudita", señaló Al-Bulk. "Cientos de personas siguen en Egipto".

La apertura limitada de la frontera coincide con los esfuerzos de Egipto para lograr un acuerdo de reconciliación entre Hamás, que controla Gaza, y el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), en Cisjordania, encabezado por el presidente Mahmoud Abbas.

Desde que Hamás controla Gaza, ambas facciones palestinas se agreden mediante detenciones generalizadas y combates puntuales, con consecuencias nefastas para el futuro de la causa palestina.

Hamás tiene una política de resistencia a la política israelí, a diferencia del partido secular Fatah, de Abbas, que prefiere negociar con el Estado judío, pese al fracaso que han sido las conversaciones de paz para los palestinos.

En las últimas semanas, funcionarios egipcios vienen reuniéndose con representantes de las diversas facciones palestinas, incluidas Hamás y Fatah, con vistas a alcanzar un acuerdo de "diálogo general" que pueda ser suscrito en esta ciudad en la conferencia de reconciliación de principios de noviembre.

Egipto espera que el pacto impulse la creación de un gobierno palestino de unidad.

Además del asunto del gobierno de unidad, Egipto se propone lograr un amplio acuerdo de intercambio de prisioneros entre Hamás e Israel. También exhorta al movimiento de resistencia a renunciar al control de Gaza y a Israel a permitir el cruce permanente de personas y mercancías hacia ese territorio palestino.

Tras haber expresado primeros reservas, los representantes de Hamás estarían de acuerdo con los términos de la propuesta egipcia tras la serie de reuniones mantenidas en El Cairo con funcionarios egipcios la semana pasada.

"Los egipcios me dijeron que Hamás había aceptado el plan", dijo el negociador de Fatah, Nabil Shaath, a la prensa nacional el 12 de este mes.

Hamás también habría confirmado su voluntad de participar en las conversaciones bilaterales con Fatah el 25 de este mes, previas a la Conferencia "diálogo general" del 3 de noviembre.

Si ningún altercado político las desbarata, serán las primeras conversaciones que mantendrán ambas facciones palestinas enfrentadas desde que Hamás tomó el poder 'por la fuerza en Gaza el año pasado. El movimiento había ganado las elecciones legislativas de enero de 2006.

"Si Hamás flexibiliza sus condiciones para participar, Egipto abre la frontera. Si se pone firme, la cierra", observó Al-Bulk.

"Con Hamás firmemente instalado en Gaza, es el único medio de presión que tiene Egipto", sostuvo.

Las últimas aperturas del cruce de Rafah fueron por asuntos estratégicos, además de razones humanitarias, señaló, por su parte, el coordinador del programa de estudios israelíes de la Universidad de El Cairo, Abdelaziz Shadi.

"Egipto abrió el cruce de Rafah para aliviar el sitio de Gaza", dijo Shadi a IPS. "Pero también quiere crear un ambiente propicio para el diálogo y hacer ver a las facciones palestinas que este país es la única estrategia real que tienen disponible" para alcanzar la paz.

Desde que Hamás tomó el control de Gaza, reclama a El Cairo que permita el tránsito de personas y mercancías por Rafah de forma permanente.

Pero Egipto, junto con la ANP, Estados Unidos e Israel, sostienen que eso sólo puede suceder si palestinos e israelíes controlan el cruce según los acuerdos de 2005, respaldados por Washington.

A fines de enero, medio millón de palestinos irrumpieron en la península del Sinaí en busca de suministros básicos tras la destrucción parcial del muro fronterizo. El cruce volvió a cerrarse 10 días después a raíz de enfrentamientos puntuales entre los palestinos y las autoridades egipcias.

El canciller egipcio Ahmed Aboul-Gheit declaró entonces que "se cortarían las piernas" a cualquiera que se acercara a la frontera sin permiso.

Desde entonces, la seguridad aumentó mucho y hasta se construyó un nuevo muro todo a lo largo de la frontera de 14 kilómetros con la franja de Gaza.

"La seguridad en el cruce se hizo más estricta en los últimos meses", señaló Al-Bulk. "Las autoridades buscan todos los días túneles por dónde pasa el contrabando, y acaban de terminar de construir un muro de separación de cuatro metros de alto y dos de profundidad".

Hamás obtuvo una mayoría indiscutida en las elecciones legislativas de enero de 2006. Pero la comunidad internacional no considera legítima su autoridad en Gaza, zona bajo un embargo internacional que, de hecho, mantiene a casi 1,5 millones de personas sin alimentos ni medicamentos ni combustible.

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