EEUU-SIRIA: Bush, aliado involuntario de Assad

Con la atención diplomática y de los medios de prensa concentrada en el incidente generado por la incursión de Estados Unidos en territorio de Siria, lanzada desde Iraq el fin de semana pasado, Damasco condenó a 30 meses de prisión a un grupo de activistas pro-democráticos.

Pocos repararon en ese hecho, aunque la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, emitió una declaración pidiendo al presidente sirio Bashar Al-Assad la inmediata liberación de los prisioneros, miembros del movimiento Declaración de Damasco, encarcelados a fines de 2007 y principios de 2008.

Cuarenta activistas fueron detenidos, aunque la mayoría recuperó su libertad. Pero doce fueron condenados por el intento de promover un cambio político gradual en el país.

"En un intento de silenciar a sus críticos, el gobierno sirio está arrestando a activistas pro-democráticos por el simple hecho de participar en una reunión", dijo Sarah Leah Whitson, directora para Medio Oriente de HRW. "El juicio sólo fue una cubierta para legitimar la represión oficial de grupos opositores y críticos pacíficos", agregó.

Pero la mejor pantalla para las autoridades de Damasco la ofreció Estados Unidos, señaló a IPS Joshua Landis, profesor de la Universidad de Oklahoma experto en Siria.
[related_articles]
"El mundo no se está concentrando en los arrestos, sino en la violación de la soberanía siria", agregó. Mencionó, asimismo, que incluso algunos de los aliados de Washington condenaron la incursión.

Los activistas eran parte de una coalición organizada en torno a la Declaración de Damasco, que constituye la base de un movimiento reformista que promueve, según HRW, "el cambio pacífico y democrático en Siria".

El movimiento, establecido en 2005, comprende a partidos políticos de oposición y activistas independientes, entre los que se encuentran abogados, médicos, escritores y un artista.

La consolidación de la oposición siria, representada por la Declaración de Damasco, se produjo en un momento de relativa debilidad del régimen.

Esa debilidad relativa alentó a la oposición a buscar la unión y a organizarse, algo que logró en buena parte con la Declaración de Damasco, aunque en forma efímera.

A pesar de su historial de persecución de los activistas políticos, el régimen de Assad no actuó inicialmente con dureza.

Pero en 2006, cuando miembros de la coalición se unieron a intelectuales libaneses para reclamar una mejora en las relaciones bilaterales, las autoridades sirias reprimieron a los activistas.

En mayo de 2007, un tribunal sirio condenó a cuatro activistas, entre los que se encontraba el prominente escritor Michel Kilo, por "debilitar el sentimiento nacional".

Bashar al-Assad, quien tomó el poder tras la muerte de su padre Afez en 2000, tras gobernar durante 30 años, fue confirmado como presidente en un referendo en 2001, sin oposición.

El gobierno sirio, bajo ambos Assad, ha tenido una historia de abusos y severas limitaciones a libertades fundamentales, como las de expresión, asociación y reunión a través de diferentes leyes, incluyendo una que impuso el estado de emergencia que está vigente desde hace 45 años.

Dejarlo sin efecto es una parte central de la plataforma de la Declaración de Damasco.

Las fuerzas de seguridad mantuvieron incomunicados a los activistas detenidos durante 40 días. Ocho de los 12 que fueron condenados el miércoles declararon ante el juez haber sido golpeados cuando los interrogaban y obligados a firmar declaraciones falsas, en las que "confesaban" que planeaban recibir dinero de países extranjeros para dividir a la nación.

También fueron acusados de "difundir informaciones falsas" y de "pertenecer a una organización secreta que promueve conflictos sectarios", cargos que negaron durante el juicio, según la organización estadounidense de libertades civiles Freedom House.

Uno de los abogados de los activistas dijo a HRW que piensan apelar la sentencia, y comentó que pertenecer al movimiento de la Declaración de Damasco "es ahora un delito".

La política de mano dura hacia el movimiento opositor, señaló Landis, es resultado de la capacidad de Assad, que antes no tenía, para unir a la gente en contra de los activistas.

En 2005, la invasión de Iraq no había caído en la violencia generalizada. A medida que se extendía el caos, agregó Landis, las dictaduras tuvieron un ejemplo de lo que podría surgir de la connivencia con los intereses occidentales.

"Cada sociedad de Medio Oriente siente tanto temor al caos y la inseguridad que pueden producirse tras el colapso de sus gobiernos que prefieren aferrarse a sus regímenes dictatoriales", afirmó.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe