Los enfrentamientos en Zimbabwe tras la firma de un acuerdo entre el gobierno y la oposición para compartir el poder parecen un augurio de los desafíos que tendrá este país.
El presidente Robert Mugabe, de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) y los líderes de las dos facciones del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), Morgan Tsvangirai y Arthur Mutambara, suscribieron el lunes un pacto por el cual se formará un gobierno de unidad.
La firma fue presenciada por jefes de Estado y representantes de los 12 países de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC).
Mientras dignatarios y líderes políticos zimbabwenses aún celebraban dentro del Hotel Rainbow Towers, en Harare, los dos grupos de partidarios estallaron en cánticos y danzas, entonando sus propios lemas. Pero pronto comenzaron a insultarse mutuamente y esto derivó en la violencia. En pocos minutos, volaban piedras de un bando a otro.
Aunque la policía intervino rápidamente para contener la situación, analistas temen que estos enfrentamientos sean un pronóstico de los grandes desafíos que tendrán ambos partidos para convencer a sus partidarios de la efectividad y conveniencia del pacto.
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"Esto muestra que los miembros no líderes de los partidos todavía no están seguros de su posición en el nuevo acuerdo. Su mentalidad todavía está en el antiguo orden, cuando cualquiera del otro partido era visto como un enemigo", explicó John Makumbe, conferencista sobre ciencias políticas y fuerte crítico del gobierno.
"La verdadera prueba será la distribución de ministerios, lo que determinará quién tendrá más poder o menos. Yo veo a este acuerdo como un huevo. El contenido es muy bueno, pero la cáscara es muy frágil y puede romperse fácilmente", dijo a IPS. "La violencia, creo, trajo a luz algunos de los temas menores que podrían romper el pacto".
Los partidos políticos tienen que poner los intereses nacionales antes que los suyos, dijo Mutambara en declaraciones tras la firma. El documento es un compromiso que supone "la mejor medida a corto plazo para desenredarnos nosotros mismos".
"Conocemos personas que van a trabajar juntas y solían ser enemigas. Este gobierno tiene que tomar algunas decisiones muy dolorosas para hacer que el país avance. Se tienen que tomar decisiones dolorosas, valientes. El liderazgo consiste en hacer que medidas impopulares se conviertan en populares. Debemos cumplir la promesa del acuerdo", añadió Mutambara.
"Las personas pueden preguntar cómo pudimos ser enemigos por tanto tiempo y ahora trabajar juntos. Convirtamos nuestras espadas en rejas de arado", dijo por su parte Tsvangirai.
"Firmé este acuerdo porque creo que presenta la mejor oportunidad para nosotros. El camino que nos espera es muy largo y no será fácil, requerirá de paciencia y virtud. Llamo a los partidarios del ZANU-PF y del MDC a unirse como zimbabwenses por el bien nacional", añadió.
El presidente Mugabe dijo que hay principios destacados en el acuerdo que deben ser respetados para que se mantenga la unidad. Mugabe seguirá siendo el jefe de Estado, pero se redujeron notoriamente sus poderes para controlar el gobierno.
Según el pacto, Mugabe será el presidente y tendrá dos vicepresidentes del ZANU-PF. Por su parte, Tsvangirai asumirá el flamante cargo de primer ministro y tendrá dos vices, Mutambara y Thokozani Khupe.
De los 31 ministros del gabinete, el ZANU-PF tendrá 15, mientras que el sector del MDC que lidera Tsvangirai contará con 13 y el que dirige Mutambara tendrá tres.
Tres ministros, uno representando a cada sector, podrían ser además nombrados por miembros del parlamento. Estos tendrán también derecho a voz en la asamblea legislativa, pero no a voto.
"Hay muchas cosas en el acuerdo que no me gustaban ni aún me gustan. También hay muchas cosas que a él (Tsvangirai) no le gustaban, y todavía no le gustan", dijo Mugabe.
Al hablar en la ceremonia de la firma, el presidente de la Unión Africana, el mandatario tanzano Jakaya Kikwete, señaló que el histórico pacto es una victoria para el pueblo de Zimbabwe y para "todos los pueblos de la región del SADC y del continente".
Mientas, el activista por los derechos civiles Daniel Molokele señaló que el acuerdo podría ser usado "como un buen punto de partida para todos nosotros que intentamos hacer que Zimbabwe avance".
Pero Brian Kagoro, abogado zimbabwense por los derechos humanos y analista político radicado en Kenia, dijo a periodistas que el acuerdo no era "el mejor camino a seguir".
"Fue uno de esos casos únicos, donde ambas partes estaban perdidas si firmaban el acuerdo, y estaban igualmente perdidas si no lo firmaban", afirmó Kagoro.
"Ningún acuerdo negociado representa el mejor camino. Esta exportación de té keniata de democracia negociada no es una buena señal para el continente, pues da a entender que la voluntad popular puede ser subvertida con impunidad por hombres fuertes que, tras perder las elecciones, regresan a la política de la Era de Piedra, basada en quién tiene la mayor piedra para lanzar o el palo más grande", sostuvo.
El analista aludió al acuerdo alcanzado en Kenia a comienzos de este año, luego de que unas disputadas elecciones en diciembre derivaran en enfrentamientos civiles, causando la muerte de cientos de personas.
"El hecho de que las mismas recetas farmacéuticas forzadas en las gargantas de los keniatas se empleen en Zimbabwe pinta un oscuro panorama para las próximas elecciones en varios países africanos", dijo Kagoro.
El presidente de la Asamblea Nacional Constitucional zimbabwense, Lovemore Madhuku, coincidió con él. "Las voces de las personas comunes no estuvieron representadas en el acuerdo", afirmó.
Mientras, el obispo Ancelimo Magaya, líder de la Alianza Cristiana, que reúne a iglesias y organizaciones cristianas de la sociedad civil, dijo a IPS que los enfrentamientos tras la firma del pacto demostraron que la violencia "todavía está afianzada en la mente de muchos zimbabwenses".
"Aún hay muchos temas serios para ser tratados. Esto es sólo el comienzo. El desafío ahora de los respectivos partidos es inculcar la comprensión y la tolerancia entre sus seguidores", afirmó.
En la misma línea opinó el politólogo Eldred Masunungure, de la Universidad de Zimbabwe. "El gran reto de los partidos será convencer a sus seguidores de que éste fue un compromiso que valió la pena", indicó.
"Hay algunos temas que ahora deben ser analizados. Pero el hecho de que tengamos líderes logrando acuerdos demuestra que tenemos algo", dijo a IPS.
Pero organizaciones de mujeres y activistas de género dicen que aún no es tiempo de celebrar.
"Como mujeres, celebraremos cuando sea anunciada la integración del gabinete. En esta etapa, sólo estuvieron los negociadores y sus principales hombres. Y, como sabe, sólo hubo una mujer en el equipo", dijo Cleopatra Ndlovu, directora de la Unidad de Apoyo a Mujeres en Política, organización no gubernamental con sede en Harare. "El anuncio de un gabinete nos informará dónde van a estar las mujeres".
Además de esperar que al menos 30 por ciento del gabinete esté integrado por mujeres, Ndlovu hará campaña para que estas obtengan algunos de las carteras clave, como Finanzas, Interior y Educación.
"Esto debe venir tras la firma del protocolo de género del SADC. La composición del gabinete demostrará el compromiso de Zimbabwe ante el protocolo. Para nosotros, el anuncio del gabinete es un punto de partida", afirmó.