El presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, y el líder de la oposición, Morgan Tsvangirai, compartirán el poder tras un acuerdo alcanzado trabajosamente, luego de años de intenso y violento conflicto.
El pacto surgió tras cuatro días de conversaciones entre el opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC) y la gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) en un hotel de Harare.
En momentos en que las condiciones económicas y sociales del país continúan deteriorándose, los zimbabwenses aplaudieron esta noticia.
"Por esto oramos durante mucho tiempo, porque es la única manera de que nuestro país avance. Para ser honesto, esto es demasiado bueno como para ser cierto", dijo Chenesai Musundure, profesor de escuela primaria en Harare.
El mismo jueves en que se conoció el acuerdo, pero más temprano, el presidente Mugabe había dicho en una reunión con caciques tradicionales en la occidental ciudad de Bulawayo que nunca daría al partido opositor poderes de gobierno.
Pero a las nueve de la noche hora local, los dirigentes políticos firmaron un acuerdo. Así lo dijo Tsvangirai, líder del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), al salir del hotel.
"El 11 de septiembre es conocido en todo el mundo por cosas desagradables, pero nosotros hemos dado a la fecha un nuevo significado. Para nosotros es un día de libertad", dijo el comerciante Chris Chademana, de Harare.
Algunos dudan que la nueva situación cambie el entorno político que ha caracterizado al país en los últimos ocho años.
"Es positivo que se haya firmado un acuerdo, pero esperemos y veamos qué le aporta al pueblo", dijo a IPS Gladys Hlatswayo, de la Coalición para la Crisis en Zimbabwe.
"No queremos un acuerdo que se limite a usar a otros políticos para sanear la imagen de Mugabe. Por ahora no podemos decir mucho. Esperaremos hasta el lunes, cuando conozcamos sus términos", agregó Hlatswayo.
Pero Jestina Mukoko, directora del Proyecto de Paz de Zimbabwe, señaló que la sola firma del pacto devuelve la esperanza al país.
"Es emocionante que se haya firmado un acuerdo aunque todavía no sepamos qué contiene. Por lo menos trae mucha esperanza a la gente que estaba buscando las conversaciones. Sólo esperamos que traiga un respiro al pueblo sufriente", dijo Mukoko.
Según negociadores del opositor MDC, Mugabe mantendrá su poder como presidente y designará y presidirá el gabinete. Pero Tsvangirai será el primer ministro y presidirá un nuevo órgano al que se denominará Consejo de Ministros.
Este Consejo asistirá y aconsejará al presidente sobre políticas de gobierno y tendrá poderes para rechazar decisiones del gabinete.
Mugabe conservará sus dos vicepresidentes, mientras que Tsvangirai y Arthur Mutambara —líder de la facción minoritaria del MDC— designarán, cada uno, a un viceprimer ministro.
El acuerdo asigna 15 puestos en el gabinete a la ZANU-PF de Mugabe, 13 al MDC de Tsvangirai y tres al MDC de Mutambara.
Los tres líderes pasarán el fin de semana constituyendo un gobierno de unidad nacional que recibirá su investidura oficial el lunes, en una ceremonia en Harare para la que se prevé la asistencia de líderes africanos.
El MDC no participó en junio en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, a causa de la persecución que recrudeció luego de la primera ronda de marzo contra sus seguidores a manos del gobierno de Robert Mugabe, quien se proclamó reelecto en su condición de único candidato.
En vísperas de los comicios, opositores y activistas acusaron al gobierno de intimidar a candidatos y militantes políticos, de manipular con fines electorales la asistencia alimentaria y los medios de comunicación controlados por el Estado y de excluir a los observadores electorales.
Mugabe y la ZANU-PF fueron acusados de apelar a irregularidades por el estilo en las elecciones de 2000, 2002 y 2005.
Cuando se independizó del imperio británico, en 1980, Zimbabwe era una de las economías más fuertes de África austral.
Hoy vive una pobreza creciente. El desempleo golpea a 80 por ciento de la fuerza de trabajo, la moneda se devalúa, la inflación es galopante y la situación política se deteriora cada vez más.