Una reunión convocada por organizaciones de la sociedad civil dio a ciudadanos comunes de diversos países la oportunidad de relatar sus experiencias cotidianas en la lucha contra la pobreza, con la esperanza de llamar la atención de los líderes mundiales.
En coincidencia con las instancias inaugurales de la sesión anual de la Asamblea General de la ONU esta semana, con la asistencia de más de 100 jefes de Estado y de gobierno, el Llamado Mundial de Acción contra la Pobreza, una red de grupos no gubernamentales, organizó el foro en Nueva York.
La joven Benjamine Agbodjan Ablavi, de Togo, relató que vende fruta para reunir el dinero que le permite pagar el costo de la escuela a la que asiste. "La escuela debería ser gratuita. Hay muchos países en África donde dicen que lo es, pero en realidad no es así", agregó.
"Estas audiencias públicas consolidan los vínculos entre las redes que son parte del poder de la gente. Ésta es nuestra fuerza", dijo Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda (1990-1997), ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (1997-2002) y actual presidenta de la no gubernamental Iniciativa para una Globalización Ética.
Los participantes en el foro concentraron su atención en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, aprobados en 2000 por la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
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Entre esas metas figuran la reducción a la mitad de la proporción de la población que sufre pobreza extrema y hambre, la disminución de la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en 75 por ciento y el acceso universal a la educación primaria, las cuales deberán alcanzarse en 2015 y en relación con las estadísticas de 1990.
Otros objetivos son la promoción de la igualdad de género, el combate contra enfermedades como el sida y el paludismo, asegurar la sustentabilidad ambiental y desarrollar una alianza Norte-Sur para el desarrollo.
Desde que se pactaron los Objetivos del Milenio, a la población hambrienta del mundo se sumaron 150 millones de personas, según activistas contra la pobreza.
Los crónicamente hambrientos suman 1.000 millones de personas, una cifra sin precedentes desde los años 70. La organización no gubernamental ActionAid estima que otros 750 millones sufren de inseguridad alimentaria.
El principal obstáculo para combatir el problema no es la ausencia de recursos, sino la falta de voluntad política de los países ricos.
"Si los donantes cumplen con los niveles de ayuda establecidos en el Consenso de Monterrey, 0,7 por ciento del ingreso nacional bruto, y 10 por ciento de esa suma se destina a la agricultura y producción de alimentos, se llega a un total de 21.000 millones de dólares por año, que terminarían con el hambre", dijo Colm O'Cuanacháin, de ActionAid, en la reunión del martes.
"Para poner esta cifra de 21.000 millones de dólares en contexto, representa menos de una décima de los 267.000 millones de dólares que los países ricos destinan anualmente para subsidiar su agricultura", agregó.
El arzobispo sudafricano Njongonkulu Winston Hugh Ndungane, señaló que en su país "el precio del pan se ha triplicado en los últimos meses y el del queroseno se duplicó. Quienes ya sobrevivían con apenas un dólar al día han sido arrastrados a una más profunda pobreza".
Aunque una de las metas en las que más se ha avanzado es la del acceso universal a la educación primaria, sobre todo en África, todavía hay 75 millones de niñas y niños que no asisten a la escuela.
Raquel Castillo, de la no gubernamental Estrategias Mundiales para la Educación de Todos, citó el ejemplo de una niña de 12 años que se suicidó porque sus padres no podían afrontar el costo del arancel escolar. Eran dos dólares.
"Hoy, 2.500 millones de personas no tienen acceso a servicios sanitarios básicos y 900 millones al agua potable. Al ritmo que avanzamos, para alcanzar los Objetivos del Milenio en África subsahariana harán falta 100 años para cumplir con las metas en esta área", dijo Jamillah Mwanjisi, de la Red Africana de la Sociedad Civil para el Agua y los Servicios Sanitarios.
De las 1.300 millones de personas que viven en la pobreza extrema, 70 por ciento son mujeres, según algunas estimaciones. Aunque concentran dos tercios de las horas trabajadas en todo el mundo y producen la mitad de los alimentos, sólo perciben 10 por ciento del ingreso y tienen a su nombre menos de uno por ciento de las propiedades.