Apenas una semana después de que el presidente israelí Shimon Peres le encomendara la conformación de un nuevo gobierno, la canciller Tzipi Livni parece bien encaminada en sus tratativas.
Faltan aún bastantes negociaciones. Pero tanto el Partido Laborista como el ultraortodoxo partido Shas están seriamente involucrados en el diálogo que encabeza Livni, quien obtuvo el liderazgo de su partido centrista, Kadima, en las elecciones internas de este mes.
Cuando se concrete la salida del renunciante primer ministro Ehud Olmert, la canciller se convertirá, con seguridad, en la segunda mujer en encabezar un gobierno en la historia de Israel. La primera fue Golda Meir (1969-1974).
Para formar coalición, Livni debe lidiar con la demanda del Shas de que la condición futura de Jerusalén debe quedar fuera de la mesa de negociaciones con los palestinos.
La demanda se contradice con las condiciones de la Autoridad Nacional Palestina para cualquier diálogo de paz: que estén sobre la mesa las cuestiones clave, las más conflictivas, incluidas las futuras fronteras y el retorno de los refugiados.
También choca con la posición del centroizquierdista Partido Laborista, que apoya con toda su fuerza las negociaciones y cuyo concurso es necesario en el próximo gobierno.
De todos modos, la demanda clave del Shas no tiene ninguna relación con el proceso de paz: exige la restauración de los beneficios sociales y subsidios a las grandes familias de escasos recursos, que representan una gran porción de su electorado.
De no cumplirse esa pretensión, el partido ultraortodoxo judío se excluirá de la coalición gobernante, anunció su líder, Eli Yushai.
El ministro de Finanzas, Roni Bar-On, se opone con fuerza a esa condición, pues considera que los subsidios disuaden el ingreso al mercado de trabajo. Como Bar-On es uno de sus principales puntales de apoyo, Livni deberá buscar el modo de darle a Shas lo que pretende manteniendo a su colaborador.
El Partido Laborista será, con seguridad, más fácil de satisfacer.
El líder del sector, Ehud Barak, ocupa hoy el ministerio de Defensa e insiste en que no descarta la celebración de elecciones anticipadas. Pero las encuestas marcan que su desempeño en las urnas sería muy pobre, lo cual es un fuerte incentivo para unirse al gabinete de Livni.
Barak reclama una alianza de iguales con Livni en lo que respecta a decisiones relativas al diálogo con palestinos y sirios. Y la futura jefa de gobierno podría coincidir con eso, al menos para empezar.
Las negociaciones de Kadima, que tiene 29 escaños parlamentarios, se concentran en el Partido Laborista, con 19, Shas, con 12, y con dos pequeños partidos de jubilados que reúnen siete legisladores. De lograr la anuencia de todos ellos, contaría con 67 de los 120 votos en el parlamento
Esa eventual coalición sería idéntica a la que Olmert pudo forjar cuando ocupó la oficina de primer ministro en mayo de 2006, y que pasó por muchas dificultades.
Livni tendrá 42 días para formar su gabinete. Si no lo logra, habrá elecciones generales a comienzos del año próximo.
Las encuestas muestran para ese caso una carrera cabeza a cabeza entre el partido Kadima de Livni y el Likud del ex primer ministro Benjamín Netanyahu, quien, a su vez, tendría más posibilidades de formar gobierno por su capacidad de alianza con grupos de derecha y religiosos.
Livni, de 50 años, ha sido una de sus grandes críticas de Olmert dentro del gobierno. Ella misma se muestra como la antítesis del jefe del gobierno, envuelto en no menos de seis casos de corrupción desde que asumió el cargo en mayo de 2006.
La canciller ha conducido las negociaciones con Palestina, en su carácter de ministra de Relaciones Exteriores, y se le atribuye su destreza en la materia a su experiencia como ex agente de la agencia de espionaje Mossad y abogada.
La oposición que tuvo hace años la canciller a un acuerdo de "territorios a cambio de paz" se ha ido diluyendo. Su último quiebre ideológico fue en 2005, cuando abandonó el Likud para formar Kadima con el ex primer ministro Ariel Sharon, dada, precisamente, la fuerte oposición de ese partido derechista a hacer concesiones a los palestinos.
Livni confía en que llegará a reencaminar el diálogo de paz e, incluso, viabilizar las negociaciones con Siria, reanudadas por Olmert a comienzos de año.
Como las elecciones están programadas para noviembre de 2010, podría estar un máximo de dos años al frente del gabinete. Si pretendiera seguir en carrera, tendría que llegar para ese entonces a algún tipo de acuerdo con Palestina y Siria.