Miles de niños de Guinea-Bissau, Mali y otros países africanos deambulan por las calles de Dakar, la capital de Senegal, explotados por maestros de religión que los obligan a mendigar.
Sus edades varían entre los cuatro y los doce años. Fueron enviados a una nación extranjera por sus padres, para que estudien el Corán. Pero educación es lo menos que muchos de ellos reciben.
"Mi padre me mandó para aprender el Corán. Recibo menos de una hora de educación religiosa por día. Pero me obligan a conseguir al menos 1,15 dólares por día antes de volver a la escuela islámica o soy hombre muerto. Me golpean si no lo hago", dijo a IPS Ibrahim Ka.
Ibrahim tiene 10 años y, junto con un grupo de compañeros de Guinea-Bissau, pasa horas mendigando en las calles de Dakar para conseguir la comida o el dinero que exige su maestro en las enseñanzas de Alá.
Visten harapos, están descalzos y sucios. Tienen el cuero cabelludo cubierto de heridas.
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Un estudio del Centro de Estudios Avanzados de Dakar reveló en agosto que alrededor de 8.000 niños sobreviven como mendigos en la capital. Alrededor de un tercio son de Guinea-Bissau, otro tanto de Mali.
Otro grupo de niños de la calle de Guinea-Bissau relató a IPS que piden limosna desde las 5 de la mañana hasta las 9 de la noche, e incluso hasta más tarde, para cumplir con las demandas de su escuela religiosa.
Estos maestros de la fe islámica se negaron a hablar con IPS, con la excepción de El-Hadj Dja, que "instruye" a 39 niños guineanos. Argumentó que como sus padres no los enviaron con los "regalos" de rigor, no tiene más opción que convertirlos en mendigos.
"Los mandaron con las manos vacías. Tenemos nuestras propias familias que atender. Hago todo lo que está a mi alcance para enseñarles el Corán", dijo.
El no gubernamental Imperio de los Niños, con sede en Dakar, informó que desde el comienzo de este año 200 chicos de Guinea-Bissau fueron enviados de vuelta con sus familias.
Este centro trabaja en conjunto con la Organización Internacional para las Migraciones para devolver a sus hogares a niños víctimas del tráfico de personas.
"La mayoría de los niños rescatados son de Guinea- Bissau. Una vez que los sacamos de las calles recurrimos a contactos en su país para que nos ayuden a encontrar a sus padres", dijo a IPS Moussa Coulibaly, de Imperio de los Niños.
Este fenómeno es una práctica tradicional en esta empobrecida región de África, en países como Gambia, Guinea-Bissau y Mali, entre otros. Pero el deterioro de las condiciones de vida en las áreas rurales empuja a los niños a Dakar, donde son presa fácil de los maestros religiosos.
IPS dialogó con tres padres que viajaron a esos centros de enseñanza para rescatar a sus hijos. Estaban espantados por lo que vieron.
Ismael Baldé viajó para recuperar a su hijo Abdoulaye, a quien había dejado hacía tres años con un maestro de la religión islámica, quien le dijo que el niño había muerto y estaba enterrado en Dakar.
En realidad, descubrió, gracias a los activistas de Imperio de los Niños, que está vivo y es uno de los mendigos explotados por el supuesto educador. "Lo vi, está vivo y soy feliz", dijo a IPS con lágrimas en los ojos.
Abdoulaye está impaciente por volver a su hogar. "Lo único que deseo es irme, ver a mi madre y mis primos. Mi maestro de la religión me hizo sufrir mucho", dijo a IPS.
"Si no le entregaba el dinero que me obligaba a mendigar me golpeaba terriblemente. Estaba tan mal que un día decidí quedarme en las calles en lugar de regresar con mi maestro de la fe. Pensó que estaba muerto. Estoy feliz de ver a mi padre nuevamente", afirmó.