Es urgente acelerar la adopción de métodos sustentables en la construcción brasileña, que crecerá 18 por ciento este año, cuando ya se conocen las dramáticas perspectivas del cambio climático, afirman promotores de las buenas prácticas en esta industria.
A las dificultades universales, como los intereses del mercado que priorizan las utilidades a corto plazo, se suman las propias de Brasil, por ejemplo, la enorme informalidad del sector de la construcción.
Sesenta por ciento de las edificaciones civiles, viviendas y edificios, se construyen al margen de las normas, lo que merma la eficacia de instrumentos como certificaciones de eficiencia o calidad.
Pero en dos años o poco más, la edificación sustentable despegará en Brasil, con la superación de muchas trabas que limitan sus avances a pocos rubros, vaticinó a IPS Vanessa Gomes, una de las organizadoras del primer Simposio Brasileño de Construcción Sustentable, celebrado en la sureña São Paulo el jueves y este viernes.
La construcción es conocida como "el sector de los 40 por ciento", pues ésa es la tajada que se lleva del consumo mundial de energía, agua y recursos naturales. Además, emite 35 por ciento de los gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, estimó el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sustentable.
Incorporar criterios de sustentabilidad a esta industria tiene efectos directos en el ambiente y la economía por su carácter tentacular, de receptor y proveedor de los más diversos sectores.
Por ejemplo, la construcción es destinataria del grueso de la madera amazónica, "en buena parte ilegal" y solo dos por ciento es certificada, ejemplificó Gomes, una arquitecta con un doctorado en ingeniería de construcción y profesora de la Universidad de Campinas, ubicada a 100 kilómetros de São Paulo.
Ha habido campañas ambientales para que los gobiernos municipales y estaduales adquieran solo madera certificada para sus obras. Se registraron varias adhesiones, pero representan una pequeña parte del mercado, lamentó la profesora. Los compradores se quejan de la demora en la entrega del producto certificado.
Entre los rubros en los que avanzó la construcción sustentable en Brasil, según ella, están la eficiencia energética, cuya exigencia previa en los edificios enfrenta el cuello de botella de la simulación por computadora, escasamente desarrollada en este país, y el mejor aprovechamiento de los materiales, que responde más a las ganancias que al ambiente.
Pero los avances se concentran en São Paulo y estados vecinos. La logística es el mayor obstáculo para que las prácticas e insumos sustentables se distribuyan por todo el territorio, observó Gomes.
La capacitación de arquitectos e ingenieros es "un desafío personal" que Gomes, como integrante del Consejo Brasileño de Construcción Sustentable(CBCS), constituido hace un año, pretende cumplir llevando cursos a las facultades y conceptos "que pocos conocen" a graduados y profesores.
Un libro con conocimientos y experiencias acumuladas aquí y en el exterior, pero traducidas a la realidad local, es otro proyecto para difundir la sustentabilidad en la construcción y el uso de los edificios.
A partir de este primer simposio, el CBCS divulga en su sitio web una orientación a constructores y usuarios para seleccionar el material y los edificios adquiridos, observando seis puntos, como la formalidad y la responsabilidad socio-ambiental de los proveedores, las normas técnicas y advertencias para reconocer el "lavado verde" (greenwashing, en inglés).
Ese lavado está presente en el uso de materiales reciclados, pero que consumen más energía y agua, o en la neutralización de emisiones de carbono con la que se intenta encubrir el mantenimiento de prácticas insustentables, ejemplificó Gomes.
Además de ser un concepto nuevo, que en Brasil empezó a difundirse en la década pasada, la construcción sustentable exige cambios de conducta que demandan tiempo. Falta desarrollar muchos factores, como indicadores y análisis del ciclo de vida de los materiales, que evalúe la durabilidad y los impactos ambientales de cada uno.
El mercado conspira en contra, por su inmediatez. Un proyecto inmobiliario tiene que ofrecer rentabilidad en pocos años para ser viable financieramente, pero la sustentabilidad se hace efectiva a largo plazo.
Los paneles de energía solar se vuelven económicamente ventajosos después de muchos años, y las instalaciones para aprovechar el agua de lluvia —que en São Paulo ofrecerían un "doble beneficio", porque también reducirían las inundaciones—, no interesan a las constructoras e inversores por su costo adicional, que sólo beneficia al usuario, ejemplificó la profesora de la Universidad de Campinas.
Contra esa tendencia habría que adoptar políticas de estímulo, como exenciones tributarias, y leyes, aunque éstas se ven limitadas por la amplia informalidad, acotó.
En Brasil, los difusores de la construcción sustentable estiman que el consumo de energía y agua de los edificios podría reducirse entre 30 y 40 por ciento con prácticas adecuadas. El ahorro sería enorme porque los edificios representan 45 por ciento del consumo energético nacional y esa proporción está creciendo.
La posición del edificio en relación al sol, en un país tropical como este, determina un mayor o menor consumo de electricidad en iluminación y aire acondicionado, que representan cada uno 40 por ciento del total, destacó Gomes.
La informalidad y la ausencia de políticas públicas que favorecen la sustentabilidad agravan el cuadro.
Pero en Brasil, al contrario que en Europa, la adopción de métodos y criterios sustentables arrojaría abundantes beneficios, pues, con un déficit de casi ocho millones de viviendas, mucho está por hacerse.
Edificación ecológica cuesta arriba https://www.ipsnoticias.net/interna.asp?idnews=40546
Consejo Brasileño de Construcción Sustentable, en portugués http://www.cbcs.org.br
Cámara Brasileña de la Industria de Construcción, en portugués http://www.cbic.org.br
