ALIMENTACIÓN-SWAZILANDIA: Futuro en manos jóvenes

Cuando sus amigas salen a jugar a saltar la cuerda, Noncedo Masina, una suazi de 12 años, toma su regadera de lata y se va a trabajar a la pequeña huerta de la escuela.

Niños vulnerables dedicados a la agricultura. Crédito: Mantoe Phakathi/IPS
Niños vulnerables dedicados a la agricultura. Crédito: Mantoe Phakathi/IPS
Masina, de la escuela primaria de Boyane, en el oeste de la capital de Swazilandia, participa de la iniciativa Entrenamiento de Campo y de Vida para Jóvenes Agricultores, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que prepara a niños y niñas para ser agricultores.

"Me encanta trabajar en la huerta porque sé que voy a tener comida después de que crezcan los vegetales", explicó Masina con timidez. "Juego con mis amigas cuando termino de trabajar la tierra, después de la escuela".

Los padres de Masina murieron en 2003 y ella quedó bajo el cuidado de su abuela. La comida siempre fue un problema en el hogar hasta que ella se integró al proyecto de la FAO. Ahora suele llevar repollos, espinacas, cebollas o zanahorias.

Veintiséis niños y niñas huérfanos y vulnerables de esa escuela pueden llevar alimentos a sus casas gracias a las huertas individuales y comunales.
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El proyecto de la FAO comenzó a funcionar en 2005 como un programa de un año con la idea de que los escolares repitieran la experiencia en sus casas y enseñaran lo aprendido a sus familiares y a otros miembros de la comunidad.

"Los niños cultivan verduras en sus huertas para llevar a sus casa, mientras que las que plantan en las parcelas comunitarias se venden para obtener ingresos para desarrollar otros proyectos agrícolas", explicó el facilitador Joyce Mkhaliphi.

Con 93 dólares ahorrados desde abril, Mkhaliphi señaló que piensan seguir la recomendación hecha por el director general de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, tras su visita de tres días de este mes a uno de los 21 sitios dónde se desarrolla el proyecto.

Diouf propuso que se enseñaran más cosas a los escolares como técnicas de horticultura, lechería, cría de aves y pesca. "No necesitamos mucho dinero para eso, sólo entre unos 5.000 y 10.000 dólares", indicó.

El desarrollo y la producción agrícola son la solución más sostenible para hacer frente a la carestía de alimentos, de combustible y de otros suministros básicos.

La FAO, junto a otras agencias del foro mundial como el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), además del gobierno de Swazilandia, enseñan técnicas agrícolas y de conservación de agua a niños huérfanos y vulnerables.

El coordinador de proyectos de la FAO, Sibusio Mondlane, señaló que el PMA entrega a los niños que participan en la iniciativa raciones de comida para llevar a sus casas. La canasta incluye maíz, aceite de cocina y frijoles.

"El UNFPA trabaja con adolescentes en cuestiones de salud reproductiva, Unicef ofrece información útil para la vida cotidiana y el Ministerio de Agricultura aporta experiencia técnica", explicó Mondlane. "Los participantes del proyecto tienen entre 12 y 18 años".

La idea es que empiecen a temprana edad, indicó Diouf. "Es bueno ver que los niños aprenden en la huerta así como identificar aspectos para mejorar el programa", añadió.

Los jóvenes deben recibir educación y alimentos para poder convencerlos de que la agricultura es muy importante para garantizar la seguridad alimentaria, añadió.

El presidente de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres, Ben Nsibandze, señaló que algunos de los niños que nacieron después de los años 90, cuando la sequía golpeó a la agricultura local, no conocen otra cosa que la asistencia alimentaria porque sus padres dejaron de cultivar.

"Algunos sólo saben hacer cola para obtener su ración y nunca van aprender ninguna técnica agrícola en sus casas", señaló Nsibandze.

En Swazilandia, este año son más de 260.000 personas las que dependen de la asistencia alimentaria, menos que las 410.000 de 2007, pero aún una cantidad importante.

Los gobiernos del mundo se propusieron en 2000 en la Organización de las Naciones Unidas reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambre para 2015, respecto de las cifras de 1990, según lo estipula uno de los ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio. Pero en 2007 había todavía 75 millones en esa situación.

Diouf urgió a Swazilandia y a todas las naciones africanas a tratar de cumplir con la declaración de Maputo de 2003, mediante la cual los jefes de Estado y de gobierno de este continente se comprometieron a duplicar el presupuesto destinado a la agricultura, de cinco a 10 por ciento.

"Me alegra que Swazilandia haya aumentado su presupuesto para la agricultura de tres a siete por ciento. Pero me gustaría que pudiera llegar a 10 por ciento, como se acordó en 2003", declaró el secretario general de la FAO.

Sólo seis de los 53 países africanos alcanzaron la meta, según Diouf. Noventa por ciento de la agricultura de este continente depende de las precipitaciones. A fin de reducir la vulnerabilidad de los agricultores, los gobiernos deben invertir más y construir diques, canales y mejorar el aspecto tecnológico.

Mientras, la FAO ayuda a los agricultores pobres con vales de dinero para comprar semillas, fertilizantes y herramientas. En la última semana de este mes, la agencia organizará ferias de insumos como forma de abaratar su costo.

"La realidad de África y de la mayoría de las naciones en desarrollo es que gran parte de los pobres viven en áreas rurales y poseen pequeñas parcelas dónde poder cultivar", recordó Diouf. "Necesitamos que esa gente se desarrolle".

Por desgracia, a muchas de las personas más vulnerables de las zonas rurales de este país no necesariamente les interesa cultivar para su consumo porque se frustraron con la prolongada sequía y por las dificultades causadas por enfermedades vinculadas al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

"Algunas de las personas que reciben insumos terminan vendiéndolos para tener dinero y poder comprar comida porque no tienen paciencia para la agricultura", señaló Lindiwe Tsabedze, asesor en una zona golpeada por la sequía.

Con suerte, esta nueva generación de jóvenes y entusiastas agricultores se convierta en la base de una futura seguridad alimentaria.

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